Benito Lertxundi
El cantaautor vasco ha elevado a categor¨ªa sinf¨®nica treinta a?os de soledad e intimidad creativas.
Seguramente, todo m¨²sico vasco est¨¢ atado de por vida (o casi) a su origen y a su funci¨®n social (por resumir as¨ª lo ideol¨®gico o pol¨ªtico). Sobre todo cuando la m¨²sica vasca (moderna, pudi¨¦ramos decir para entendernos) vive a¨²n en la adolescencia no exenta de virtuosismo y del comp¨¢s adecuado a los tiempos que corren. Seguramente, Benito Lertxundi (Orio, 1942) estar¨¢ atado en cada una de sus biograf¨ªas al movimiento Ez Dok Hamairu, porque resulta imposible negar la fecha de nacimiento, aunque su trabajo haya sufrido una evoluci¨®n tan natural como profunda y los vestigios s¨®lo prevalezcan como se?a de identidad de lo que pudo haber sido y s¨ª fue. La m¨²sica vasca, al estilo contempor¨¢neo, fue una creaci¨®n en la que Benito Lertxundi tuvo algo que ver. El aluvi¨®n motiv¨® el contexto al que algunos pusieron el texto (musical) para que perdurase y profierese algo m¨¢s que un grito reivindicativo para convertirse en un hecho cultural. Por avatares de la vida, de aquella generaci¨®n de pioneros (siempre voluntaristas, a veces musicales) ha quedado una esencia natural que hoy representan Oskorri, Imanol y Benito Lertxundi, tres estilos, tres personalides muy diversas. Una trinidad que cultiva la misma religi¨®n musical cada vez m¨¢s introspectiva en su trabajo, cada vez m¨¢s exportable en sus resultados. De Benito Lertxundi se reconoce inmediatamente su talento musical, su capacidad de ser quien es sin dejar de evolucionar por ello, su voluntad de contentar a los fieles (entre ellos, ¨¦l mismo) sin despreciar la incorporaci¨®n de nuevas generaciones que seguramente no le exigen el pedigr¨ª que su curr¨ªculo atesora. Benito Lertxundi ha combinado a lo largo de tres d¨¦cadas de profesionalidad musical la ¨¦pica y la po¨¦tica desde un argumento fundamentasl: el intimismo como recipiente y escenario de su traducci¨®n musical, tanto fuera escarbando en las tradiciones del pa¨ªs, tanto traduciendo y musicalizando poemas de autores no vascos; tanto gestando letras y m¨²sicas que transfieren sus sentimientos al colectivo imaginario y real de los oyentes. El origen determina una parte de la vida social y personal de los individuos. Natural de Orio (pueblo buc¨®lico y marinero) e hijo de un relojero (profesi¨®n que invita al sosiego y la introspecci¨®n detallista), Lertxundi ha combinado sus creencias viscerales desde lo pastoril hasta los rincones de la individualidad. Cuesta comprender que la evoluci¨®n natural de Euskal Herria se haya acompasado a la versi¨®n buc¨®lica que buena parte de su producci¨®n traduce musicalmente. Desde la obligatoria mensajer¨ªa de las ¨¦pocas inici¨¢ticas, Benito Lertxundi ha trascendido a la voracidad del tradicionalismo (literario), que le cautiva en ocasiones, y al modernismo cultural que en el fondo se observa en su acontecer profesional. Resulta significativo que su doble ¨¢lbum Zuberoa calara sobremanera en el p¨²blico potencial: all¨ª se combinaban la tradici¨®n est¨¢tica y coyuntural de lo "desconocido" con un tratamiento musical cuidado y modernista de lo convencional. Alquimia musical Esa capacidad para la alquimia musical ha hecho de Benito Lertxundi el m¨²sico vasco m¨¢s perdurable y eficiente, tan reconocible antes como ahora, tan fiel en Zenbat gera? (?Cu¨¢ntos somos? ) guitarra a palo seco o en Ahuen sinfonikoa (Lamento sinf¨®nico), su ¨²ltimo trabajo, con la Orquesta Sinf¨®nica de Euskadi, que ha reunido de nuevo las voluntades de su p¨²blico, en una reedici¨®n de fidelidad similar a la de Zuberoa. De la resistencia al profesionalismo, han trascurrido 30 de sus 56 a?os de vida, cuando resistir en este negociado musical resultaba, y resulta, demasiado milagroso. Una itinerancia local de pueblo en pueblo para presentar cada trabajo, para ganarse la vida cuando no hay discos de oro a la espalda, para dar fe de vida musical. Muchos quedaron atr¨¢s. Algunos cansados de clamar a la inmensa minor¨ªa, los m¨¢s sucumbieron al primer examen musical. Otros quedaron, como Benito Lertxundi, en una actividad permamente, constante, reconocible en cada verso y en cada arpegio de guitarra. Lertxundi es ya reconocido fuera de Euskadi, una vez que las m¨²sicas se integraron tambi¨¦n en la m¨²sica. Benito Lertxundi ha elevado su suspiro a la categor¨ªa sinf¨®nica. Y nada ha cambiado, salvo la belleza.
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