"Imag¨ªnense el Pent¨¢gono con la m¨¢quina del tiempo de H. G. Wells"
Este hombre ha vuelto a conjurar a los Morlock y ha hecho regresar al Viajero del Tiempo en su fr¨¢gil m¨¢quina a aquel terrible pozo del remoto futuro que imagin¨® el gran H. G. Wells. Por si esto fuera poco, ha construido un universo digno de Julio Verne e imaginado barrocas m¨¢quinas voladoras que resisten la comparaci¨®n con las del maestro, sal¨®n de fumar incluido. Si a?adimos que este individuo est¨¢ considerado el sucesor de Arthur C. Clarke, pues ya no cabe duda de que se trata de alguien muy muy interesante. Es Stephen Baxter (Liverpool, 1957), autor de la continuaci¨®n "autorizada" de La m¨¢quina del tiempo (Las naves del tiempo) y de la sumamente verneana novela Antihielo, ambas publicadas en Espa?a por Ediciones B. En la actualidad, colabora con Clarke en una novela que firmar¨¢n ambos y estos d¨ªas se encuentra en Barcelona como oficiante de la entrega del premio de ciencia-ficci¨®n que otorga cada a?o la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a y que se falla hoy.H. G. Wells cerr¨® su inolvidable obra con estas palabras: "El Viajero del Tiempo desapareci¨® hace tres a?os. Y, como todo el mundo sabe, no ha regresado nunca". Bueno, parece que s¨ª ha regresado. ?Por qu¨¦? "Cuando le¨ª de ni?o La m¨¢quina del tiempo me sent¨ª fascinado por lo que iba a ocurrir despu¨¦s", explica Baxter, escritor cuyo f¨ªsico hace justicia a su doctorado en matem¨¢ticas y su inter¨¦s por el espacio profundo. "Yo pensaba que la historia continuaba, que el propio Wells hab¨ªa escrito una segunda parte. Terminaba tan de repente... Despu¨¦s, ya adulto, quise escribir mi propia novela sobre el viaje en el tiempo, con la idea de combinar narraci¨®n y teor¨ªa. El tema me apasionaba: imag¨ªnense que cualquier Gobierno tuviera la m¨¢quina del tiempo, que fuera posible retroceder al pasado y matar a Hitler. Imag¨ªnense al Pent¨¢gono con la m¨¢quina del tiempo de Wells; la historia cambiar¨ªa de manera absoluta. Yo deseaba escribir esa novela. Pero hay una regla en la ciencia-ficci¨®n: cuanto mayor es la historia que quieres contar y mayor el entorno, m¨¢s sencilla tiene que ser en su nivel humano. Ten¨ªa que encontrar un personaje emp¨¢tico y simp¨¢tico para facilitar el seguimiento de la trama, una historia de universos m¨²ltiples y complejos, una dramatizaci¨®n de la nueva cosmolog¨ªa. Record¨¦ entonces el final abierto de Wells, volv¨ª all¨ª, rele¨ª el libro y otras cosas del autor".
Wells tard¨® ocho a?os en realizar la versi¨®n definitiva de La m¨¢quina del tiempo y entretanto public¨® una primera narraci¨®n en la que un cient¨ªfico llamado Moses Nebogipfel viajaba al pasado para cometer un asesinato. Baxter ha recuperado algunas de esas ideas previas. Las naves del tiempo es extremadamente fiel a Wells en su inicio y final, pero entre uno y otro suceden cosas alucinantes: el Viajero conoce Morlocks inteligentes -incluso viaja con uno- que han construido un mundo esfera alrededor del Sol (con influencias de Cita con Rama, de Clarke, por cierto), conoce a G?del, contempla a un Messerschsmitt alem¨¢n arrojar una bomba at¨®mica en el Paleoceno, reencuentra a Weena, la dulce y atontada Eloi, y se topa varias veces consigo mismo produciendo las l¨®gicas paradojas temporales. "Me interes¨® confrontar a un cient¨ªfico como era el Wells de 1895 (y su ¨¢lter ego el Viajero) con la ciencia del siglo XX. En ese sentido me gusta ver la historia como un di¨¢logo entre Wells y yo; quiero creer que Wells estar¨ªa contento de ver que su trabajo est¨¢ vivo y no s¨®lo en manos de historiadores y cr¨ªticos". En Antihielo, ucron¨ªa que muestra a una Gran Breta?a imperial imponi¨¦ndose en la guerra de Crimea gracias a un material hallado en el polo que, adem¨¢s, permite desarrollar de manera incre¨ªble la tecnolog¨ªa, homenajea con mucha pericia a Verne. "Es sorprendente su exactitud al describir m¨¢quinas; podr¨ªamos decir que Verne hizo el primer borrador de dise?os que Von Braun mejor¨® despu¨¦s. Es incre¨ªble su capacidad predictiva". Baxter reconoce una predisposici¨®n a imaginar ¨¦l tambi¨¦n m¨¢quinas barrocas y decimon¨®nicas: seguramente arranca de cuando de ni?o lo llevaban a tomar el t¨¦ a un caf¨¦ del hotel Adephi de Liverpool que reproduc¨ªa el sal¨®n del Titanic. El tercer maestro, Clarke. "Me halaga que me consideren su sucesor, pero ¨¦l est¨¢ vivo, y lleno de proyectos. El rey no ha muerto". No, pero tiene 81 a?os, est¨¢ enfermo y tocado por la pol¨¦mica. "Fue muy doloroso para ¨¦l que el pr¨ªncipe Carlos renunciara a nombrarlo caballero personalmente por los rumores sobre pederastia. No creo que sea un secreto que Clarke es homosexual, gay. Eso no era f¨¢cil en la Inglaterra de los cincuenta y por eso se fue a Ceil¨¢n a construirse su propia vida. All¨ª ha llegado a un acuerdo con su naturaleza, ha fundado una familia, ha encontrado la felicidad. Lo de los abusos deshonestos es algo sin raz¨®n ninguna que s¨®lo ha generado dolor. Clarke ha sentido mucha verg¨¹enza, pero ya lo ha superado".
Sobre la ciencia-ficci¨®n, Baxter dice: "Es un g¨¦nero b¨¢sicamante l¨²dico, un entretenimiento, pero tiene un papel: ayudarnos a saber cu¨¢l es nuestro lugar en el universo. Vivimos en una sociedad sin religi¨®n y sin duda la ciencia-ficci¨®n, la buena, contribuye a reemplazar el sentido de maravilla que ha perdido el hombre".
No hay que pensar que Baxter, estrella ascendente de la ciencia- ficci¨®n, haya dedicado todo su talento a homenajear a los cl¨¢sicos. Posee una larga lista de t¨ªtulos de creaci¨®n absolutamente personal, entre ellos la saga de los xeele y una serie que constituye una historia alternativa de la NASA.
Baxter est¨¢ seguro de que hay vida fuera de la Tierra, pero no inteligente. "Si hubiera vida inteligente all¨¢ fuera", se?ala, "ya lo sabr¨ªamos".
Babelia
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