El p¨¢jaro de oro
Puede decirse que el final feliz es una exigencia com¨²n a todos los cuentos tradicionales. Cuentos, es verdad, que escuchaban con gusto los mayores, pero que estaban pensados para ser contados a los ni?os, y ¨¦sa es una raz¨®n m¨¢s que suficiente para que tuvieran que terminar bien, dado que lo que quiere el adulto cuando cuenta cuentos a los ni?os es informarles acerca del mundo, y de los peligros que pueden encontrarse en ¨¦l, pero sobre todo tranquilizarles, llevar a ese mundo siempre extremado, que es el mundo de la infancia, un poco de serenidad y cordura.Pero el final feliz no comporta s¨®lo una opci¨®n moral, sino algo que es a¨²n m¨¢s importante, una opci¨®n amorosa. Un cuento es una guarida, un nido. Y lo que los padres est¨¢n ofreciendo a los ni?os cuando se los cuentan no es s¨®lo una ense?anza acerca del mundo, sino un lugar de sosiego, de cobijo, al amparo de la adversidad. Lo sorprendente es cuando pensamos en los materiales con que est¨¢n hechas las paredes de esa casa. Cr¨ªmenes terribles, traiciones, cuerpos fragmentados, rastros de sangre, se alternan con p¨¢jaros de oro, facultades envidiables, alianzas insospechadas, vuelcos inauditos del coraz¨®n. Porque ¨¦sta es la maravilla de los cuentos, no nos enga?an acerca de c¨®mo es el mundo. Ofrecen al ni?o un cobijo, pero sin impedirle la contemplaci¨®n de la realidad contradictoria y desnuda. Por eso los psicoanalistas los aconsejan. Seg¨²n ellos, en los cuentos de hadas se dramatizan los conflictos b¨¢sicos del ser humano, en su fase de crecimiento, y ¨¦sta es la raz¨®n de que los ni?os deban escucharlos. Gracias a ellos ver¨¢n reflejados los grandes dramas de su coraz¨®n y aprender¨¢n a elaborar estrategias para superarlos. Tambi¨¦n descubrir¨¢n que tales conflictos no son privativos suyos, sino que son propios de todos los hombres. Es decir, podr¨¢n sentir celos espantosos, o deseos homicidas, sin sentirse condenados por ellos a un destino de monstruosidad y da?o, porque, tal y como ha escrito Fernando Savater, el problema no es tanto lo que nos pasa sino lo que somos capaces de hacer con lo que nos pasa. Desde esta perspectiva, el final feliz tendr¨ªa una funci¨®n integradora, el acceso a una unidad de conciencia superior, donde esos conflictos quedan superados, o al menos dejan de da?ar.
Pero veamos lo que pasa en El p¨¢jaro de oro, uno de los cuentos m¨¢s conocidos de los hermanos Grimm. Un ni?o debe buscar un p¨¢jaro de oro, y un zorro, al que previamente ha salvado la vida, le informa d¨®nde se encuentra y lo que tiene que hacer para conseguirlo. El p¨¢jaro est¨¢ en el interior de un palacio, y ¨¦l debe aprovechar la noche, y el sue?o de los guardianes, para entrar a buscarle. Hallar¨¢ al p¨¢jaro junto a dos jaulas, una de oro y una de madera; bajo ning¨²n concepto debe coger la de oro, si no quiere exponerse a graves complicaciones. El ni?o sigue literalmente las indicaciones del zorro, pero al final no puede resistir la tentaci¨®n de la jaula de oro, y la roba, precipitando su desgracia, pues el p¨¢jaro se pondr¨¢ a cantar, despertando a sirvientes y soldados del palacio.
Es dif¨ªcil no sentirse conmovido ante estas im¨¢genes. El p¨¢jaro de oro en la jaula de oro es un recurso admirable que contiene toda una teor¨ªa sobre el final feliz. ?Pues qu¨¦ otra cosa pueden significar sino una perfecci¨®n contraria a la idea de la vida, que siempre pide la mezcla, la impureza, la contradicci¨®n? Tener el p¨¢jaro de oro en una jaula pobre siempre nos har¨¢ sospechar que no es ¨¦se su lugar, y nos recordar¨¢ que viene de otro reino.
El final feliz supone, en definitiva, una vuelta al mundo, que es tambi¨¦n el lugar donde las preguntas vuelven a renovarse, pues la vida nunca termina de hacerse. Esto es lo que pasa en Los seis cisnes. Su protagonista trabaja tejiendo camisas de ortigas, con el ¨²nico empe?o de devolver a sus hermanos, transformados en cisnes por un hechizo, su aut¨¦ntica figura. ?Pero qu¨¦ significa el extra?o final del cuento? ?Por qu¨¦ si la muchacha logra terminar a tiempo su tarea y tejer dolorosamente las camisas para sus hermanos, una de ellas tiene que quedar incompleta condenando al m¨¢s peque?o de los pr¨ªncipes a vivir ya para siempre arrastrando la desgracia de su terrible deformidad? El ala de cisne significa muchas cosas, pero sobre todo, como la jaula de madera, impide que todas las preguntas queden contestadas y que el final se cierre de una forma demasiado abrupta.
Eso lo saben muy bien las madres. Saben que no pueden dar a sus hijos todo lo que ¨¦stos les piden porque entonces estar¨ªan construyendo para ellos una jaula de oro, en la que no podr¨ªan vivir. Tal vez merezcas un lugar as¨ª, les dicen, pero yo no puedo d¨¢rtelo. Es m¨¢s, si alguna vez lo encuentras recuerda que lo tienes que abandonar. Por eso les piden que abandonen la casita de chocolate. Si no fuera as¨ª, ?c¨®mo podr¨ªan regresar del bosque? Los cuentos hablan de ese regreso. Pero el final feliz, tan necesario para decir a los ni?os que si se esfuerzan obtendr¨¢n su recompensa, nunca debe despejar todas las dudas, a riesgo de estar enga?¨¢ndoles. Todos los verdaderos cuentos dejan ese rosario de preguntas, preguntas que seguir¨¢n viviendo m¨¢s all¨¢ de su final. El final feliz s¨®lo significa eso, que es posible instalarse sin angustia en el reino de la incertidumbre. ?Y qu¨¦ inmenso es ese mundo! Concluido un cuento, todas las preguntas sin contestar volver¨¢n a vivir. ?Por qu¨¦ la casita de la bruja era de chocolate, por qu¨¦ dejamos atr¨¢s cabezas que hablan, zorros que nos ayudan a vivir, muchachas dormidas, palabras encantadas? ?Tenemos que renunciar a todo eso? La respuesta es el ala de cisne. Busca en ti, nos dice ese ala. En alg¨²n lugar de tu cuerpo encontrar¨¢s un resto, una escama, una pluma, un trocito de cresta, algo que indica ese origen. Vivir es aprender a descubrir en el otro, y en uno mismo, esos restos encantados, y encontrar la manera de que se integren en el mundo. Nunca ser¨¢ posible sin provocar un trastorno. Y as¨ª como el pr¨ªncipe debe aprender a vivir con su ala, la Bella Durmiente tendr¨¢ que hacerlo con su terrible propensi¨®n al sue?o, o Blancanieves con esa afici¨®n loca que, sin duda, la habr¨¢ quedado por las cosas menudas, recuerdo de su tiempo en el bosque en compa?¨ªa de los enanitos. ?Y qu¨¦ decir de la Ni?a de los Gansos? ?C¨®mo puede extra?arnos que cuando vaya al mercado le d¨¦ por hablar con las cabezas de los animales sacrificados? ?Era tan mala, despu¨¦s de todo, Salom¨¦ al pedir la cabeza de san Juan, o s¨®lo estaba queriendo lo que todas las muchachas del mundo, que aquellos que aman les cuenten cosas sin parar?
Y los padres, ?qu¨¦ papel tienen en todo esto? Cuentan cuentos a sus hijos, pero saben que no deben servir al que duerme. El amor no es una urna de cristal, no es una jaula de oro, ¨¦se es el mensaje de los enanitos. Los padres tratan de explicar esto a los ni?os y prepararles para la vida. Pero tambi¨¦n, ser¨ªa absurdo negarlo, les cuentan cuentos para tenerles a su lado dormidos. Les ven un momento y luego se van. Los enanitos son los padres que lloran. Han quedado hechizados por esos pr¨ªncipes y princesas de oro que son todos los ni?os, y saben que antes o despu¨¦s tendr¨¢n que dejarles partir. Por eso los cuentos tambi¨¦n son buenos para ellos. Les sirven para prepararse ante el dolor que inevitablemente sentir¨¢n cuando les vean marchar.
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