Espiral de sangre
En pocos pa¨ªses, la aireada Declaraci¨®n de los Derechos Humanos est¨¢ tan derogada como en Argelia; sumida, pese a las declaraciones contrarias de sus gobernantes, en una espiral de caos armado cuya salida no se adivina. M¨¢s de un centenar de indefensos civiles han sido asesinados en una semana. Todo sugiere que el terrorismo de cu?o islamista se apresta a conmemorar el Ramad¨¢n, que comienza dentro de unos d¨ªas, con otro rosario de matanzas. En 1997 fueron alrededor de 1.500 los muertos durante el mes sagrado musulm¨¢n.El anticipo de las elecciones presidenciales al pr¨®ximo abril, tras la decisi¨®n de Liam¨ªn Zerual de abreviar su mandato, ha sumido al pa¨ªs en un estado general de espera, en el cual s¨®lo la violencia de cualquier cu?o tiene el campo libre. No hay todav¨ªa candidatos a la sucesi¨®n de Zerual, pero la lucha en el seno del opaco r¨¦gimen argelino, controlado por los militares pese a su apariencia civil, es m¨¢s aguda que nunca. En el seno de las Fuerzas Armadas, sus facciones se al¨ªan o enfrentan en secreto. A esa pugna de clanes obedece la retirada anticipada del presidente y a ella se debe la ca¨ªda en octubre del general Mohamed Betchine, su mano derecha.
Nada ha cambiado en Argelia tras la misi¨®n de la ONU que Mario Soares encabez¨® este verano. Su informe al secretario general -rechazado por las organizaciones m¨¢s representativas en la defensa de los derechos humanos como un blanqueamiento del r¨¦gimen- condenaba la violencia islamista, sin disculpar la del Estado, y recomendaba un cambio de mentalidad en el Gobierno, las Fuerzas Armadas, los tribunales y la polic¨ªa en su lucha contra el terrorismo. El informe de Soares nunca fue una investigaci¨®n sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en Argelia. Su Gobierno siempre ha vetado tal acercamiento, pese a que extraoficialmente se cifren en m¨¢s de 65.000 los muertos en la guerra civil larvada desatada en 1992, tras la anulaci¨®n de unas elecciones que iba a ganar el islamismo radical. La experiencia muestra que los excesos acaban legitimando las revueltas y que no hay soluciones exclusivamente represivas a los conflictos civiles. La misi¨®n de las Naciones Unidas enunciaba el principio b¨¢sico de que el terrorismo se combate reforzando la democracia y asegurando el respeto de los derechos del hombre. El mensaje es m¨¢s v¨¢lido que nunca en Argelia.
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