El Atl¨¦tico destapa sus defectos defensivos

Pocas veces la desesperaci¨®n se refleja tanto en un rostro. El de Arrigo Sacchi, el entrenador del Atl¨¦tico de Madrid, en los estertores del choque, lo dec¨ªa todo. El t¨¦cnico italiano expresaba una desesperaci¨®n descarnada. Su equipo hab¨ªa dejado al descubierto demasiados agujeros defensivos que permitieron que la fe y el coraje del Villarreal fueran suficientes para decantar el partido a su favor. El Atl¨¦tico de Madrid perdi¨® los papeles y, sobre todo, el brasile?o Juninho, que primero fall¨® un penalti -con empate a uno en el marcador- y despu¨¦s insult¨® al ¨¢rbitro, que, por otra parte, tuvo una actuaci¨®n lamentable.Los jugadores del Atl¨¦tico de Madrid, en definitiva, se debatieron entre la incertidumbre de hacer caso a su t¨¦cnico o a su propio instinto. Y de esa ambig¨¹edad sac¨® tajada el reci¨¦n ascendido Villarreal, que a ilusi¨®n no le gana nadie. De nada sirvi¨® que la presencia en el terreno de juego de Mena y Jos¨¦ Mari tras el descanso le lavaran la cara al equipo de Arrigo Sacchi, lo asearan y se dispusieran a darle la vuelta al encuentro. No lo lograron hacer. Primero debido al error de un irascible Juninho, y despu¨¦s porque a la defensa del conjunto madrile?o volvieron a ganarle la espalda. Una vez tras otra.Y tambi¨¦n una jornada m¨¢s y, por lo que se ve, parece que no tiene remedio, o por lo menos el t¨¦cnico y los jugadores no encuentran la soluci¨®n adecuada.

Fue un encuentro tenso y trepidante. Justo lo que le conven¨ªa al Villarreal, que puso en evidencia al prestigioso entrenador italiano y su sistema. Desde el inicio, el Atl¨¦tico de Madrid se empe?¨® en jugar en un espacio reducido del terreno, ya de por s¨ª de reducidas dimensiones. La defensa adelantada llev¨® a la ruina al Atl¨¦tico. El fuera de juego se le volvi¨® el contra. Tras dos globos sonda lanzados por Craiovenau, en el tercero lleg¨® el gol del rumano.

Propulsado por la profesionalidad a prueba de bombas de su capit¨¢n Robert, el Villarreal se aplic¨® al entusiasmo y al frenes¨ª para frenar como fuera las embestidas del conjunto madrile?o. Lo lograron la mayor¨ªa de las veces. Sobre todo despu¨¦s de armarse de raz¨®n tras el gol de Craioveanu, su quinto tanto en la Liga, que ven¨ªa a aprovechar una jugada del que fuera en otros tiempos jugador del club madrile?o, Alfaro, el m¨¢s creativo de la tropa castellonense.

El penalti fallado por Juninho marc¨® un punto de inflexi¨®n. El Atl¨¦tico de Madrid cay¨® en un laberinto mental del que ya no hallar¨ªa la salida. Robert, en funciones de hombre libre, tuvo una actuaci¨®n impecable: adivinando siempre los regates de los delanteros de Sachhi. Por si fallaba ¨¦ste, surg¨ªa Palop, ese guardameta al que algunos expertos le ven fuste de portero grande.

Desesperado anduvo el t¨¦cnico italiano en el banquillo del Madrigal. Observaba c¨®mo su equipo no desenfundaba pese a sumar un alto n¨²mero de llegadas. Se notaba m¨¢s que nunca la ausencia de un 9 que le hiciese el trabajo sucio a la inventiva de Kiko, demasiado aislado en el ataque. El panorama se esclareci¨® para el conjunto madrile?¨® tras el descanso, con la entrada de Jos¨¦ Mari y Mena. Valer¨®n se ech¨® el Atl¨¦tico a sus espaldas y su equipo pareci¨® invertir el encuentro. Hasta que aparecieron las goteras en la defensa atl¨¦tica, Arregui penetrara hasta el fondo, su centro lo rematara Alfaro y, tras gran parada de Molina, el rechace lo acribillara Mois¨¦s. Entonces el Villarreal se encastill¨® y el Atl¨¦tico choc¨® su impotencia contra la versi¨®n valenciana del catenaccio.