Hacia el caos metropolitano
J. J. P?REZ BENLLOCHEl 40% de las 62.111 hect¨¢reas que se extienden desde Pu?ol a L"Albufera est¨¢n urbanizadas y la huerta metropolitana del cap i casal cede cada a?o 100 hect¨¢reas al asfalto y el cemento. A este paso, el Tribunal de Aguas, de no serlo ahora mismo, se convertir¨¢ en una reliquia folcl¨®rica por falta de tierras regadas y de litigantes. Frente a este fen¨®meno, los profesores Joan Mateu y Juan Marco, de las universidades de Valencia y Polit¨¦cnica, respectivamente, postulaban abrir un debate social para decidir la pol¨ªtica oportuna a fin de salvar o sacrificar las distintas ¨¢reas cultivadas seg¨²n est¨¦n m¨¢s o menos degradadas. Esta era la s¨ªntesis de sus datos y propuestas, que recog¨ªa mi colega Felip Pinazo el domingo pasado en estas p¨¢ginas. Este asunto nos lleva de la mano a otro: ?qu¨¦ organismo, ente o instituci¨®n est¨¢ llamada a responsabilizarse del problema? Si existe, parece obvio que no ejerce cuando se ha llegado a extremos como los anotados, y tampoco se conocen criterios previsores o actuaciones de las instancias que, te¨®ricamente, declaran asumir las correspondientes competencias. La verdad es que en este cap¨ªtulo, atinente a la organizaci¨®n del territorio y lo que ello comporta en punto a planificaci¨®n y servicios, las sucesivas administraciones p¨²blicas han sido un verdadero desastre debido a la codicia y necedad que ha inspirado su comportamiento. Recordemos a tal efecto que este ¨¢mbito territorial llamado metropolitano es una realidad unitaria y as¨ª ha sido contemplada incluso por el remoto franquismo. Aquellos se inventaron la Corporaci¨®n Gran Valencia, que los dem¨®cratas sustituyeron en 1986 por el actual Consell Metropolit¨¤ de l"Horta, o lo que queda de aquella iniciativa primigenia. El alcalde Ricard P¨¦rez Casado y su animoso equipo -menci¨®n especial para quien fuera su gerente, Francisco Cholbi- confiaron en este ¨®rgano, facultado para abordar coherentemente y con esp¨ªritu participativo de los interesados los problemas comunes -territorio, urbanismo, transporte, tratamiento de basuras, aguas- de los municipios implicados, que hoy suman ya 45. Hasta el m¨¢s bobo de la clase percibe la conveniencia, acaso sin alternativa, de resolver conjunta y negociadamente estos retos para no abismarnos metropolitanamente en el caos. Pero esto supone que el Consell disponga de medios y, consecuentemente, de poder, lo que, por otra parte, est¨¢ recogido en sus leyes constitutiva y de financiaci¨®n. Sin embargo, a los pol¨ªticos con mando en plaza, ya fueren socialistas o populares, ese poder les pareci¨® excesivo por ser ajeno y han preferido desguazar parcialmente el invento. De este modo, fue despojado de urbanismo, territorio y transporte, dej¨¢ndole ¨²nicamente basuras y aguas, y a¨²n ¨¦stas son motivo de incordio constante por parte de la alcaldesa Rita Barber¨¢, que en esta parcela act¨²a, como otros en las dem¨¢s, a modo de insaciable zopilote. Y no hablemos de la financiaci¨®n, que sigue in¨¦dita. Resulta parad¨®jico que, despu¨¦s de fracasar los intentos liquidadores de esta corporaci¨®n y reducirla a sus cometidos m¨ªnimos, nadie ha podido darle la puntilla. A cada embate, como pretendieron los consejeros de Presidencia, Luis Berenguer y Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, constataron que, matado el Consell, habr¨ªa que alumbrar otro. Y ello se debe a que est¨¢ sustentado por esa realidad metropolitana que el Gobierno se resiste a acometer como un todo, lo que se traduce en consecuencias perversas y probablemente irreversibles. El caso de la huerta que expira, arriba se?alado, es uno, pero tambi¨¦n el transporte y el territorio, faltos de una pol¨ªtica comprensiva y consensuada en el foro pertinente, que es el Consell, y no otro. Ante tal vac¨ªo, no es extra?o que cada cual -municipio o grupo de ellos- intente solventarse sus papeletas. En Horta Sud se tejen un Pla Estrat¨¨gic, y ma?ana ser¨¢ en Horta Nord, y antes lo fue la capital, y otros que seguir¨¢n. A guisa de corolario preguntamos: ?hay alguien por ah¨ª que gobierne esta metr¨®polis m¨¢s all¨¢ del chato horizonte de sus personales ego¨ªsmos? ? Infausta despedida A lo largo de 34 a?os, Fernando Mateu de Ros ha estado a pie de obra en la Feria de Muestras de Valencia. Por su iniciativa y desvelos naci¨® y prosper¨® el m¨¢s internacional y seguramente representativo de todos los cert¨¢menes que nos acreditan: el del mueble. Ese m¨¦rito no se lo quita nadie. Pero es que, adem¨¢s, por su veteran¨ªa y bonhom¨ªa, al margen de sus cualidades gerenciales, su personalidad ha constituido durante todos estos lustros un referente de esa entidad. Se han sucedido los consejos de administraci¨®n y unos presidentes han relevado a otros seg¨²n los vaivenes pol¨ªticos, pero Mateu de Ros ven¨ªa a ser el responsable de la continuidad y el guardi¨¢n de la memoria entre unos mandamases y otros. Ahora e imprevistamente, aprovechando el almuerzo tradicional con la plantilla laboral de la entidad, comunica que se corta la coleta. Est¨¢ en su derecho, pues poco m¨¢s se le puede exigir a tan colmada hoja de servicios. Incluso resulta conmovedor que el anuncio jubilar se produzca en este trance que, acorde con su ideario, ver¨ªa te?ido de azul mah¨®n proletario. Pero no nos encajan las piezas. Nos tememos que, una vez m¨¢s, la ingratitud -o vete t¨² a saber qu¨¦ maniobras- malogra un desenlace que debi¨® ser claro y celebrado. Nos tememos que la instituci¨®n ferial, y su principal mandatario, Antonio Baixauli, si se sobreponen a su mala conciencia e insensibilidad, habr¨¢ de reparar lo que se nos antoja un agravio. Y algo parecido habr¨ªa que anotar del mismo sector fabril, el del mueble, al que no le faltan motivos para rendir el homenaje debido. Ocasi¨®n tienen todav¨ªa para enmendar la plana. Claro que, de no hacerlo, tampoco nos chocar¨ªa: Valencia y ellos son as¨ª.
PEDRO RUIZ, rector de la Universitat de Val¨¨ncia, ha presentado el programa de los "Cinc Segles" de la instituci¨®n. Asegur¨® que para financiarlo se han obtenido m¨¢s de mil millones de pesetas, lo que auspicia unos fastos excepcionales. Confiemos en que no se lo gasten todo en pompa y circunstancia.
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