"Soy una observadora clandestina capaz de colgarse de un enigma"
La apariencia de institutriz simp¨¢tica y afable de Imma Mons¨® (Lleida, 1959) explica que su fijaci¨®n literaria por los desequilibrios ps¨ªquicos, las man¨ªas y las fobias aparezca dulcificada por un sutil sentido del humor que ahuyenta el pesimismo. La cr¨ªtica aplaudi¨® la solidez de su primera novela, No se sap mai (1996), y la segunda, Com unes vacances (Edicions 62), le ha valido el Premio Bertrana. Pregunta. Los cr¨ªticos dicen de usted que es una escritora con un mundo propio. Respuesta. Me gustar¨ªa tenerlo. Aunque el mundo propio debe construirse a diario y la escritura es s¨®lo un accidente que lo hace salir a la luz. P. ?Reivindica la anormalidad creativa? R. S¨ª, por supuesto. Aunque no hay que ir a buscarla a lugares ex¨®ticos ni en seres extra?os. Es suficiente con una mirada fresca para encontrar las peque?as desviaciones de la personalidad que hacen m¨¢s interesante a un individuo. Todos tenemos nuestras rarezas: la normalidad absoluta puede ser tan patol¨®gica como la demencia. P. El mundo en que vivimos ?obliga al escritor a convertirse en un neuropsic¨®logo? R. Compartimos ciertas cosas, como el inter¨¦s por la observaci¨®n de las peque?as fracturas del comportamiento normal, aunque estoy convencida de que la novela es el mejor m¨¦todo de conocimiento del individuo que se ha inventado. Por eso no creo en la muerte de la novela. Nadie puede explicar como ella ciertas sutilezas del individuo. P. ?Por qu¨¦ la mayor¨ªa de sus personajes tienen conductas tan patol¨®gicas? R. En psiquiatr¨ªa se define como patol¨®gicos los comportamientos que alteran la vida y producen sufrimiento. Quiz¨¢ sea mejor decir que en mis novelas abundan los mani¨¢ticos. Las man¨ªas ayudan a conservar la salud mental. Aunque debo admitir que en Com unes vacances hay un par de mujeres en la frontera del delirio creativo y el patol¨®gico. P. Abre su novela con un narrador perplejo, dispuesto a encajar a toda costa una extra?a escena que se desarrolla ante ¨¦l. ?As¨ª ve al escritor? R. S¨ª, es una met¨¢fora del autor en general. Soy una observadora clandestina capaz de colgarse de un enigma, obsesivamente, hasta el punto de ser incapaz de abandonarlo hasta desentra?arlo. El azar te depara encuentros que tienen la fuerza de obsesionarte, a veces durante a?os. Y estos encuentros pueden ser con personas o con novelas. P. ?C¨®mo se explica que una profesora de instituto como usted haga una cr¨ªtica hacia cierta estupidizaci¨®n de la educaci¨®n? R. Vivimos en tiempos de analfabetismo ilustrado, en los que estamos m¨¢s ocupados en coleccionar la informaci¨®n que en profundizar en ella. Y desde la reforma, la educaci¨®n tambi¨¦n va por ah¨ª. Los profesores, como los periodistas o los editores, no somos m¨¢s que simples piezas de la vor¨¢gine del mercado. Ante este panorama desolador, defiendo la frescura de cierta ignorancia. P. ?C¨®mo definir¨ªa su sentido del humor? R. Quiz¨¢ no es un sentido del humor muy evidente, es m¨¢s bien un poco nietzscheano, distante y despreocupado. Todo nos impulsa a crearnos falsas necesidades, a pensar m¨¢s en lo que nos falta que en lo que nos sobra. As¨ª puestos, prefiero la risa al llanto P. ?Qu¨¦ tiene de bueno el olvido? R. Primero quiero dejar bien sentado que sin memoria no somos nada, y despu¨¦s, en contra de la buena reputaci¨®n de la memoria, quiero reivindicar la bondad del olvido. En mi novela aparece la met¨¢fora del puro presente, sin pasado ni futuro, donde no existen angustias anticipatorias, como un camino hacia la beatitud absoluta. P. En una cr¨ªtica se dice que uno de sus protagonistas es "un neur¨®tico sobreviviendo sobre las ruinas maquilladas de la civilizaci¨®n occidental". ?Encaja usted en esta descripci¨®n? R. Totalmente, dice mucho de m¨ª y de mis libros. La neurosis es el mecanismo para no enloquecer y convertirte en un psic¨®tico.
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