Por las paredes de un t¨²nel
Bilbao s¨®lo cuenta con un lugar habilitado para escalar en un pasadizo de TxurdinagaEn Bilbao, se escala en un t¨²nel, y no se est¨¢ nada mal, salvo cuando llueve, aprieta el fr¨ªo o anochece. Tampoco importa que en el ¨²nico lugar del casco urbano bilba¨ªno habilitado para la escalada s¨®lo se pueda progresar en sentido horizontal. Es una paradoja para los no iniciados, pero tiene unas posibilidades enormes para los entendidos, que se desplazan de forma obsesiva por los graffitis de sus paredes. Cuentan que este lugar existe por el entusiasmo de un grupo de aficionados que tortur¨® al Ayuntamiento para que se desprendiera de la calderilla sobrante y habilitara un pasadizo localizado en el barrio de Txurdinaga. Colocaron las presas con ayuda de andamios, iluminaron la pareja de t¨²neles que conforman el pasadizo y convirtieron un lugar de tr¨¢nsito en punto de encuentro. El ¨²nico de la ciudad, hasta hoy. Las soluciones de emergencia, adem¨¢s de caer en lo perenne, bloquean la memoria: a los que habitualmente emplean las instalaciones de Txurdinaga les cuesta imaginarse en un roc¨®dromo (presas artificiales colocadas a modo de v¨ªa sobre una pared), el lugar m¨¢s indicado para desarrollar en la urbe este tipo de actividad. A la Federaci¨®n Vizca¨ªna de Monta?a, mucho tiempo detr¨¢s de las instituciones reclamando lo que considera leg¨ªtimo, le ha llegado su hora. Ayuntamiento y Diputaci¨®n andan detr¨¢s de construir dos c¨¦ntricos frontones para albergar el Mundial de Pelota del 2002 y con tanta pared a la vista, alguna (previsiblemente la parte trasera del front¨®n) deber¨ªa servir para acoger un roc¨®dromo. La Federaci¨®n de Monta?a solicitar¨¢ la creaci¨®n de unas instalaciones capaces de acoger "cert¨¢menes de car¨¢cter internacional", seg¨²n explica su presidente, Alberto Sancho. Si escalar en Bilbao es un imposible, por lo menos en lo que la mayor¨ªa entiende como la obsesi¨®n por trepar por una pared alej¨¢ndose del suelo, el boulder (t¨¦rmino anglosaj¨®n que remite a la progresi¨®n en equilibrio horizontal) se convierte en su mejor sustituto. El suced¨¢neo, aunque interesante, presenta serios problemas de infraestructura. No la hay. Esto explica que los madrugadores empiecen a escasear: no parece adecuado emplear las falanges heladas para tantear la pared. De noche, mismo problema, algo que no preocupa en Vitoria (tres polideportivos cuentan con roc¨®dromo en su oferta, a los que se suma el del IVEF) y San Sebasti¨¢n (uno municipal). En Txurdinaga, los transe¨²ntes -jubilados, estudiantes y amas de casa, principalmente- sortean las mochilas desperdigadas sobre el suelo, un vestuario improvisado, sin duchas, ni bancos, ni nada, como corresponde al m¨¢s humilde de los escenarios deportivos robados del paisaje urbano. Entre los curiosos, los m¨¢s impresionables se interesan por el dolor de dedos, m¨¢s por matar el tedio del paseo diario (eso, los jubilados) que por un inter¨¦s sincero. En horario punta (mediodia y atardecer) coinciden estudiantes y trabajadores, cada uno a su aire, alternando el uso de las cuatro paredes de forma civilizada. Todo muy familiar, natural, con algo del estilo que caracteriza a los okupas.
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