'El cuaderno gris' de Pla se vuelve m¨¢s claro
226 cartas in¨¦ditas del escritor ampurdan¨¦s ofrecen nuevas pistas sobre su obra m¨¢s enigm¨¢tica
Entre las pocas cajas que el librero Sabasti¨¢ Borr¨¢s rescat¨® del incendio que arras¨® su negocio en 1979 aguardaban 226 cartas in¨¦ditas, de letra menuda, sin ning¨²n tach¨®n, que el escritor Josep Pla hab¨ªa ido enviando a su editor Josep Maria Cruzet, entre 1946 y 1962. Tambi¨¦n se encontraron algunas —pocas—cartas de Cruzet a Pla y varios manuscritos de sus obras, todo ello en catal¨¢n. El Pla que surge de este epistolario al que ha tenido acceso EL PA?S presenta aspectos de gran inter¨¦s. En primer lugar, porque se trata de una ¨¦poca —los primeros a?os de la posguerra—en la que no existe gran informaci¨®n, ni sobre ¨¦l ni sobre casi nadie en Espa?a. Pero, adem¨¢s, hay novedades importantes sobre el proceso de escritura —de reescritura, mejor— de El cuaderno gris, su obra mayor, y sobre la actividad conspiratoria de una parte de la burgues¨ªa catalana, en la que el escritor particip¨® plenamente.
El epistolario presenta a un hombre entregado a la escritura, pero en absoluto aislado; atormentado siempre —hasta la depresi¨®n— por la censura franquista; muy consciente de su papel en la salvaci¨®n de la lengua y de la literatura catalanas e inmerso en la refriega pol¨ªtica y cultural de la ¨¦poca hasta el punto de no ahorrar juicios muy severos sobre algunos de sus contempor¨¢neos.
La correspondencia se inicia en la primavera de 1946, cuando Pla ten¨ªa 49 a?os, a partir del ofrecimiento de Cruzet de publicarle su obra completa. Este se resiste y alude a la que va a ser parte esencial de su trabajo en los a?os que vendr¨¢n: la reescritura.
"No crea que la edici¨®n de estos papeles vaya a ser una cosa sencilla. Todo se ha de reescribir otra vez. Se han de recoger muchas cosas que en principio no tengo. El asunto me hace mucha ilusi¨®n, pero habr¨¢ algunos meses de trabajo de elaboraci¨®n dif¨ªcil dadas las circunstancias presentes. Usted no sabe a¨²n lo que es ir en tren, autob¨²s o tener que vivir en fondas y restaurantes. Ya no tengo tanta fuerza como antes" (1-5-1946).
En junio de 1950, y en una carta muy breve, Pla hace la primera menci¨®n expl¨ªcita a El cuaderno gris. Se deduce que Cruzet est¨¢ dispuesto a public¨¢rselo y que el escritor ha aceptado: "Me hubiera gustado poder enviarle muchas cuartillas de El quadern gris, pero a¨²n no tengo bastantes como para hacer una muestra. Esto es un trabajo de gran aliento y aunque le parezca mentira, de una envergadura muy grande. Estoy recopi¨¢ndolo palabra por palabra y esto da trabajo por las tentaciones constantes que se producen de modificar el texto.
Espero, sin embargo, que le pueda enviar un paquete de cuartillas muy pronto" (2-6-1950).
El p¨¢rrafo es revelador. El hecho de que la obra mayor de Pla sea un falso dietario, escrito con posterioridad a los a?os 1918 y 1919, que son las fechas que lo vertebran, ya fue establecido, primero por Joaquim Molas y luego por Llu¨ªs Bonada en su monograf¨ªa sobre la obra, publicada en 1985. Pero no se conoc¨ªa hasta ahora ning¨²n documento del propio escritor que lo confirmara.
Una carta posterior da m¨¢s precisiones: "A trav¨¦s de mi hermana Mar¨ªa le env¨ªo 200 cuartillas del Quadern Gris, que le ruego que a?ada a la carpeta que le di, con 131 cuartillas" (6-11-1950).
Meses m¨¢s tarde, Pla le aclarar¨¢ a su editor las proporciones de su empresa literaria: "Las cuartillas que le he enviado no son la mitad del libro, ni mucho menos. Faltan seis meses del a?o 1919, todo el 1920 y una buena parte de 1921. Ahora vendr¨¢ el pistolerismo, el servicio militar, la redacci¨®n de La Publicidad (de la noche), el primer viaje a Mallorca, el primer viaje a Paris, la Cerda?a, Menorca, el segundo viaje a Par¨ªs, el primer viaje a Madrid... ?comprende? El libro, ser¨¢ una pared con figuras, inmensa" (7-1-1951).
Su prop¨®sito quedar¨ªa relativamente lejos de la realidad: la edici¨®n final de su obra maestra acabar¨ªa, cronol¨®gicamente hablando, en el a?o 1919, en v¨ªsperas de su primer viaje a Par¨ªs. Su definici¨®n, sin embargo, "una pared con figuras", supone la l¨ªnea m¨¢s exacta que se ha escrito sobre el libro.
Una de las cartas m¨¢s apasionantes del epistolario es, sin duda, la de febrero de 1951. En aquel momento las relaciones de Pla con la revista Destino, liderada por Josep Verg¨¦s y donde publica un art¨ªculo quincenal, son dif¨ªciles. Pla le cuenta a su interlocutor que el grupo de Destino est¨¢ furioso con ¨¦l, porque pensaban que la colaboraci¨®n con la editorial Selecta era una cosa espor¨¢dica. "Cuando les anunci¨¦ que mi intenci¨®n era publicar 50 vol¨²menes en catal¨¢n —acabar¨ªa publicando 51— se pusieron l¨ªvidos. Me pidieron un libro en seguida y, me ofrecieron una renta vitalicia para que dejara los peri¨®dicos". Pero la oferta no le satisfizo: Destino le ofrec¨ªa escribir libros en castellano —hasta 1966 Verg¨¦s no abdic¨® de su creencia de que los libros en catal¨¢n de Pla no ten¨ªan mercado—. "y los peque?os libros en castellano se han acabado". (9-2-1951)
Ante este panorama, Pla aconseja a Cruzet mucha discreci¨®n en torno a El quadern gris. "Estos chicos [refiere al grupo de Verg¨¦s] han o¨ªdo campanas sobre la existencia de unas memorias. Quer¨ªan decir El quadern gris. Yo le pido la m¨¢xima discreci¨®n sobre la existencia del Quadern, porque si esto se sabe se producir¨¢ un esc¨¢ndalo fenomenal. Usted conserve los papeles. No mande hacer ninguna copia, ni lo d¨¦ a leer a nadie y menos a Soldevila [Carles, novelista, dramaturgo y autor de una columna legendaria en el diario La Publicitat, Fulls de dietari, aut¨¦ntico manual de urbanidad de la burgues¨ªa catalana en los a?os veinte y treinta]. Soldevila es un gran escritor y un gran amigo, pero no sirve para la cr¨ªtica" (9-2-1951).
En cartas posteriores, las referencias a El cuaderno gris ir¨¢n bajando el tono hasta desaparecer. El libro as¨ª titulado acabar¨ªa apareciendo en 1966, cuatro a?os despu¨¦s de la muerte de Cruzet, publicado por Editorial Destino en el primer volumen de la Obra Completa.
La imagen de un Pla de posguerra, encerrado en su mas¨ªa de Llofriu, dedicado a la reescritura obsesiva de su obra y aislado del mundo, no se corresponde a la verdad Al menos a la verdad que se deriva de estas cartas, donde el af¨¢n conspiratorio del escritor y su voluntad de intervenci¨®n en la realidad son evidentes. Pla aparece, adem¨¢s, como un hombre bien informado de las comidillas pol¨ªticas, circunstancia a la que no ser¨¢n ajenas sus relaciones con el historiador Jaume Vicens-Vives y con el abogado Manuel Ort¨ªnez, que con el tiempo habr¨ªa de ser director del Instituto de Moneda y el hombre clave en el retorno a Catalu?a del expresidente Josep Tarradellas.
En sus cartas, el escritor no se abstiene de juzgar a sus adversarios. Y con bastante dureza. Pla desprecia por igual a los franquistas ac¨¦rrimos que a los catalanistas de la catacumba. Est¨¢ convencido de la inexorabilidad del franquismo, pero no de la imposibilidad, de socavarlo,
mediante la conspiraci¨®n y el golpe bajo. Y todos los abundantes juicios negativos que contiene el epistolario partir¨¢n siempre de esta doble consideraci¨®n.
Sobre Miquel Mateu i Pla, alcalde de Barcelona (1939-1945) y embajador de Espa?a en Par¨ªs (1945-1947): "Es un franquista desenga?ado —que es la peor clase que se puede dar de franquismo— por que es el hombre que ve que se ha equivocado". (27-11-1952)
Sobre Luis de Galinsoga, director de La Vanguardia a partir de 1939 y voceador en una iglesia de la ¨²nica frase c¨¦lebre de su vida: "Todos los catalanes son una mierda", frase que provoc¨® una implacable y existosa campa?a del catalanismo, culminada con su destituci¨®n: "No haga nada en mi nombre delante de God¨® [propietario de La Vanguardia], porque Galinsoga se exasperar¨¢ y esto ir¨¢ en perjuicio de la colecci¨®n entera. Cre¨ªa que usted sab¨ªa que Galinsoga ha prohibido que mi nombre y el de otros escritores m¨¢s importantes sea citado en La Vanguardia. La orden hace a?os que funciona contra Azor¨ªn, contra un servidor de usted y contra alguno m¨¢s". (2-11-1952)
Sobre Francesc Guardans, yerno de Camb¨® y fact¨®tum de la fundaci¨®n Bernat Metge, dedicada a la edici¨®n en catal¨¢n de cl¨¢sicos latinos y griegos: "No lo conozco, pero como cat¨®lico fan¨¢tico y del Opus con bragueta lo considero un hip¨®crita y un vanidoso indescriptible". (20-10-54).
Sobre Narc¨ªs de Carreras, secretario de Camb¨® y presidente del Club de F¨²tbol Barcelona: "A priori yo le ten¨ªa simpat¨ªa. Ha resultado, sin embargo, un r¨¢bano puro, como lo demuestra el hecho de la p¨¦rdida del Barcelona y sus contactos con los lerrouxistas de la casa Sed¨®. Es un pedante absolutamente vac¨ªo". (20-10-54)
Por el contrario, aunque siempre con reservas, en 1957 Pla parece confiar en las operaciones de liberalizaci¨®n pol¨ªtica emprendidas por el secretario del plan de Desarrollo y miembro del Opus, L¨®pez Rod¨®, y su aliado y cofrade en Catalu?a, Domingo Valls, responsable del Consorcio Textil Algodonero. "El grupo del Opus catal¨¢n, aparte de la descentralizaci¨®n (el fact¨®tum de la descentralizaci¨®n en Catalu?a ser¨¢ Domingo Valls) quiere dar esplendor a Barcelona y hacer un diario en catal¨¢n. El problema es que no tienen a nadie con experiencia en ning¨²n aspecto de la actividad. Yo le aconsejo que no se duerma en las pajas. La situaci¨®n es interesante". (4-5-1957)
Tal vez sorprendiera a Pla la respuesta de Cruzet. Estaba por completo al corriente de la operaci¨®n y le explicaba los detalles de la ambiciosa voluntad del grupo de Valls, y su prop¨®sito de hacer "una gran editorial de peri¨®dicos catalanes". Prop¨®sito que, como es bien sabido, a¨²n espera.
La censura se convierte para Pla en un terror casi metaf¨ªsico. Por supuesto, est¨¢n los inconvenientes naturales: escribir para la papelera —lo que le suceder¨¢ frecuentemente en Destino— y, adem¨¢s, no cobrar los art¨ªculos, lo que ser¨¢ igualmente frecuente. Pero el tono de muchas de sus referencias al asunto limita con la obsesi¨®n.
La censura parece el disfraz que adopta la destrucci¨®n pura y simple, tan presente en el imaginario y en la realidad planianas. Durante algunos a?os, los que van entre 1952 y 1957, lidiar¨¢ los embates gracias a su amistad con Vicens Vives y la de ¨¦ste con Florencio P¨¦rez Embid, director de Informaci¨®n, a partir de 1952. Pero, a pesar de todo, es capaz de escribir p¨¢rrafos como ¨¦ste, en una carta de 1954: "S¨ª, amigo Cruzet, s¨ª: lo de la censura es important¨ªsimo y cada d¨ªa me da m¨¢s miedo, porque si tengo la desgracia de tener una denuncia diciendo que he publicado 15 vol¨²menes en catal¨¢n, en 3 ¨® 4 a?os, no me aprobar¨¢n ninguno m¨¢s (...) La preocupaci¨®n de la censura no me deja dormir y me envejece". (Abril, 1954).
Tal vez uno de los aspectos de inter¨¦s m¨¢s global que ofrece el epistolario sea la emergencia de un Pla no totalmente supeditado a los intereses y a la visi¨®n que de ¨¦l ha dado Josep Verg¨¦s, su gran editor en Destino y albacea privilegiado de su memoria. Es interesante, por ejemplo, comparar estas cartas con las contempor¨¢neas que hab¨ªa cruzado con el propio Verg¨¦s y que se recogen, en parte, en el volumen Imatge Josep Pla, de la obra completa. Hay, por supuesto, aspectos coincidentes. Pero tambi¨¦n otros que no lo son. Y el principal entre ¨¦stos alude a la lengua catalana y al papel que Pla se atribuye en defensa de esta lengua. No se ha insistido demasiado en un asunto de importancia capital en la biograf¨ªa planiana: su rechazo a convertirse, despu¨¦s de la guerra, en un escritor de lengua castellana. Escrib¨ªa en Destino, ciertamente, pero nunca se avino a los intentos de Verg¨¦s de hacer una gran obra literaria en castellano.
Ah¨ª debe buscarse la raz¨®n de su colaboraci¨®n con Cruzet, el ¨²nico editor en catal¨¢n de la ¨¦poca. Al contrario de lo que opinaban Verg¨¦s y la pr¨¢ctica totalidad del ambiente cultural del franquismo, Pla cre¨ªa que la suerte del catal¨¢n como lengua literaria no estaba en absoluto echada. Y era consciente del papel que le tocaba jugar en esta batalla, como lo prueba este p¨¢rrafo inequ¨ªvoco de una de las cartas: "Yo veo la literatura de nuestro pa¨ªs como un fen¨®meno que se ha de salvar y por esto me he ligado con su colecci¨®n. Si la colecci¨®n que ha hecho usted la hubiera hecho otro, me habr¨ªa ligado con el otro, porque creo que ¨¦ste es el ¨²nico intento real que se ha hecho para salvar la literatura catalana". (25-9-1952)
Sin embargo, su temor a la ruina de este prop¨®sito ser¨¢ permanente: "Usted no necesita ning¨²n consejo, pero si yo fuera usted no aumentar¨ªa el esc¨¢ndalo con cualquier pretexto. Si en Madrid tienen la sensaci¨®n de que la literatura catalana vuelve a ser algo, crear¨¢n una repetici¨®n de 1939-40 y volveremos a la pura inanidad" (27-1 1-52).
Aunque acaso sean ¨¦stos los m¨¢s relevantes, el epistolario con Cruzet contiene otros fragmentos de inter¨¦s. Y por alguna rendija se cuelan algunos de su vida privada. Detalles de soledad, de enfermedad y de convivencia con la muerte. Como ¨¦ste: "Lo de los libros lo veo un poco oscuro por que ante los pocos a?os que me quedan de vida, ver¨¦ publicados muy pocos. Si publicamos 6 al a?o en la nueva colecci¨®n necesitar¨ªa diez a?os para ver los 60 previstos. Diez a?os de vida son impensables." (31-7-1955).
En efecto, lo eran. Cruzet muri¨® al cabo de siete, en 1962. En cuanto a ¨¦l, aguantar¨ªa m¨¢s de veinticinco y otra obra completa.
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