Sin fronteras
PACO MARISCAL Sue?a Pedro Duque con volver al espacio, y es natural. En el transbordador espacial se contempla un paisaje grandioso y sin fronteras. Debe resultar dif¨ªcil distinguir desde lo alto el arroyuelo o la quebrada, los cerros con cafetales, por donde cruza la frontera, de forma imaginaria, que separa el territorio nacional de Belice del territorio nacional de Guatemala. Verdad de Perogrullo es que el hurac¨¢n Mitch tampoco distingui¨® los lindes entre Nicaragua y Honduras antes de desaparecer entre las pen¨ªnsulas de Yucat¨¢n y Florida. Habitan esa zona, ahora asolada por el hurac¨¢n, decenas de pueblos y grupos ¨¦tnicos, con decenas de lenguas y dialectos precolombinos que conviven o malviven con la lengua nacional o lengua del estado de origen criollo. Pero la diversidad -que escasamente se asume y respeta por all¨¢ en Am¨¦rica y por ac¨¢ en el Pa¨ªs Valenciano...-, se convierte en unidad y solidaridad si la desgracia y el quebranto del Mitch a todos nos iguala. El com¨²n quebranto no entiende de l¨ªneas imaginarias o de fronteras: en el ¨¢mbito de la Uni¨®n Europea, los valencianos y sus instituciones y sus ONG han echado mano de forma ejemplar a su cartera, y lo seguir¨¢n quiz¨¢s haciendo hasta que respiren esos pueblos. Desde el otro lado, desde Bangladesh, donde el sudeste asi¨¢tico y las lluvias monz¨®nicas que tampoco saben de fronteras, llegaron a Carcaixent Josna y Nurun, Namita y Khadiza, Monira y Roma, con los rostros destrozados por la barbarie machista. At¨¢vica costumbre esa la del machismo que, como un cicl¨®n, ignora donde est¨¢n las l¨ªneas imaginarias de las fronteras nacionales. Y el machismo empuja al cambio de g¨¦nero, porque a todas nos afecta m¨¢s all¨¢ y dentro de las fronteras imaginarias del territorio que habitamos. Esa violencia prepotente contra las mujeres difumina no s¨®lo las fronteras, sino tambi¨¦n la diversidad religiosa, ¨¦tnica o ling¨¹¨ªstica del planeta que contemplaba Duque desde all¨¢ arriba. Fue la violencia machista quien se ceb¨® en las vidas de las humildes prostitutas de Vora Riu y en las otras muchachas de Castell¨®n, cuyos cad¨¢veres siguen siendo actualidad; y quien se ceb¨® en los rostros desfigurados y j¨®venes de las mozas de Bangladesh: menosprecio de mujeres y quebranto sin fronteras de Oriente a Occidente. Como sin fronteras es la solidaridad supranacional que las trajo al Pa¨ªs Valenciano con los rostros violados, por tal de paliar el dolor causado por la desfachatez machista all¨¢ en la tierra de los monzones. Aunque quiz¨¢s sea conveniente tambi¨¦n que se reflexione aqu¨ª por ver de paliar y mitigar la desfachatez machista aut¨®ctona. Y es que el hurac¨¢n Mitch, all¨¢ por donde la Am¨¦rica central, y las zagalas de Bangladesh, all¨¢ por donde las torrenciales lluvias monz¨®nicas, han puesto de manifiesto cuanto nos une, en clave positiva o negativa, y cuanto no tiene fronteras. Y esa es una realidad tangible y estos d¨ªas inmediata. Una realidad que se da de bruces con la pol¨¦mica est¨¦ril y continuada, interesada la mar de las veces, en torno a las esencias del nacionalismo, perif¨¦rico o centralista, que tanto da para el caso. Porque la convivencia, como indicaba un lector en esta misma p¨¢gina, debe basarse en cuanto nos une y no en cuanto nos separa. Que la diversidad se asume y se respeta, o deber¨ªa de asumirse y respetarse.
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