El Celta ilumina Anfield Road
El equipo de V¨ªctor Fern¨¢ndez venci¨® nuevamente al Liverpool con un f¨²tbol magn¨ªfico
El Celta hizo a¨²n m¨¢s historia en Inglaterra. Esta vez fue en Liverpool. En la cuna del f¨²tbol, despu¨¦s de haber dejado en la cuneta al Aston Villa, hizo lo mismo con el m¨¢s cl¨¢sico equipo de los ¨²ltimos tiempos. Y gan¨®, no s¨®lo sac¨® adelante la eliminatoria. Y con un f¨²tbol exquisito, demoledor. Ilumin¨® Anfield Road.El Celta de V¨ªctor Fern¨¢ndez es un equipo ya para recordar. Aunque en su modestia a¨²n piensa que este sue?o se puede acabar, que aspirar a empresas mayores es una quimera, la realidad es que cada partido importante que pasa, aquellos que hacen grandes a los clubes, demuestra un peso espec¨ªfico asombroso. Anoche jug¨® en Anfield Road como si un conjunto curtido en mil batallas se tratara. No dio respiro al Liverpool. Aunque el equipo ingl¨¦s est¨¢ en horas bajas, su peligro siempre est¨¢ ah¨ª. El orgullo del f¨²tbol ingl¨¦s y de sus historia es una cuesti¨®n que no se puede obviar nunca. Pero el Celta se mostr¨® como un veterano. Cerr¨® los caminos del Liverpool desde muy atr¨¢s con l¨ªneas de contenci¨®n que s¨®lo un cuadro armado, que juega como un motor perfectamente ensamblado, puede llevar a cabo. Y una vez dominado el rival, maniatado al m¨¢ximo, se permiti¨® salir al contraataque con un peligro cada vez mayor.
El Liverpool, como era de esperar, result¨® especialmente peligroso en los comienzo de ambos tiempos. Pero el Celta no le dej¨® maniobrar. Los centros de la impotencia al ¨¢rea tambi¨¦n resultaron in¨²tiles. El guardameta Dutruel estuvo muy seguro. La gran estrella, Michael Owen, tampoco pudo encontrar huecos para alguna de sus genialidades. La genialidad vino de Revivo. El israel¨ª marc¨® el gol de Ra¨²l en la Copa Intercontinental. No fueron tan ajustados sus regates, ni tampoco su control anterior, pues tuvo m¨¢s margen para la jugada. Pero la calidad fue igualmente enorme. Vio que no ten¨ªa compa?eros claros a los que pasar y decidi¨® lo mejor. Con la valent¨ªa de los buenos jugadores apost¨® por la acci¨®n individual,. El Celta tambi¨¦n tiene estos arrestos en unos tiempos de valor infinito. Quebr¨® a un defensa, luego a otro y cuando se vio suficientemente centrado en el ¨¢rea lanz¨® un disparo tremendo, seguro, cruzado, que bati¨® irremisiblemente a James.
Era el gol definitivo, el que obligaba ya a subir una monta?a al Liverpool y que sentenciaba la eliminatoria. Marcar tres goles para igualarla y cuatro para superarla se antojaba un milagro. Y los milagros cuando se juega bien al f¨²tbol casi nunca se producen. El Celta aguant¨® algunas arremetidas del Liverpool que eran m¨¢s de rabia que otra cosa, e incluso tuvo m¨¢s ocasiones para aumentar el resultado.
No era el mejor Liverpool de los ¨²ltimos a?os, ni siquiera el mejor de las ¨²ltimas semanas porque la faltaban jugadores b¨¢sicos, pero una victoria as¨ª corona al equipo que la consigue. Ganar en Anfield no est¨¢ al alcance de cualquiera, como podr¨ªa atestiguar tantos equipos europeos que han vivido un infierno entre las venerables gradas de este m¨ªtico estadio. Y, sin embargo, el Celta tampoco fall¨® esta vez. Vivi¨® con ciertos agobios el inicio del partido y tard¨® en encontrar el hilo de su juego ante un rival que sali¨® a todo trapo, dispuesto a empujar con lo que fuese para mantener su maltrecho prestigio. El Celta fue seren¨¢ndose seg¨²n avanzaba la noche y cuando tuvo al Liverpool maduro le remat¨® con un fant¨¢stico gol de Revivo. El final del encuentro costaba creerlo: el Celta bailando a los reds y tirando una ocasi¨®n tras otra entre el delirio de un millar de gallegos.
Temor
El partido se descorch¨® del modo m¨¢s impredecible, con una jugada que pudo permitir al Celta apuntalar la s¨®lida ventaja obtenida en Bala¨ªdos. El Liverpool, en su ansiedad por intimidar al visitante con la colaboraci¨®n de la rugiente multitud de Anfield, perdi¨® un bal¨®n en el medio campo y S¨¢nchez se encontr¨® con veinte metros por delante sin ning¨²n defensor rojo. S¨¢nchez se plant¨® ante James, con toda la grada de The Kap ( la m¨¢s ruidosa del estadio) temblando de miedo. Probablemente el temor fue compartido, porque el delantero espa?ol tir¨® con dureza pero excesivamente centrado y James desvi¨® a c¨®rner entre suspiros de alivio.La acci¨®n, lejos de cohibir al Liverpool, le lanz¨® a una fren¨¦tica ofensiva, como queriendo dejar clara la jerarqu¨ªa que se le supone a los reds. Los brit¨¢nicos ni se preocuparon de elaborar el juego en la cl¨¢sica oleada inicial con que suelen recibir en sus estadios a los visitantes extranjeros. Con una presi¨®n febril, ahogaron los intentos del Celta por conducir el partido hacia un ritmo m¨¢s pausado y se fueron arriba sin reparar en medios: pelotazos, carreras, disparos lejanos, centros...Todo muy taquic¨¢rdico y muy peligroso para el Celta. Al Liverpool no le importaba transformar el partido en una confusa y constante acometida si con ello lograba destrozar los nervios de su adversario.
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