El turno del r¨ªo
,En su ¨²ltimo informe, publicado el pasado d¨ªa 1, el grupo de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) que viene analizando el impacto del vertido t¨®xico de las minas de Aznalc¨®llar, insist¨ªa en la presencia de metales pesados en algunos de los organismos que habitan en el estuario del Guadalquivir. Aunque un buen n¨²mero de especies comerciales, como el boquer¨®n, la sardina o el lenguado, no acumulan contaminantes por encima de los l¨ªmites legales, otras, como la galera, el camar¨®n y la boca, presentan valores elevados de ars¨¦nico, cobre o cadmio, seg¨²n los casos. Los ecologistas consideran que ahora, m¨¢s que nunca, se dan las condiciones apropiadas para ejecutar un plan de recuperaci¨®n y uso sostenible del estuario del Guadalquivir y de los caladeros del Golfo de C¨¢diz. No se trata solo de corregir las consecuencias de este episodio y establecer un seguimiento cient¨ªfico permanente de estas aguas, sino de dise?ar un amplio paquete de medidas ambientales que garanticen el futuro de estos ecosistemas, vitales para la cr¨ªa y engorde de numerosas especies animales, algunas de ellas de elevado valor comercial. Vertidos de 1.200 empresas Seg¨²n los datos que maneja Ecologistas en Acci¨®n, m¨¢s de 1.200 empresas realizan vertidos contaminantes al Guadalquivir y numerosos municipios, que en total suman una poblaci¨®n superior al mill¨®n y medio de personas, arrojan sus aguas residuales a este cauce sin someterlas a ning¨²n proceso de depuraci¨®n. Asimismo, la intensa actividad agr¨ªcola que se da a lo largo de los m¨¢rgenes del r¨ªo tambi¨¦n contribuye a aumentar la presencia de determinadas sustancias qu¨ªmicas, como los nitratos, que interfieren en algunos procesos naturales. De hecho, los expertos del CSIC sospechan que los elevados ¨ªndices de cobre que se han detectado en el estuario no s¨®lo tienen su origen en los lodos de Aznalc¨®llar sino que, posiblemente, se trate de una contaminaci¨®n hist¨®rica en la que ha influido decisivamente la actividad agr¨ªcola. Esta hip¨®tesis ha podido certificarse en un escenario bien distinto: el importante volumen de part¨ªculas de cobre presente en la atm¨®sfera del municipio sevillano de Aznalc¨¢zar se debe a la retirada de los lodos pero, igualmente, a emisiones locales de este contaminante originadas, por ejemplo, en los tratamientos de sulfataci¨®n a los que se someten algunos cultivos. La primera actuaci¨®n que proponen los ecologistas es un plan de correcci¨®n de vertidos que abarque toda la cuenca del Guadalquivir. Adem¨¢s de solucionar, con las medidas t¨¦cnicas necesarias, aquellas situaciones que est¨¢n originando el aporte de sustancias contaminantes, deber¨ªan utilizarse instrumentos fiscales que gravaran las actividades en las que se originan residuos dif¨ªciles de tratar y premiaran aquellas otras que apuestan por sistemas de producci¨®n limpios. En segundo lugar, deber¨ªa establecerse un mecanismo que garantizara el seguimiento cient¨ªfico permanente del estuario y los caladeros. De esta manera podr¨ªa conocerse la evoluci¨®n de las poblaciones de especies comerciales, estimar el esfuerzo m¨¢ximo de explotaci¨®n pesquera que soporta la zona, identificar los contaminantes presentes y su procedencia y actuar con prontitud en aquellos casos en los que se detecte alguna anomal¨ªa. El mantenimiento de la pesca pasa, necesariamente, por la regularizaci¨®n de la flota que actualmente faena de forma ilegal. Solo en la zona del cauce m¨¢s pr¨®xima a la desembocadura se calcula que operan unas 120 embarcaciones piratas. En la mayor¨ªa de los casos usan redes mosquiteras, con una luz de malla m¨ªnima, en las que quedan atrapados alevines de numerosas especies. La Universidad de C¨®rdoba, por encargo de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, ha iniciado ya un trabajo de investigaci¨®n a prop¨®sito de este problema, tratando de calcular el impacto que estas pr¨¢cticas est¨¢n causando y la mejor manera de evitarlo. Por ¨²ltimo, Ecologistas en Acci¨®n sugiere una revisi¨®n de la normativa que regula la presencia de sustancias contaminantes en alimentos como el pescado, para evitar situaciones como las que ha desencadenado la cat¨¢strofe de Aznalc¨®llar. El caso m¨¢s llamativo es el del ars¨¦nico, detectado en algunas de las especies comestibles que habitan en el estuario. A pesar de que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud lo considera 200 veces m¨¢s t¨®xico que el cobre, no existe normativa que limite su presencia en determinados productos de consumo.
Islas de naturaleza
El estuario del Guadalquivir abarca unos 10.000 kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n, y comprende el cauce principal del r¨ªo desde Alcal¨¢ de Guadaira (Sevilla) hasta la desembocadura, tramo que mide unos 115 kil¨®metros. Asociados a esta arteria principal se encuentran los "brazos", antiguos cauces que han dejado aislados una serie de territorios conocidos como "islas". En la margen derecha, el Brazo de la Torre traza los l¨ªmites de la Isla Mayor y el Brazo de los Jer¨®nimos los de la Isla M¨ªnima. En la margen izquierda es el Brazo del Este el que dibuja los contornos de la Isla Menor. Estos territorios singulares, ubicados en el entorno de Do?ana, albergan una importante representaci¨®n de fauna protegida. El caso m¨¢s llamativo es el de Veta la Palma, en la parte sur de Isla Mayor, una piscifactor¨ªa de acuicultura extensiva que mantiene inundadas, de forma artificial, unas 3.000 hect¨¢reas de marisma. Al mismo tiempo que los propietarios de la finca explotan este recurso, han permitido que la granja se convierta en la gran despensa para la avifauna de Do?ana, sobre todo en ¨¦pocas en las que el alimento escasea. En algunos censos invernales se han llegado a contabilizar m¨¢s de 100.000 aves acu¨¢ticas en la zona. Este ejemplo de actividad econ¨®mica, compatible con la conservaci¨®n de la naturaleza, mereci¨® este a?o uno de los premios Andaluc¨ªa de Medio Ambiente.
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