Sin hijos por falta de recursos
VIENE DE LA P?GINA 1 Las citadas 30.000 pesetas nada ten¨ªan que ver tampoco con el alquiler del que hablaron destacadamente los peri¨®dicos. Antonio y Nuria, acompa?ados de sus hijos, hab¨ªan ido a pasar las Navidades en casa de los padres del marido y, a la hora de regresar, hab¨ªan agotado su dinero. A Nuria se le ocurri¨® que tal vez Lli podr¨ªa ayudarles. Le pidi¨® 31.000 pesetas y el presunto educador se las envi¨® por giro postal. Consta el resguardo en el sumario, as¨ª como la fotocopia de un dietario dom¨¦stico, cap¨ªtulo de deudas donde la mujer anota que debe a Jaume 34.000 pesetas: la suma del dinero del viaje m¨¢s otros peque?os pr¨¦stamos. En una de sus declaraciones, ?. dec¨ªa que Jaime prestaba a veces dinero a sus padres -peque?as cantidades- para lo esencial. "No ¨¦ramos lo que se dice amigos, pero s¨ª confi¨¢bamos en Jaime. La verdad es que pens¨¢bamos que el ni?o estaba mejor con ¨¦l que callejeando por el barrio", explican hoy muy tristemente los padres, como resumen de su relaci¨®n con el presunto pederasta. Los dos siguen a la espera de juicio, es decir, siguen bajo la presunci¨®n de inocencia. Algunos de los fragmentos de su experiencia a lo largo de este a?o y medio son especialmente turbadores. Antonio Dur¨¢n, por ejemplo, pas¨® un mes en prisi¨®n preventiva, por la supuesta "alarma social" que el caso hab¨ªa provocado. Pero lo peor para ¨¦l no fue el tiempo, sino la compa?¨ªa. Acatando ¨®rdenes superiores, de comprensi¨®n muy dif¨ªcil, los funcionarios de la c¨¢rcel Modelo decidieron que uno de sus compa?eros de celda -eran 3 en no m¨¢s de 10 metros cuadrados- fuese precisamente Jaume Lli. Juntos, padre y presunto agresor, pasaron un mes entero, hasta que Dur¨¢n sali¨® en libertad provisional. -?C¨®mo aguant¨®? -Bueno, no le dirig¨ªa la palabra. M¨¢s de una vez ped¨ª que me cambiaran. Pero no. ?Qu¨¦ iba a hacerle? Yo no tengo prontos. Soy tranquilo. La Direcci¨® General d"Assist¨¨ncia a la Inf¨¤ncia (DGAI) les retir¨® de inmediato la tutela de ?., quien fue ingresado -y ah¨ª sigue- en un centro de acogida. Estuvieron m¨¢s de 11 meses sin poder verle. Luego empezaron las visitas. Muy espaciadas. Muy controladas. En una queja presentada ante el Departamento de Justicia por la madre y la abuela del ni?o hay p¨¢rrafos como ¨¦ste: "Como mi madre do?a Encarnaci¨®n les llevase unas chocolatinas a nuestros hijos, y por el mero hecho de decir que eran de parte de sus padres, no se las dieron". Lo peor, sin embargo, empez¨® a ocurrir el 18 de agosto del a?o pasado. Siguiendo las instrucciones de un telegrama cursado por el Departamento de Justicia cuatro d¨ªas antes, los padres se presentaron en los locales de la DGAI con su hija Miriam. La abuela de la peque?a hab¨ªa sido la responsable legal de su custodia mientras los padres permanec¨ªan en la c¨¢rcel. Se trataba de mantener una entrevista, dec¨ªa el telegrama. Seg¨²n el relato de Antonio y Nuria, los funcionarios les dijeron que mejor que la ni?a no entrara con ellos al despacho y se quedara fuera, al cuidado de un monitor. Una vez en el despacho les comunicaron que hab¨ªan decidido quitarle la custodia a la abuela; que lo mejor para Miriam era su ingreso en un centro de acogida. Se opusieron como pudieron, pero la entrevista hab¨ªa acabado. Al salir preguntaron por la ni?a, pero ya se la hab¨ªan llevado. La abogada Lourdes Sancho, representante de los padres, subraya: "La actuaci¨®n de la DGAI fue ilegal. No hab¨ªa la resoluci¨®n previa, imprescindible, de la propia DGAI, ni un mandato judicial. Actuaron como si existiera. Meses m¨¢s tarde, el juez se limit¨® a refrendar la actuaci¨®n administrativa". El 4 de este ¨²ltimo octubre, la DGAI envi¨® una resoluci¨®n al nuevo domicilio de Antonio y Nuria: se hab¨ªan cambiado de barrio siguiendo los consejos de la DGAI, con la esperanza de que as¨ª sus hijos volver¨ªan antes a casa, y para evitar que en el Raval siguieran insult¨¢ndoles a cada paso. La resoluci¨®n percib¨ªa "la imposibilidad del retorno de la ni?a y de su hermano O. con sus padres, ya que seg¨²n se desprende de los informes la situaci¨®n de los padres hace que no sean capaces de poder asumir, con unas m¨ªnimas garant¨ªas, la atenci¨®n y cuidado de sus hijos, a causa de su propia historia personal, la falta de recursos materiales y un entorno favorecedor de conductas disociales". Tal vez no sea necesario se?alar que "la propia historia personal" no era nada m¨¢s que aquello que se agrupa tras la presunci¨®n de inocencia; que si las tutelas de los hijos dependieran de "la falta de recursos materiales", ning¨²n pobre tendr¨ªa hijos y que "el entorno favorecedor de conductas disociales" era un eufemismo risible que s¨®lo la circunstancia hac¨ªa ofensivo. Lo que s¨ª es necesario se?alar es que la resoluci¨®n propon¨ªa el acogimiento familiar preadoptivo de Miriam como soluci¨®n del triple mal detectado. La abogada Sancho ha interpuesto recurso contra esta decisi¨®n de la DGAI. Pero a¨²n le asombra tener que haberlo hecho: "?C¨®mo es posible que a unos padres que no han estado a¨²n juzgados, y cuya implicaci¨®n real en el caso no se sostiene, les vayan quitando uno tras otro sus hijos? ?En nombre de qu¨¦ ley y de qu¨¦ justicia?". Antonio y Nuria cabecean, en pleno jet lag moral. Atienden a Daniel, que ya sonr¨ªe. Lo pusieron en el mundo, empecinados, hace tres meses.
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