Paneg¨ªrico
Que estaba uno con la colilla apagada del cancer¨ªgeno cigarrillo en la comisura de los labios, y entre el dormir y el so?ar. Por el balc¨®n entreabierto entraba un fr¨ªo sin lluvia, y era la noche del 19 al 20 hist¨®rico y olvidado de este noviembre valenciano, y ante el televisor. Cambia de repente el tono de la sinton¨ªa, como suele ocurrir en las pausas publicitarias, y te frotas los ojos y despejas el duermevela. Aparece entonces en la pantalla el rostro de nuestro presidente auton¨®mico Eduardo Zaplana. Es el rostro agradable y bien peinado del modoso, que no del aventajado, del discreto, que no del travieso de la clase. Con adem¨¢n equilibrado y ordenada compostura, desgran¨® nuestro auton¨®mico Presidente un rosario de bondades, un paneg¨ªrico, referente a nuestra situaci¨®n social y econ¨®mica, y a su propio quehacer pol¨ªtico. Lo guiaba, m¨¢s que entrevistaba, uno de esos contertulios televisivos, asistente habitual hace unos meses a no se sabe bien qu¨¦ programa amarillo de Canal 9. La estatutaria Comunidad Valenciana camina hacia un futuro de flores por una senda salpicada de adelfas y arrayanes: aqu¨ª el n¨²mero de parados desciende vertiginosamente; nuestro crecimiento econ¨®mico no tiene parang¨®n entre nuestros vecinos; dentro de poco tendremos espacios l¨²dico-culturales-recreativo-tur¨ªsticos que ser¨¢n un reclamo sin par en la vieja Europa; j¨®venes, liberales, centrados y bien peinados como nos queremos, las prestaciones y servicios sociales alcanzar¨¢n los niveles de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica, y miraremos a los suizos de soslayo y sin envidia. Aqu¨ª s¨®lo hay buen gobierno, buenos y honestos administradores p¨²blicos, hombres sin ambiciones pol¨ªticas alrededor de las dos de la madrugada, en El tercer grado del 19 al 20 emblem¨¢tico de noviembre, en un espacio nocturno y televisivo de La 2. Aqu¨ª no hay grito estent¨®reo ni salida de la raya ni torpe ali?o indumentario: aqu¨ª hay mucho centro y mucho paneg¨ªrico florido en un discurso envuelto de moderaci¨®n y buena urbanidad. No hay motivo para el sonrojo. Ni lo habr¨¢, porque aqu¨ª nos ponen huevos hasta los gallos, y los bueyes que arrastran la oposici¨®n han dejado el carro atascado en medio del camino. Pero el paneg¨ªrico encomi¨¢stico y autocomplaciente no lo digiere el duermevela ni el sopor de la noche ni la realidad que se percibe por los cinco sentidos. Y ¨¦sa deja mucho que desear entre contratos oscuros que suscribe una administraci¨®n auton¨®mica en manos del PP, para realizar trabajos que nunca ven la luz ni la pantalla del televisor si se sintoniza el canal auton¨®mico valenciano; deja mucho que desear, por ejemplo, si se piensa que aqu¨ª el contribuyente paga sus reparaciones dentales, y la ayuda familiar por hijo es irrisoria o inexistente cuando nos comparamos con nuestros conciudadanos centroeuropeos; deja mucho que desear la pol¨ªtica medioambiental o las escuelas p¨²blicas o las retenciones en la N-340. Aunque eso no importa a las tantas de la madrugada, de una noche fr¨ªa y con los teleespectadores entre el dormir y el so?ar; importa el paneg¨ªrico, sobre todo si va dirigido al ciudadano del estatutario Pa¨ªs Valenciano. Y es cierto que, en sus tiempos, Joan Lerma se dej¨® escribir un libro laudatorio en torno a su figura. Pero Lerma no acudi¨® a la presentaci¨®n del mismo, porque le causaba sonrojo.
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