Euro
En un reciente art¨ªculo, Regis Debray se lamentaba de que la futura moneda europea no acu?e en sus caras sino ventanas, puentes y viaductos, "una simbolog¨ªa sin carne", dec¨ªa. Comparaba luego esa moneda con la americana, donde figuran padres fundadores, ¨¢guilas imperiales, el ojo de Dios, y conclu¨ªa: "Sin pasi¨®n no se logra nada grande". ?Qu¨¦ entender¨¢ Debray por "grande"? Y, puestos a pensar en magnitudes, ?cu¨¢ntas peque?eces son necesarias para construir una grandeza? ?Cu¨¢les son los enanos que hacen grande a EEUU e Israel, "las dos ¨²ltimas naciones mesi¨¢nicas del mundo", seg¨²n afirma un tanto alegremente? ?Y son grandes o son seniles? ?Deben seguir fund¨¢ndose las naciones en Dios y H¨¦roes nacionales, en ej¨¦rcitos y deporte? ?Por concesi¨®n a la ignorancia o para producir ignorancia? ?Sigue siendo la historia la ¨²nica identidad de los ciudadanos como en la ¨¦poca de Napole¨®n, quiero decir de Napole¨®n III? La novedad europea consiste precisamente en la eliminaci¨®n de los artilugios de cohesi¨®n burguesa: la religi¨®n, la simbolog¨ªa nacional, la historia sagrada, la formaci¨®n ideol¨®gico-militar de los ciudadanos.Una Europa desprovista de s¨ªmbolos, con un m¨ªnimo cat¨¢logo de se?ales, es un ¨¢mbito en donde se puede respirar sin pagar tributo de sangre a Dios, a la Naci¨®n, al Padre de la Historia. La ventaja es evidente: en ese lugar "dise?ado con ordenador", como dice Debray (pero yo lo digo a favor), caben perfectamente los parques tem¨¢ticos regionales como "Francia", "Espa?a" o "Croacia", cuyo car¨¢cter de mero espect¨¢culo permite que ni siquiera sean incompatibles "Euskadi" y "Espa?a", por ejemplo, siempre que no haya representantes de Dios, herederos de los padres fundadores o juristas de la Identidad cobrando tributo de sangre en las taquillas de entrada.
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