Desde los sentimientos
En un d¨ªa como hoy, resulta casi inevitable hablar de la Constituci¨®n, pero prefiero hacerlo desde los sentimientos en lugar de argumentar sobre la norma, estar atento a las sensaciones y a los estados de ¨¢nimo de la sociedad y no tanto a la ret¨®rica de los profesionales. La verdad es que desconozco un poco cu¨¢l es la situaci¨®n pol¨ªtica de nuestra Constituci¨®n, pero lo que realmente importa son los sentimientos de los ciudadanos hacia nuestra forma de vida, su posible distanciamiento de las instituciones, la sensaci¨®n de estar en una sociedad pero de no pertenecer a ella. Hace un a?o, por estas mismas fechas, parec¨ªa que Valencia disfrutaba de un pl¨¢cido puente constitucional, de una lenta transformaci¨®n silenciosa, de una reconstrucci¨®n de metas y de objetivos, mientras se preparaba para un nuevo per¨ªodo. Y todav¨ªa disfrutamos de un momento parecido, pero se percibe ya cierta intranquilidad, y hasta se debate p¨²blicamente sobre las condiciones que justifican la reforma de la Constituci¨®n. Se insin¨²an nuevos tiempos. Lo que parece cierto es que casi todos los an¨¢lisis que se escuchan son positivos hacia la Constituci¨®n, pero con algo de pesimismo hacia su futuro. Un balance positivo, deseo de no modificar nada, pero vi¨¦ndolo como algo casi inevitable. Es evidente que durante 20 a?os ha sido muy ¨²til para nuestra convivencia y que deber¨ªa seguir en activo durante mucho m¨¢s tiempo, porque el ideal de una sociedad democr¨¢tica es demostrar una cierta estabilidad a lo largo del tiempo. Pero tambi¨¦n hay que reconocer que estos ¨²ltimos 20 a?os valen por muchos m¨¢s de ¨¦pocas anteriores, porque no es f¨¢cil describir y comprender bien todo lo que ha ocurrido desde entonces. Era m¨¢s f¨¢cil redactar una Constituci¨®n hace 200 a?os, que mantener sin cambios las redactadas hace poco. Sin embargo, los sentimientos positivos hacia una sociedad, las creencias, las actitudes y los valores que apoyan una forma de vivir, son todav¨ªa m¨¢s importantes que sus leyes fundamentales. Porque cuando las cosas van moderadamente bien, es f¨¢cil aceptarlas y mantenerlas. Cuando se demuestra la estabilidad social es precisamente en los malos momentos. A eso lo llaman capital social, otras veces cultura c¨ªvica o simplemente confianza en el futuro. Y lo que debe preocupar m¨¢s no es la Constituci¨®n, sino la sensaci¨®n de que cada d¨ªa hay m¨¢s gente que est¨¢ en la sociedad espa?ola pero no se considera parte de ella. Quiz¨¢ no sea mucha pero, nos guste o no, la hay. Como tambi¨¦n se va extendiendo la sensaci¨®n de trabajar en un hospital, en la Universidad o en cualquier otra parte, pero sin sentir que somos parte de esa realidad. Los cl¨¢sicos hablaban de proletarismo, un estado de ¨¢nimo m¨¢s que una cuesti¨®n externa. Sensaci¨®n de estar excluido o de autoexcluirse, como decimos ahora. La crisis de aplicaci¨®n de la norma constitucional es preocupante, pero ya no se puede rechazar el hecho diferencial. Sin embargo, nos debe preocupar mucho m¨¢s saber que casi todos nosotros crecemos de forma diferente, pero casi todos nos derrumbamos de la misma manera. Ahora m¨¢s que nunca Valencia tiene que crecer, crecer, crecer sin parar, si quiere seguir disfrutando de un pl¨¢cido puente constitucional.
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