Que la obsesi¨®n te acompa?e

A lo mejor, David Gonz¨¢lez es el hombre que m¨¢s veces ha visto la trilog¨ªa de La guerra de las galaxias. Calcula, muy a ojo, que m¨¢s de seiscientas veces. Para echar la cuenta recuerda que a los 15 a?os hab¨ªa visto s¨®lo la segunda parte, El imperio contraataca, en 45 ocasiones. "Pero luego ya no lo cont¨¦ m¨¢s", explica. Gonz¨¢lez, que ahora tiene 24 a?os, aporta un dato decorativo-ilustrativo: "En mi casa siempre est¨¢ puesta la pel¨ªcula, como un hilo musical". Un amigo suyo, David Garc¨ªa, de 28 a?os, ha reunido, entre otros objetos relacionados con la pel¨ªcula, los m¨¢s de 200 mu?equitos animados diferentes de la colecci¨®n Krenner, que representan a los personajes en diferentes posturas, con diferentes trajes, con diferentes armas... Estos dos fan¨¢ticos de Luke Skywalker, la Princesa Leia o Darth Wader han montado por las buenas una exposici¨®n en el hotel Puerta de Toledo (metro Puerta de Toledo) con los juguetes, piezas de coleccionista y objetos varios, pero siempre gal¨¢cticos, que han reunido en sus casas en sus largos a?os de seguidores incondicionales. En total, 800 cosas. Desde la r¨¦plica de la espada de los caballeros Jedi hasta la cabezota de Chewaca.La muestra se abri¨® el viernes a las cinco de la tarde y cerrar¨¢ hoy a las nueve de la noche. Cinco minutos despu¨¦s de abrirse, unas doscientas personas, se supone tambi¨¦n que devoradores de la trilog¨ªa, se abalanzaron a contemplar las maquetas, las m¨¢scaras, los mu?ecos o los p¨®sters. Entre ¨¦stos se contaba Paco Cepas, que en sus 30 a?os ha visto la pel¨ªcula (solamente) 30 veces y que cuando se estren¨® la primera parte contaba con la edad perfecta como para quedar hipnotizado para siempre: nueve a?os, "la ¨¦poca del trauma". Cepa resumi¨® en una frase por qu¨¦ este cuento re¨²ne tanto encanto: "Porque es la historia que est¨¢s siempre esperando".

Gonz¨¢lez y Garc¨ªa consiguen los objetos, sobre todo, en EE UU y en Inglaterra. Con lo que cuesta la entrada de la exposici¨®n (500 pesetas) esperan cubrir gastos. "El hotel nos ha cobrado un past¨®n y necesitamos que vengan unos 1.500 visitantes", calculan. El primero cuenta que en su casa reserva un s¨®tano y una habitaci¨®n para almacenar juguetes. "Empec¨¦ como todos los ni?os, lo que pasa es que los dem¨¢s ni?os crecieron y yo no", recuerda y sonr¨ªe a la vez, dando a entender que lo de quedarse colgado en los 14 a?os no le importa en absoluto. A su compa?ero de man¨ªa le sucedi¨® algo parecido. Y al p¨²blico que acudi¨® el viernes, tambi¨¦n. Casi todos conoc¨ªan de memoria los nombres, las armas, los territorios,los planetas... Hasta tres peque?os de nueve a?os (con la edad perfecta, pues), que eran, sin duda, los que m¨¢s gritaban, los que m¨¢s se?alaban con el dedo. Los ¨²nicos en pegarse trompazos con el cristal protector de las maquetas por querer acercarse demasiado.