Decisi¨®n en el ¨¢mbito vasco
Se me qued¨® grabado hace a?os, como ejemplo se?ero de caradura incapaz de asumir sus errores de apreciaci¨®n sobre la actualidad pol¨ªtica, aquel analista de un diario de la competencia que la v¨ªspera de las elecciones nicarag¨¹enses luego ganadas por Violeta Chamorro explicaba a sus lectores el inevitable triunfo sandinista. Estudiaba varios "escenarios" posibles tras los comicios, pero en todo caso lo ¨²nico que daba por descartado era la victoria de Daniel Ortega y compa?¨ªa. Dos d¨ªas despu¨¦s volv¨ª a leerle: comentaba los resultados electorales con la tranquila seguridad del experto que domina todas las claves y a quien por lo tanto nada asombra. Ni una palabra de contrici¨®n sobre su clamorosa metedura de pata, s¨®lo cuarenta y ocho horas antes. Porque antes supo, ahora tambi¨¦n sab¨ªa y nada de lo que pudiera ocurrir en la realidad iba a alterar tan certera clarividencia...He vuelto a recordar varias veces el caso ante algunas reacciones suscitadas tras la tregua de ETA por el anuncio de conversaciones entre el Gobierno y la organizaci¨®n terrorista. Durante el ¨²ltimo a?o o¨ª repetir muchas veces que tales contactos deb¨ªan mantenerse ya antes del cese de la violencia e incluso eran, seg¨²n Egibar, tanto m¨¢s urgentes cuantos m¨¢s atentados se produjeran. Si no, se a?ad¨ªa como coletilla, "tenemos violencia para rato" porque las medidas policiales "nunca har¨¢n desistir a los etarras". Bueno, parece evidente que sin que se diera ese supuestamente imprescindible di¨¢logo entre autoridades y terroristas hemos llegado a un alto el fuego indefinido y sin condiciones, que bien pudiera ser definitivo. Sin duda el cese de la violencia se debe a la confluencia de diversas causas, entre las que est¨¢n el creciente rechazo social en la calle de los cr¨ªmenes y de la "comprensi¨®n" con los criminales, el acierto de la actividad policial y sobre todo judicial, as¨ª como la propia firmeza del Gobierno al negarse a conversar bajo la amenaza de las pistolas. Pues bien, ?acaso alguno de los anta?o partidarios de negociaci¨®n a toda costa ha cambiado de opini¨®n retrospectivamente a la vista de los acontecimientos? ?Han admitido, aunque sea a modo de hip¨®tesis, que quiz¨¢ haya sido precisamente el negarse a dialogar "antes" lo que permite dialogar "ahora", ya sin m¨¢s muertos en la mesa? Todo lo contrario.
Testimonio personal: este pecador que os escribe escuch¨® hace unos meses -si en el cuerpo no lo s¨¦, si fuera del cuerpo no lo s¨¦, Dios lo sabe- a cierta se?ora que hab¨ªa tenido un alto cargo en el Ministerio del Interior asegurar que la polic¨ªa espa?ola y francesa eran totalmente inoperantes contra ETA, m¨¢s fuerte y decidida que nunca, por lo que se impon¨ªa cuanto antes el di¨¢logo al m¨¢s alto nivel con la banda para atajar la sangr¨ªa. Bien pudiera ahora, tras la tregua, haber reconocido que al menos en parte se equivocaba, que ETA estaba en una situaci¨®n m¨¢s vulnerable de lo que parec¨ªa y que despu¨¦s de todo la actitud de firmeza no era tan err¨®nea como ella pudo creer. Pues no, lo ¨²nico que le hemos escuchado es un modesto "ya lo dec¨ªa yo", alg¨²n envenenado lamento sobre la incomprensi¨®n que la hab¨ªa rodeado por defender la verdad y una felicitaci¨®n al Gobierno por darle finalmente la raz¨®n, aunque a ritmo demasiado lento. ?Viva la experta!
Claro que a¨²n se puede ir un poco m¨¢s all¨¢ en el desparpajo para negar la evidencia. Eduardo Haro Tecglen critic¨® en su d¨ªa como contraproducentes la campa?a del lazo azul y las concentraciones de protesta ante cr¨ªmenes y secuestros, que hoy todo el mundo reconoce como uno de los motivos que han forzado la tregua de ETA. Y hace poco, en una columna muy atinadamente titulada Absurdos, sostuvo sin inmutarse: "Muchos llevamos a?os pidiendo negociaci¨®n -a m¨ª me ha valido algunas amenazas- por el realismo de ver que la victoria, policiaca o carcelaria, era imposible. Los que dicen que ETA ofrece esta tregua como una rendici¨®n impulsada por sus ¨²ltimos percances, incluyendo en ellos cosas tan irrelevantes como la c¨¢rcel para su c¨²pula o el secuestro de Egin, no quieren m¨¢s que hacerse un arreglito psicol¨®gico y convencer a su opini¨®n". Vaya, lamento que los partidarios de la negociaci¨®n fuesen amenazados con ir a padecer lo que padecieron de hecho quienes no negociaron, pero ya se ir¨¢n reponiendo del susto. Lo importante ahora es que Haro nos explique sin "arreglitos psicol¨®gicos" las razones verdaderas por las que ETA ha suspendido su guerra particular.
Desde luego, el conflicto vasco ya nos tiene acostumbrados a actitudes por lo menos dudosas. Hace no muchos meses el PNV obstaculiz¨® que Wilfred Maertens, alto correligionario del Partido Popular Europeo, se trasladase a Euskadi para homenajear a los concejales del PP asesinados o amenazados. En cambio ahora se queja del poco calor gubernamental que ha rodeado la visita de Francesco Cossiga, el devaluado imbroglione invitado para realizar con la pol¨ªtica peneuvista el mismo lavado de cara que Sergio Romano intent¨® con la de Franco. En fin, a ver si con la Fundaci¨®n Carter hay m¨¢s suerte.
Monse?or Seti¨¦n, por su parte, ha hecho p¨²blica una pastoral en la que por fin menciona a las v¨ªctimas del terrorismo, claro que para poder hablar tambi¨¦n del acercamiento de los presos. Lo hace en p¨¢rrafos diferentes, como se ha encargado de subrayar, pero en la misma pastoral: lo inaudito hubiera sido dedicar a las v¨ªctimas hace a?os -cuando Arzalluz sosten¨ªa que la dispersi¨®n no presentaba problemas legales, pues la suya es una objeci¨®n "sobrevenida"- una pastoral para ellos solos. Asegura Seti¨¦n: "No es conforme a la verdad pretender invalidar la afirmaci¨®n de derechos colectivos de los pueblos diciendo que son solamente las personas individuales las aut¨¦nticas portadoras de los derechos". Dejemos de lado la referencia a la verdad, que siempre me sobresalta un poco cuando viene categ¨®ricamente de un cl¨¦rigo cuya profesi¨®n es predicar lo inverificable. Nadie dice que s¨®lo las personas individuales sean aut¨¦nticas portadoras de derechos, sino que s¨®lo las personas individuales son aut¨¦nticas portadoras de derechos humanos y que tales derechos son m¨¢s b¨¢sicos que los derechos colectivos. Es curioso que nadie atribuya derechos "humanos" a colectividades como los Estados -resultar¨ªa de inmediato rid¨ªculo y sospechoso- sino s¨®lo a los "pueblos", entidades colectivas misteriosamente dotadas de los atributos personalizadores del individuo particular, es decir algo as¨ª como esa "nieve frita" de que habla Gustavo Bueno. Adem¨¢s, no es f¨¢cil delimitar un pueblo frente a otros: ?es el "pueblo vasco" distinto o parte del "pueblo espa?ol"? ?Incluye al "pueblo navarro"? La identidad de las personas individuales, por suerte, ofrece menos dudas.
Y ahora, ya sin violencia mayor (aunque con posible recrudecimiento de violencias callejeras "menores"), ?qu¨¦ va a pasar? Pues lo que las fuerzas pol¨ªticas y los ciudadanos hagan pasar... o consientan que pase. Se exige respeto al "¨¢mbito vasco de decisi¨®n". El ¨¢mbito actual de decisi¨®n pol¨ªtica de cualquier ciudadano vasco se extiende a todo el Estado espa?ol, adem¨¢s naturalmente del Pa¨ªs Vasco: quienes no lo respetan son los que pretenden reducirlo s¨®lo a la CAV, para evitar que en l¨®gica reciprocidad opciones menos localistas interfieran en su monopolio excluyente de la pol¨ªtica y la cultura vasca. ?se es el juego planteado en Estella, que lejos de profundizar en la democracia la restringe al gusto nacionalista. Los partidos constitucionales hacen muy bien en oponerse a aceptar tal perspectiva como obligado punto de partida. ?Hay mayor¨ªa nacionalista para gobernar? Pues que gobiernen en buena hora y esperemos que con acierto a favor de todos. Pero tambi¨¦n con la debida oposici¨®n pol¨ªtica por parte de quienes no creen que el consenso para la paz deba incluir m¨¢s nacionalismo sino menos: menos nacionalismo en EITB, menos nacionalismo en la educaci¨®n, menos nacionalismo en el biling¨¹ismo, menos nacionalismo fiscal y por supuesto m¨¢s respeto a la Constituci¨®n y el Estatuto. El consenso no pasa por reforzar y aun desbocar los modos integristas que han prevalecido en los ¨²ltimos veinte a?os, sino por mitigarlos. Hay muchos votantes del PNV que est¨¢n convencidos de ello y antes o despu¨¦s se har¨¢n o¨ªr. El ¨²nico derecho hist¨®rico no reaccionario a reivindicar es el de seguir conviviendo juntos los que ya conviven y est¨¢n deseando que les dejen seguir haci¨¦ndolo. No hay que tener miedo a la pol¨ªtica, siempre que la renuncia al terrorismo sea efectiva. Sin duda ha llegado la hora de actuar con decisi¨®n e inteligencia en el ¨¢mbito vasco.
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