Tres generaciones
Un indicio de que los que mandan en el PNV prefieren pactar con Euskal Herritarrok antes que con los socialistas fue el nombramiento de Joseba Egibar como portavoz parlamentario: ser¨ªa dif¨ªcil encontrar un diputado del PNV m¨¢s adecuado para negociar con los de Arnaldo Otegi los respaldos que necesitar¨¢ un Gobierno nacionalista en minor¨ªa. Esa impresi¨®n se vio reforzada cuando el mismo dirigente nacionalista fue designado para encabezar la comisi¨®n encargada de las conversaciones con los socialistas: ser¨ªa dif¨ªcil encontrar a alguien con menos ganas de llegar a un acuerdo. Si los que mandan hubieran tenido intenci¨®n de reeditar el tripartito, habr¨ªan nombrado portavoz al diputado Joseba Arregi, por ejemplo, y en la negociaci¨®n no habr¨ªa faltado alguien como Atutxa.Hay un componente generacional en todo esto. Egibar tiene 39 a?os y Arnaldo Otegi 40. El abogado ??igo Iruin es algo mayor -naci¨® en 1953-, pero puede consider¨¢rsele de la misma hornada nacionalista. Los tres estaban en la veintena en los a?os de la explosi¨®n nacionalista que sigui¨® a la muerte de Franco: cuando la distinci¨®n entre violentos y pac¨ªficos, dem¨®cratas y antidem¨®cratas, quedaba diluida en el entusiasmo compartido. La vida les llev¨® por caminos diferentes, pero seguramente participaron de id¨¦nticos fervores, y as¨ª han debido recordarlo en las conversaciones que precedieron a Lizarra. Con alguna paradoja: en el funeral por su amigo Ram¨®n Doral, ertzaina asesinado por ETA en marzo de 1996, Egibar inici¨® el canto del Lepoan artu, la canci¨®n escrita por Telesforo Monz¨®n que acompa?¨® la Marcha por la libertad y dem¨¢s movilizaciones por la amnist¨ªa de 1977. Otegi fue miembro de ETA y conoci¨® la c¨¢rcel y el exilio antes de convertirse en portavoz de HB con ocasi¨®n del encarcelamiento de la Mesa Nacional. Iruin, del sector encorbatado de HB, fue asesor de Eugenio Etxebeste en Argel e interlocutor de Egibar-Ollora en las conversaciones con el PNV de 1992.
En las actas de esas conversaciones se recoge ya el ofrecimiento del PNV a HB de integraci¨®n en un Gobierno nacionalista, primer paso de un proceso que culminar¨ªa con la celebraci¨®n de un plebiscito. Sin embargo, hasta Lizarra el PNV no hab¨ªa cuestionado la validez del Estatuto de Gernika. Lo hab¨ªa hecho Egibar en alguna ocasi¨®n, pero no el partido como tal. El texto de Lizarra no se refiere expresamente al Estatuto, pero tanto ETA como HB lo interpretan como el reconocimiento del "agotamiento" de la v¨ªa auton¨®mica y punto de arranque de un proceso constituyente.
Arregi o Atutxa est¨¢n en la cincuentena; ten¨ªan veintitantos cuando se celebr¨® el Juicio de Burgos, y seguramente se entender¨ªan hoy mejor con bastantes de los entonces condenados -incluyendo a Uriarte y Onaindia, ahora en el PSOE- que con los m¨¢s j¨®venes de su partido. Aunque hay algunos que se al¨ªan con los j¨®venes para seguir mandando, lo habitual es que la gente se modere con la edad.
AIrujo y Ajuriaguerra, principales sobrevivientes de la generaci¨®n nacionalista de los a?os 30, la experiencia les hab¨ªa vacunado contra el aislacionismo y los extremismos. Por eso fueron partidarios de buscar acuerdos con fuerzas no nacionalistas, y favorables a la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n. Su influencia es visible en la Declaraci¨®n de Principios aprobada por el PNV en la Asamblea de Iru?a, en marzo de 1977, que sigue siendo la referencia ideol¨®gica actual del partido. En la declaraci¨®n se proclama "la realidad de Euzkadi como naci¨®n", pero el objetivo del PNV se define en estos t¨¦rminos: "La creaci¨®n de una estructura pol¨ªtica formada por aquellas instituciones indispensables y convenientes para el mantenimiento y desarrollo de esa identidad". Una definici¨®n que se acerca a la finalidad que Ernest Gellner atribuye a los nacionalismos autonomistas: alcanzar el grado de autogobierno necesario para garantizar la pervivencia de una identidad amenazada.
Ese objetivo lo garantiza el Estatuto, pero si el PNV acepta participar en la Asamblea de Municipios propuesta por HB como alternativa a la autonom¨ªa habr¨¢ culminado un giro antiestatutista no sancionado por ning¨²n congreso ni planteado en ning¨²n programa. La duda es si el electorado nacionalista secundar¨¢ esta nueva ciaboga sin rechistar. Y esa duda es la que determin¨® ayer el aplazamiento de la ruptura de las negociaciones con los socialistas.
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