Mal comienzo
El Pa¨ªs Vasco tiene una estructura pol¨ªtica muy plural que fragmenta su Parlamento entre siete opciones partidistas, pero, hasta el momento, s¨®lo dispon¨ªa de una opci¨®n viable de Gobierno, aqu¨¦lla que un¨ªa a dos antagonistas a los que las circunstancias convert¨ªan en inevitables compa?eros en el Ejecutivo. PNV y PSOE est¨¢n en las ant¨ªpodas en cuanto a la representaci¨®n de intereses sociales y comunidades culturales, pero desde los a?os treinta han vivido en tormentoso matrimonio porque una sociedad vasca as¨ª lo requer¨ªa. La mejor prueba de ello es que ahora tambi¨¦n se ha intentado, sin duda de manera honesta por ambas partes, una reedici¨®n de esta f¨®rmula. Su fracaso no es una cat¨¢strofe, pero hay que ser muy optimista para adivinar tras de ¨¦l una esperanza de soluci¨®n a medio plazo del problema vasco. De momento, lo ¨²nico claro es que el nuevo Gobierno constatar¨¢ la distancia entre quienes hasta ahora han sido las dos fuerzas fundamentales en aquel Ejecutivo. No hay que pensar que la culpa sea tan s¨®lo de uno. La espiral de reproches y malentendidos que se han cruzado y la dependencia de sus propias masas o -en el caso del PNV- de otras fuerzas pol¨ªticas han tenido como consecuencia ese resultado. Ni el plan Ardanza era tan inaceptable ni se puede embarcar a terceros en las declaraciones que uno ha suscrito por un acto de exclusiva voluntad propia.Si el Gobierno PNV-PSOE era problem¨¢tico, el nuevo que parece formarse sume en la incertidumbre, m¨¢s que nada porque tampoco se ve en lontananza un rumbo claro ni a quienes van a estar en el poder ni a quienes pueden apoyarles desde fuera. EH asegura que ha colocado al PNV por vez primera "en clave de soberan¨ªa", pero, en realidad, a ella le faltan no s¨®lo un hervor de democracia, sino dos de clarificaci¨®n. La menci¨®n que hace a los "euskaldunes" testimonia un inequ¨ªvoco exclusivismo, como si quienes no lo son debieran ser marginados. Si, como ha sucedido en el pasado, la formaci¨®n de Gobierno tiene como resultado pactos similares en las diputaciones y ayuntamientos, las acusaciones contra el frente nacionalista arreciar¨¢n por completamente justificadas. La Asamblea de municipios de Euskadi tiene todas las probabilidades de merecer aquella descripci¨®n que Voltaire hizo del Sacro Imperio Romano germ¨¢nico: ninguno de los t¨¦rminos ser¨¢ verdad porque estar¨¢ controlada por partidos y representar¨¢ a una parte tan s¨®lo del Pa¨ªs Vasco. Adem¨¢s, ser¨¢ un organismo perennemente reivindicativo y deslegitimador de las instituciones constitucionales. No s¨®lo tendremos escasa estabilidad sino frecuente confrontaci¨®n, eso que ha sobreabundado hasta el momento. El PNV ha jugado un papel decisivo en lograr la tregua, pero su rumbo, en adelante, le hace dif¨ªcil cumplir el papel que debiera corresponderle para lograr la soldadura entre las dos comunidades.
Nos alejamos del modelo irland¨¦s y no s¨®lo porque en este pa¨ªs el Gobierno del Ulster sea ejercido por los hom¨®logos de PNV-PSOE. A diferencia de lo sucedido all¨ª, no se ha producido un reconocimiento solemne y definitivo de la v¨ªa democr¨¢tica y pac¨ªfica. El debate sigue aqu¨ª encasquillado en la soberan¨ªa, cuando all¨ª se diluy¨® con referencia a la integraci¨®n en Europa y de solapamiento de responsabilidades entre Gran Breta?a e Irlanda. La b¨²squeda en el exterior de una especie de mediador resulta aqu¨ª una caricatura porque en el caso irland¨¦s la existencia de una fuerte emigraci¨®n lo hac¨ªa oportuno y en nuestro caso resulta m¨¢s bien un engorro que s¨®lo puede irritar a una parte. Pero, sobre todo, en el momento actual el punto de partida para una posible soluci¨®n es mucho peor que en el Ulster. All¨ª vot¨® en contra del acuerdo de paz un 28% y en el Pa¨ªs Vasco la divisi¨®n puede producirse en dos mitades id¨¦nticas y a¨²n con EH situada en una ambig¨¹edad deslizante.
?sta pretende ser tan s¨®lo una descripci¨®n y no un juicio de valor. Caso de emitirlo, habr¨ªa que se?alar que la postura de Ardanza, Atutxa e Ibarretxe era la correcta. Y no vendr¨ªa mal recordar que ser¨ªa positivo, si fuera posible, que, al menos, alguna fuerza pol¨ªtica se abstuviera en la investidura porque, al menos, de este modo, permanecer¨ªa entreabierto otro posible cambio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.