"Perd¨ª la cabeza y le prend¨ª fuego"
Comienza el juicio contra el hombre que mat¨® a su esposa tras denunciar malos tratos en un programa televisivo
"Si no lo tengo como padre, si lo tengo como nada, ?qu¨¦ voy a sentir al verlo?", dec¨ªa, como si fuera el resultado de una deducci¨®n, Ana Parejo, una de los ocho hijos de Ana Orantes, la mujer quemada viva por su ex marido el 17 de diciembre de 1997 en la puerta de entrada de la casa que el juez resolvi¨® que ambos deb¨ªan compartir -¨¦l, la parte baja; ella, la planta superior- en C¨²llar Vega (Granada) despu¨¦s de una vida tachonada de palizas, maltratos y, en los ¨²ltimos a?os, denuncias que no sirvieron para nada. La fr¨ªa y resolutiva indiferencia de Ana y de sus otros siete hermanos ayer ante las puertas de la Audiencia de Granada contrast¨® con los llantos y los ademanes desmesurados, como si su voluntad no bastara para controlar los movimientos de sus brazos ni los de sus piernas, con que Jos¨¦ Parejo acompa?¨® su declaraci¨®n, en la que admiti¨® haber arrojado gasolina contra su ex mujer y luego prendido con un encendedor. "Me qued¨¦ impresionado porque no se mov¨ªa", explic¨® al jurado que debe decidir su culpabilidad sobre aquella muerte que conmocion¨® a toda Espa?a y que empuj¨® a muchas mujeres a denunciar malos tratos que hasta entonces sufr¨ªan en silencio."Mi madre era incapaz de insultarle. Le ten¨ªa demasiado miedo, sobre todo estando sola. Era un hombre muy corpulento". Francisco, de 20 a?os, el menor de los hijos, se refer¨ªa a su padre en pasado, como si no existiera o hubiera desaparecido hace muchos a?os, aunque lo hab¨ªa visto unos minutos antes descender del furg¨®n de la Guardia Civil camino de la antesala de la Audiencia. Ninguno de ellos ha ido tampoco a visitarle a la c¨¢rcel. "Si no hemos tenido comunicaci¨®n nunca, ?c¨®mo ¨ªbamos a ir a pedirle cuentas", razonaba Francisco.
Cerca de tres horas tard¨® en constituirse el jurado popular que juzgar¨¢ a Jos¨¦ Parejo. La defensa y las acusaciones fueron muy minuciosas a la hora de examinar si las personas elegidas por sorteo incurr¨ªan en alg¨²n tipo de incompatibilidad. Al final fueron seleccionados seis hombres y tres mujeres. Parejo, un hombre robusto, de una tranquilidad aparente, trat¨® de demostrar que quem¨® a Ana Orantes porque ella, al cruzarse con ¨¦l en la puerta, le dijo: "Me cago en tu puta madre". Record¨® que su ex mujer lleg¨® en un coche rojo y que sac¨® unas bolsas de la compra y que, al pasar por segunda vez junto a ¨¦l, lo insult¨®. "Perd¨ª la cabeza", dijo, y prorrumpi¨® a llorar. A?adi¨® que poco antes hab¨ªa recargado con gasolina un cortac¨¦sped, que se ofusc¨®, que casualmente olvid¨® el carburante junto a un macetero -como si lo hubiera puesto el diablo-, que le lanz¨® un chorro, prendi¨® la llama y despu¨¦s, horrorizado, trat¨® de apagar el fuego con el agua de una manguera.
No era la primera vez que, adem¨¢s de a los golpes, Jos¨¦ Parejo recurr¨ªa al fuego para atacar a su ex mujer. Unos meses antes, en el verano de 1996, cuando ambos rompieron las relaciones y cada uno ocup¨® un piso de la vivienda, reuni¨® toda la ropa que le hab¨ªa regalado en los ¨²ltimos tiempos y le prendi¨® fuego. Pero ayer trat¨® de revestir el acto definitivo de violencia, el que acab¨® con Ana Orantes, de cierto fatalismo.
Por la tarde, sin embargo, los guardias civiles que comparecieron ante el jurado lo contradijeron. Uno de ellos, especialista en incendios, admiti¨® que Parejo pudo acechar escondido a Ana Orantes -que unas semanas antes hab¨ªa contado con detalle en un programa de Canal Sur el infierno que fue su matrimonio- y aprovechar que estaba cerrando la verja para empaparla con la gasolina.
De hecho, los agentes recordaron que la espalda fue la zona del cad¨¢ver m¨¢s quemada. Tambi¨¦n dijeron que cuando llegaron los primeros guardias las llamas a¨²n estaban vivas en el cuerpo y que un sargento trat¨® de apagarlas con su guerrera y despu¨¦s con el agua. "La manguera", evoc¨® el agente, "estaba enrrollada. Si alguien la hab¨ªa utilizado antes se molest¨® despu¨¦s en colocarla en su sitio".
Los agentes tambi¨¦n se refirieron al testimonio de una vecina de la urbanizaci¨®n que declar¨® que durante 20 o 30 segundos vio desde su casa las llamas que sal¨ªan del cuerpo de la mujer y a Parejo mirando imp¨¢vido. Los guardias civiles recibieron el aviso a las tres de la tarde del fat¨ªdico 17 de diciembre de 1997. Parejo se entreg¨® a las cuatro y veinte. Primero dijo que hab¨ªa pegado a su ex mujer; luego corrigi¨®: "He discutido con la mujer y la he matado".
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