Fin de mandato
El estatuto del Ombudsman de EL PA?S -as¨ª se sigue denominando la norma que regula desde 1985 el trabajo del Defensor del Lector- establece un mandato m¨¢ximo improrrogable de dos a?os en el ejercicio de estas funciones. El que se inici¨® en noviembre del a?o 1996 con este defensor del lector concluye, pues, en estas fechas. A esta columna dominical -la ¨²ltima por imperativo estatutario- le cumple, por tanto, ser acta de despedida de los lectores, al tiempo que de reconocimiento a su empe?o por que este peri¨®dico siga siendo fiel a su compromiso fundacional con un modelo informativo que tiene como norte, cualesquiera que sean los fallos e incumplimientos, la veracidad, el rigor y la calidad de las noticias que se publican en sus p¨¢ginas. La pr¨®xima columna, pues, que aparezca en esta secci¨®n ser¨¢ ya del nuevo defensor del lector, al que, sea quien sea, le deseo suerte y acierto en su tarea.En el cap¨ªtulo de la despedida, lo primero y principal que cabe hacer a este defensor es pedir disculpas a aquellos lectores que se hayan sentido frustrados, insatisfechos o incluso burlados con las explicaciones dadas a sus quejas o cr¨ªticas. Pero tanto si estas explicaciones han sido p¨²blicas como privadas, siempre ha habido un especial inter¨¦s por mi parte en que fueran razonadas y fundadas. Desde esta secci¨®n, nunca se ha pretendido imponer ning¨²n punto de vista o decisi¨®n porque s¨ª. Si no he logrado en ocasiones convencer a los lectores, no habr¨¢ sido por falta de argumentos, sino de habilidad por mi parte al exponerlos.
En el cap¨ªtulo del reconocimiento hay motivos m¨¢s que sobrados para mostr¨¢rselo a los lectores. En la columna dominical que inaugur¨® el mandato que ahora concluye, titulada La importancia de ser lector, se defendi¨® la tesis de que el lector moderno de prensa -el de EL PA?S, desde luego- deb¨ªa ser considerado fundamentalmente como parte integrante del proyecto period¨ªstico por encima de su faceta de mero comprador o consumidor de peri¨®dicos. Los lectores de EL PA?S han demostrado en estos dos a?os, con su permanente relaci¨®n con esta secci¨®n, que siguen sinti¨¦ndose parte integrante del proyecto period¨ªstico que se materializa todos los d¨ªas en estas p¨¢ginas y que, naturalmente, no se desentienden de su evoluci¨®n. En realidad, los lectores de EL PA?S han tomado la palabra a la direcci¨®n de este peri¨®dico, que en numerosos foros, y especialmente en los pr¨®logos a las diversas ediciones del Libro de estilo, ha mantenido que los lectores -no los periodistas- "son los ¨²ltimos propietarios de la informaci¨®n" y que "el compromiso de informaci¨®n de un peri¨®dico se sustenta en el respeto a sus lectores".
No es cuesti¨®n de hacer an¨¢lisis de las veces que los lectores de EL PA?S han enarbolado en los dos ¨²ltimos a?os ese t¨ªtulo de propiedad o reclamado ese respeto del que son merecedores en la informaci¨®n que reciben. Las columnas dominicales de esta secci¨®n son s¨®lo una parte -la que tiene un reflejo p¨²blico- de ese compromiso activo de los lectores con el modelo informativo fundacional de este peri¨®dico. Pero, de resaltar alg¨²n caso, procede hacerlo con aquel toque de atenci¨®n que nos dieron con ocasi¨®n de aquella malhadada, artificiosa y sucia denominada batalla digital, alentada por algunos elementos del Gobierno del Partido Popular en momentos en que no hab¨ªa iniciado todav¨ªa su actual viaje al centro y en la que, bien a su pesar, se vio envuelto este peri¨®dico. Entonces, los lectores nos enviaron este sencillo, coherente e irreprochable mensaje: "Estamos con ustedes, pero est¨¢n obligados a respetar en todo momento sus propias reglas ¨¦ticas y deontol¨®gicas, aquellas con las que se han comprometido p¨²blicamente en su quehacer informativo, incluso especialmente cuando se trata de informaciones que les afectan". Los lectores de EL PA?S tuvieron la posibilidad efectiva de se?alar aquellos tratamientos informativos que juzgaron incorrectos y su queja fue atendida.
Pero no deseo que este espacio se agote en asuntos pret¨¦ritos. Los lectores, como es su derecho, siguen exponiendo sus quejas y observaciones cr¨ªticas ante tratamientos informativos cuestionables que no dejan de producirse. Mi sucesor se encontrar¨¢, como herencia, un buen ramillete sobre la mesa de su despacho. Para aligerarle la tarea, y como colof¨®n de esta columna y de este mandato, no quiero pasar por alto dos de estas quejas.
A un lector de Pamplona le ha llamado la atenci¨®n -y al Defensor del Lector tambi¨¦n, cuando fue advertido de ello- que se recurriera al origen geogr¨¢fico y a la ascendencia jud¨ªa de lores de la C¨¢mara de los Lores para determinar su posible posici¨®n sobre la inmunidad de Pinochet. "Surafricano y jud¨ªo", se dec¨ªa en el titular, cuando en el caso de sus pares -los lores Slynn, Steyn, Lloyd y Nicholls- se destacaron en el titular elementos referidos a su supuesta postura doctrinal -a favor, en contra o dudoso- en el conflicto legal que deb¨ªan resolver (EL PA?S, 25 de noviembre). Incluso si no respondi¨® a prejuicio alguno de quien lo redact¨®, tal titular es un mal titular, aspecto que resalta todav¨ªa m¨¢s por hallarse al lado de titulares correctos, coherentes en este caso con la informaci¨®n que encabezaban.
La otra queja tiene que ver, una vez m¨¢s, con el mal uso del idioma, y en concreto con "los calcos toscos y serviles que se hacen de las estructuras sint¨¢cticas del ingl¨¦s", asunto al que se refiri¨® la columna dominical de 1 de noviembre. Una lectora de Oviedo, Mar¨ªa Jos¨¦ Gonz¨¢lez Quir¨®s, pone como ejemplo de esa mala costumbre un titular y una careta informativa de la primera p¨¢gina de EL PA?S de esa misma fecha. En ese titular se dec¨ªa que los espa?oles ignoran en los partos las normas de la OMS, cuando lo correcto es decir que las "incumplen", y en la careta se calificaba a las normas de "rutinarias". "?Es mucho pedir a su peri¨®dico, con Libro de estilo, que no titule en ingl¨¦s cuando escribe en espa?ol?", pregunta esa lectora. Es muy pertinente la pregunta. Pero el mal que denuncia la lectora es uno de los efectos de las "pr¨¢cticas rutinarias" -es decir, de una forma de hacer las cosas por mera costumbre y sin pensarlas- que a veces se instalan en la Redacci¨®n. Porque en este caso la informaci¨®n de p¨¢ginas interiores, firmada por Milagros P¨¦rez Oliva, y a la que se refer¨ªa el titular y la careta de primera, estaba perfectamente titulada y escrita. En ella se hablaba de que los espa?oles "incumplen" las recomendaciones de la OMS, as¨ª como de "procedimientos rutinarios". Al autor del titular y de la careta de primera s¨®lo se le exig¨ªa resumir fielmente la informaci¨®n de p¨¢ginas interiores, tanto en lo referente a su contenido como a los t¨¦rminos con que estaba escrita. Pero incluso las tareas m¨¢s sencillas pueden resultar un desastre si se hacen por mera rutina y sin pensarlas.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 33778 36.
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