Los cinco de la pr¨®xima etapa
Antes de entrar en materia, un pre¨¢mbulo obligado. Que la etapa pujolista est¨¦ agotada hace tiempo no ha significado hasta hoy que Pujol haya acabado su existencia pol¨ªtica. En los dos ¨²ltimos a?os del presente mandato, en s¨ª una pl¨¢cida pr¨®rroga despu¨¦s del partido, Pujol no ha tomado ninguna decisi¨®n de calado. Los suyos han prestado m¨¢s atenci¨®n al futuro que al presente (los dem¨¢s no han dejado de hacerlo desde que ¨¦l lleg¨® al poder). Finalizar la legislatura en marzo del 98 es una ratificaci¨®n de los temores por la continuaci¨®n del declive, que se inici¨® en el 95 con la p¨¦rdida de 10 diputados. Los dos ¨²ltimos s¨ªntomas, Pujol se ha tragado la aversi¨®n de todo mandam¨¢s a nombrar heredero, y al d¨ªa siguiente los sectores menos confiados de su partido ya quer¨ªan precipitar el ascenso de Artur Mas a conseller en cap. De Pujol s¨®lo esperan que les deje bien situados en marzo para administrar su legado en los a?os venideros -los municipalistas de CDC, que espere a noviembre para que no les perjudique tanto-. Mas tiene para Pujol la ventaja de que no le va empujar como Roca o Duran. Si pierde seis u ocho diputados, est¨¢ perdido, pero s¨®lo perdiendo aunque sean tres o cuatro, a Pujol le empujar¨¢ desde dentro la masa de su partido, adem¨¢s de un Govern que aspira a sobrevivirle. Para qu¨¦ sacudir el ¨¢rbol con mis propias manos, debe de pensar Artur Mas, si la manzana caer¨¢ por simple gravedad newtoniana. El resto de los masovers est¨¢n bastante m¨¢s nerviosos. Con la designaci¨®n de Artur Mas -en el mejor de los casos, un reservado mazzariniano de una escuela psicol¨®gica no lejana a la de Aznar-, tenemos ya en escena al protagonista que faltaba para la etapa siguiente. Los otros cuatro son f¨¢ciles de adivinar. Estar¨¢ Maragall, sin duda. Duran tambi¨¦n, a la espera de que a Mas y a los chicos de la nueva ola convergente les caiga el manzano encima -lo que suceder¨ªa con toda probabilidad sin Mas, y ya veremos con ¨¦l-, y el ¨¢rbol de Uni¨® fructifique en el centro del campo nacionalista. Faltan dos. No piensen en Rib¨®, porque su opci¨®n est¨¢ en el tobog¨¢n y ¨¦l es un secundario nato. Carod- Rovira s¨ª es l¨ªder de un partido al alza, rodeado de pragm¨¢ticos que van al huevo, dispuestos a soltar ganga ideol¨®gica y sentimental e intentar aproximarse, aunque hoy por hoy parezca mentira, a gente como Javier Cercas y algunos sectores de la variopinta ensalada babeliana. Si no lo creen, esperen a ver. El quinto actor del pospujolismo merece p¨¢rrafo aparte, porque no se ha incorporado todav¨ªa al elenco de actores principales, y no lo va a hacer hasta despu¨¦s de finalizar, en primavera, el primer acto. Se llama Josep Piqu¨¦ y le espera una labor pol¨ªtica de la mayor envergadura y delicadeza. En las auton¨®micas, el efecto Gobierno ayudar¨¢ el PP a mejorar resultados, o por lo menos a resistir la bipolarizaci¨®n y mantenerse como tercera fuerza del Parlament. En las municipales, se plasmar¨¢ por primera vez una amplia implantaci¨®n territorial del PP. En las generales, con Piqu¨¦ al frente si no se tira de cabeza a la cuneta desde el cuatro por cuatro en el que anda velozmente montado, el PP experimentar¨¢ un par de fen¨®menos de alcance geol¨®gico llamados giro y eclosi¨®n. Giro ideol¨®gico y eclosi¨®n electoral. En cuanto Piqu¨¦ entre en escena, la demonizaci¨®n del PP, que prosigue inexorablemente, aunque sottovoce, con ese hermano peque?o que no es hermano de Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz sino anodina sombra de Vidal-Quadras, se esfumar¨¢ como la niebla entre el viento. Habremos entrado de lleno, cueste m¨¢s o menos de aceptar, en otra etapa pol¨ªtica, regida por una nueva norma: ninguna opci¨®n democr¨¢tica podr¨¢ ser deslegitimada bajo ning¨²n concepto. Parece poca cosa, pero si le dan cuatro vueltas ver¨¢n como es una clave may¨²scula para el futuro pol¨ªtico catal¨¢n, adem¨¢s de in¨¦dita en el presente siglo. Si no sobrevienen nuevos fen¨®menos de imposible previsi¨®n, esos cinco personajes se perfilan, con la m¨¢xima fiabilidad meteorol¨®gica, como los actores de la pr¨®xima etapa pol¨ªtica. De izquierda a derecha, Carod, Maragall, Mas, Duran y Piqu¨¦. El ¨²nico que no es nuevo, ni joven, es Maragall. Los cinco est¨¢n consolidados. A Pujol pueden no hab¨¦rsele acabado las fuerzas, pero es altamente improbable que las tenga para eliminar del mapa pol¨ªtico a uno solo de ellos. Ni a su hereu. Tres de ellos, Maragall, Duran y Piqu¨¦, son conocidos, queridos y respetados en toda Espa?a. No hay entre los cinco ning¨²n arrauxat. Ninguno es ajeno al catalanismo. Hay tres catalanes y dos aragoneses de origen (Duran es de la Franja y Carod de padre inmigrante y castellanohablante). Los cinco son pluralistas y el ¨²nico que proviene del esencialismo, si bien de familia mixta, se est¨¢ transformando a ojos vistas para ingresar en el club de los dem¨®cratas liberales. No sabemos c¨®mo van a interactuar los cinco entre s¨ª ni con relaci¨®n a las dos o tres docenas de secundarios que van a entrar en acci¨®n, en seg¨²n qu¨¦ momentos, con papeles importantes. Lo que s¨ª podemos suponer es que la partida pol¨ªtica va a ser dura, como todas, aunque bastante civilizada. Seguro que fundacional. Empezar¨¢ en marzo del a?o pr¨®ximo y sus jugadas fundamentales se producir¨¢n en algunos d¨ªas clave de la pr¨®xima legislatura. A partir de ah¨ª, Catalu?a habr¨¢ tomado un nuevo rumbo, es muy probable que sin escorar a una u otra banda, a lo mejor incluso con cierta elegancia. Es posible que luego no lo cambie durante algunos a?os. Sea como sea, los ciudadanos interesados en la pol¨ªtica podemos estar mucho m¨¢s tranquilos que hace unos meses, cuando lo m¨¢ximo que pod¨ªamos intuir para despu¨¦s de Pujol era un confuso diluvio de proporciones b¨ªblicas y consecuencias centroamericanas.
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