La mitad de Euskadi
EN LAS seis elecciones celebradas en el Pa¨ªs Vasco en los ¨²ltimos cinco a?os, el conjunto de las fuerzas nacionalistas (PNV, EA y HB -EH-) ha obtenido en promedio el 51,5% de los votos. En cuatro de esas votaciones, los nacionalistas fueron mayoritarios, y en dos lo fueron las fuerzas no nacionalistas. Ahora todo parece indicar que existe un acuerdo para formar un Gobierno nacionalista en minor¨ªa (PNV-EA: 27 esca?os en un Parlamento de 75) con apoyo exterior de Euskal Herritarrok (14 esca?os). No era la primera opci¨®n del candidato del PNV, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, que durante la campa?a y despu¨¦s de ella expres¨® su preferencia por un Gobierno estable y heterog¨¦neo; es decir, con mayor¨ªa garantizada en la C¨¢mara aut¨®noma y representativo del pluralismo vasco.Seguramente esa opci¨®n no era un¨¢nime en el seno del PNV. Tal como han ido las cosas, da la impresi¨®n de que los partidarios de un Gobierno nacionalista han utilizado los contactos con los socialistas para cubrirse ante eventuales reproches internos si la experiencia de dar a EH la llave de la gobernabilidad sale mal. Porque lo que no tiene sentido es plantear la posibilidad de un tripartito con presencia del PSOE en nombre del pluralismo y exigir como condici¨®n que los socialistas renuncien a aquello que constituye su se?a diferencial (la compatibilidad entre la identidad vasca y la espa?ola) y asuman como propia la que caracteriza a los nacionalistas: el "¨¢mbito vasco de decisi¨®n".
Se le denomine as¨ª o de otra manera -soberanismo, autodeterminaci¨®n-, ese principio proclama, en su formulaci¨®n actual, que los partidos e instituciones espa?oles deben hacer propia cualquier decisi¨®n adoptada por los partidos e instituciones vascos. Es un planteamiento que se fundamenta en la convicci¨®n o creencia de que no es posible una soberan¨ªa compartida. Frente a ese planteamiento, otros vascos, incluyendo seguramente a muchos afiliados y votantes nacionalistas, opinan o creen que no existe una incompatibilidad radical entre la identidad vasca y la espa?ola y prefieren la autonom¨ªa a otras f¨®rmulas.
Sin renunciar formalmente al ideal independentista, el PNV lleva al menos 90 a?os defendiendo una pol¨ªtica autonomista. Aparte otras razones, por realismo: sabe que gran parte de la poblaci¨®n no se siente nacionalista, pero ha aceptado, en aras de la convivencia, una f¨®rmula de autogobierno que durante d¨¦cadas s¨®lo reclam¨® el PNV. En los ¨²ltimos 20 a?os, ¨²nicamente ETA y su brazo pol¨ªtico -que ha venido obteniendo entre el 12% y el 18% de los votos- han rechazado esa f¨®rmula. En su intento por convencer a ese sector de que renuncie a la violencia, el nacionalismo autonomista ha aceptado con el Pacto de Estella un planteamiento m¨¢s proximo al del radicalismo que al suyo propio. Exista o no un compromiso expreso con ETA y HB, el PNV se est¨¢ comportando como si lo hubiera: aceptando exigencias como la de liquidar la Mesa de Ajuria Enea, dar por superado el marco del estatuto (apoyando la asamblea de municipios propuesta por HB como alternativa) y acatando la exclusi¨®n de los no nacionalistas del Gobierno vasco.
El problema es que los resultados electorales no han sido los esperados por el PNV, y ello otorga demasiado poder a HB. De ah¨ª las dudas internas y la necesidad de escenificar el intento de pacto con los socialistas. Pero, si fuera algo m¨¢s que un simulacro, no habr¨ªan planteado una condici¨®n como la del ¨¢mbito de decisi¨®n. Habr¨¢, pues, Gobierno nacionalista con fuerte influencia de HB, formaci¨®n que ayer reafirm¨® en su asamblea un proyecto espec¨ªficamente antiautonomista y rechaz¨® la posibilidad de participaci¨®n directa en el Gobierno de Vitoria.
Tal vez la experiencia de asumir responsabilidades parlamentarias sea necesaria para la maduraci¨®n e integraci¨®n de HB-EH en el sistema democr¨¢tico. Pero para ello ser¨¢ imprescindible que sus amigos del PNV les aclaren que una asamblea municipal como la que proponen no es democr¨¢tica; que por esa v¨ªa nunca se integrar¨¢ Navarra voluntariamente en un ¨¢mbito pol¨ªtico compartido; que la mitad de la poblaci¨®n no es nacionalista, pero la mayor¨ªa se identifica con el Estatuto de Gernika, y que la idea de que los partidos e instituciones espa?oles tengan que asumir por principio lo decidido por las fuerzas vascas es una pretensi¨®n, no un derecho.
Tambi¨¦n ser¨¢ necesario que los nacionalistas no violentos que ayer se sumaron a la movilizaci¨®n por el acercamiento de los presos les hagan ver que no hay causa que justifique el asesinato y que, como afirma el manifiesto de las v¨ªctimas del terrorismo hecho p¨²blico ayer, sin el reconocimiento del da?o causado ser¨¢ imposible la reconciliaci¨®n.
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