El error del aprendiz de 'tibur¨®n'
Un banco alem¨¢n pierde 2.300 millones despu¨¦s de que un ejecutivo en pr¨¢cticas apretara una tecla equivocada
Un aprendiz de ejecutivo provoc¨® el p¨¢nico en el impecable mercado financiero de Londres y caus¨® a su empresa, un banco alem¨¢n, una p¨¦rdida de 10 millones de libras esterlinas (2.320 millones de pesetas) tras apretar una tecla equivocada de su ordenador.El l¨ªo comenz¨® cuando el meritorio lleg¨® a su empresa en la City y encendi¨® su ordenador dispuesto a seguir aprendiendo los secretos de los tiburones financieros. Seg¨²n algunas fuentes, la agenda del d¨ªa inclu¨ªa un entrenamiento sobre las transacciones electr¨®nicas y las posibilidades que ofrecen las apuestas efectuadas en el ¨²ltimo minuto de las sesiones. No se sabe si en su pantalla aparecieron aquellas palabras de precauci¨®n como "?Est¨¢ Ud. Seguro?" antes de que le diera al rat¨®n un toque en la oreja izquierda. La cuesti¨®n es que el dinero ficticio de las pr¨¢cticas se convirti¨® en dinero de verdad y envi¨® al mercado una onda s¨ªsmica. El joven vendi¨® sin querer, y en el momento menos oportuno, 130.000 bonos alemanes, una operaci¨®n que caus¨® una importante p¨¦rdida al banco para que el que trabaja.
El aprendiz de tibur¨®n no ha sido identificado, pero su acci¨®n ya es familiar en los corredores del poder econ¨®mico brit¨¢nico. Quiz¨¢s pase a la historia de los desastres financieros del Reino Unido con un mote como Accidente Fritz. El joven, aparentemente no es de nacionalidad alemana, pero la empresa para la que trabaja s¨ª.
El caso pone en entredicho el sistema de controles de acceso a los ordenadores m¨¢s delicados y los criterios de preparaci¨®n de los trabajadores en pr¨¢cticas. Pero al mismo tiempo demuestra que muchas cosas en esta vida son cuesti¨®n de suerte. Quiz¨¢s el accidente tuvo que ver con los efectos de la agitada vida de los cachorros de la City, j¨®venes ambiciosos, producto de las mejores escuelas de capitalismo del reino.
"El impacto no es importante. Lo que s¨ª nos alarma es el hecho de que no haya un control en el uso de los ordenadores cuando, sentimos decirlo, en la mayor parte de los casos los errores son humanos", admit¨ªa anoche un corredor de la Bolsa que decidi¨® terminar la jornada en un bar de Fleet Street especializado en vino. "M¨¢quinas, m¨¢quinas. Aprietas un bot¨®n y se hace todo", dijo este fil¨®sofo con traje y chaleco rayado.
El mecanismo financiero brit¨¢nico intervino inmediatamente para quitar importancia al desliz. El mensaje era simple: los diez millones no son nada. Hay sistemas para impedir que esta clase de accidentes afecten a fortunas muy superiores. Paul Cantwell, uno de los expertos de la firma Andersen Consulting, declar¨® a la agencia Press Association que los sistemas de seguridad son invulnerables a cualquier error o intento de sabotaje. Seg¨²n Cantwell, como en los circos, para los corredores de la Bolsa existen las mismas redes de protecci¨®n que tienen los trapecistas.
En s¨®lo cuesti¨®n de tiempo para que los mecanismos reguladores del mercado financiero intensifiquen las inspecciones de los sistemas electr¨®nicos de las entidades bancarias a fin de que no se vuelvan a cometer costosos y embarazosos errores. No ser¨¢ el primer caso de que el Gobierno brit¨¢nico va a tener que dar explicaciones sobre su pol¨ªtica de precisi¨®n y cu¨¢nta importancia dedica a la polic¨ªa inform¨¢tica y c¨®mo reducir la posibilidad de que vuelvan a ocurrir nuevos "errores humanos".
El 26 de septiembre pasado, otro error inform¨¢tico caus¨® un d¨¦ficit de 688.000 libras esterlinas (unos 160 millones de pesetas) al presupuesto del cuerpo de bomberos. En julio, un artefacto espacial brit¨¢nico, Soho, [un sat¨¦lite de observaci¨®n solar], estuvo perdido durante semanas a causa de un error humano hasta que, una vez subsanado, volvi¨® a reaparecer en los radares.
Hace poco m¨¢s de un mes, los administradores de una importante cadena de supermercados quedaron petrificados al descubrir que otro error hab¨ªa permitido que sus clientes desaparecieran rumbo a sus casas con mercanc¨ªa gratis por un valor de 30.000 libras esterlinas (siete millones de pesetas).
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