La ley de las mafias prospera en Galicia
El precio de la coca¨ªna en las calles gallegas cae mientras crecen los asesinatos, secuestros y otras formas de violencia del narcotr¨¢fico
Es una norma econ¨®mica b¨¢sica: cuando aumenta la oferta, los precios caen. Y en Arousa, la coca¨ªna se paga ahora, en el comercio mayorista, a 2,3 millones de pesetas el kilo, la mitad que hace unos a?os. En el menudeo puede comprarse perica de buena calidad a 6.000 pesetas el gramo, 4.000 menos que en Madrid. No hace falta ser un Keynes para colegir que la mercanc¨ªa colombiana sigue entrando a espuertas por la costa gallega. El negocio no requiere grandes inversiones, aunque cada vez resulta m¨¢s peligroso, como lo ha vuelto a demostrar el reciente secuestro del hijo de un empresario de Cambados (Pontevedra). En los ¨²ltimos seis a?os, doce personas han sido asesinadas en ajustes de cuentas.Montar una operaci¨®n de narcotr¨¢fico es cuesti¨®n de contactos, no tanto de dinero. Lo primero es ganarse la confianza de los colombianos y, luego, afrontar los costes del flete de un barco y reclutar una tripulaci¨®n. Nada fuera del alcance de cualquiera de las nuevas bandas, que suelen actuar mediante alianzas coyunturales. Los gallegos desempe?an una labor de meros transportistas que cobran en especie y luego venden la parte de la droga que les ceden los colombianos como pago. Si en vez de coca¨ªna se quiere introducir hach¨ªs de Marruecos, los gastos se reducen a¨²n m¨¢s. Incluso puede servir cualquier pesquero dispuesto a dejarse sobornar.
Algo as¨ª era lo planeado por Antol¨ªn Fern¨¢ndez Pajuelo, un vecino de A Guarda (Pontevedra) en busca y captura desde 1992. Pajuelo quer¨ªa dinero para financiar un transporte y trat¨® de obtenerlo con el secuestro de Jos¨¦ Luis G¨®mez Cores, hijo de un pr¨®spero empresario de la construcci¨®n de Cambados, Jos¨¦ Luis G¨®mez Falc¨®n, al que la polic¨ªa ha investigado sin resultado por supuesto narcotr¨¢fico.
G¨®mez Cores, liberado en Caminha (Portugal) el pasado martes, ha declarado que su secuestro se debi¨® a un error. Y a otro, cabr¨ªa decir, su liberaci¨®n, ya que los captores actuaron con tanta temeridad como chapucer¨ªa: olvidaron registrarle, y as¨ª el joven, encerrado en el maletero de un coche, pudo dar cuenta de sus movimientos a la Guardia Civil mediante un m¨®vil que llevaba en un bolsillo del pantal¨®n. Cuando su madre acudi¨® a una cita en Cascais, cerca de Lisboa, para saber de las condiciones del rescate, Fern¨¢ndez Pajuelo le pregunt¨® c¨¢ndidamente si le hab¨ªa seguido la polic¨ªa. Ayer, el director general de la Polic¨ªa, Juan Cotino, advirti¨® a los implicados, ahora en libertad bajo fianza en Portugal, que ser¨¢n detenidos si cruzan la frontera hacia Espa?a. Otros episodios semejantes, ejecutados con m¨¢s o menos acierto, se han sucedido en los ¨²ltimos meses en distintos puntos de Arousa, todos ellos vinculados por la polic¨ªa a deudas por operaciones de narcotr¨¢fico. La primavera fue particularmente pr¨®diga. A G¨®mez Falc¨®n le quemaron entonces varias m¨¢quinas de su empresa. En marzo, el presunto narcotraficante Ram¨®n Cores fue rematado a tiros en una pista forestal de Caldas de Reis. A un matrimonio de Cambados lo asaltaron en su domicilio dos j¨®venes que lo amenazaron con pistolas y huyeron al aparecer una hija de la pareja. D¨ªas despu¨¦s, Manuel Abal Patoqui?o, procesado en el caso N¨¦cora, se salv¨® de caer en manos de otros dos hombres, o los mismos, que lo buscaban para matarlo y que se contentaron con abandonar su casa al entregarles su esposa seis millones de pesetas.
El uso de pistolas se est¨¢ haciendo ostensible en Arousa, donde los vecinos han llegado a presenciar en locales p¨²blicos discusiones subidas de tono por el alcohol sobre las virtudes de las distintas marcas de armas. En Portugal es f¨¢cil adquirirlas. La excitaci¨®n que origina el consumo de coca¨ªna -al que son adictos muchos de sus distribuidores- y la presi¨®n de los colombianos anima a algunos a dirimir sus diferencias a tiros.
No se debe, sin embargo, extraer conclusiones apresuradas, seg¨²n la polic¨ªa. "Es verdad", opina un alto mando, "que los narcos se han vuelto m¨¢s violentos, pero en el mismo grado que el resto de la sociedad. No vemos peligro inminente de que esas actuaciones se generalicen". Tampoco los ciudadanos parecen alarmados, quiz¨¢ por la falta de v¨ªctimas civiles. "Yo nunca he recibido amenazas", dice Mari Carmen Dur¨¢n, profesora en Cambados y dirigente de los grupos antidroga, "creo incluso que la gente estaba m¨¢s amedrentada en otras ¨¦pocas, sobre todo antes de la Operaci¨®n N¨¦cora, que despert¨® muchas conciencias". No est¨¢ tan tranquila Carmen Avenda?o, portavoz de la asociaci¨®n Erguete. La primavera pasada tuvo que recibir custodia policial durante dos meses despu¨¦s de las amenazas que le hizo llegar la banda de Fern¨¢ndez Pajuelo a ella y a uno de sus hijos, de 22 a?os.
Existe tambi¨¦n un tipo de intimidaci¨®n m¨¢s sutil, seg¨²n apunta el ex alcalde socialista de Vilanova de Arousa, Sito V¨¢zquez. "Con su poder econ¨®mico, los narcos se han convertido en una especie de nuevos caciques. Controlan muchos puestos de trabajo y su influencia llega a altas instancias". Muy distinta, y bastante m¨¢s optimista, es la percepci¨®n del delegado del Gobierno en Galicia, Juan Miguel Diz Guedes, quien sostiene que las estad¨ªsticas sobre el n¨²mero de delitos demuestran que ¨¦sta es una comunidad segura. "Hay m¨¢s v¨ªctimas por la violencia dom¨¦stica que por el narcotr¨¢fico", sostiene. "Ni siquiera hay aqu¨ª una especial incidencia del tr¨¢fico de drogas", afirma Diz Guedes, "lo que pasa es que puede parecer as¨ª por los ¨¦xitos policiales alcanzados".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Mafia
- Coca¨ªna
- Lucha antidroga
- Comunidades aut¨®nomas
- Polic¨ªa auton¨®mica
- Polic¨ªa
- Narcotr¨¢fico
- Drogas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Secuestros
- Asesinatos
- Adicciones
- Delincuencia
- Enfermedades
- Fuerzas seguridad
- Galicia
- Espa?a
- Problemas sociales
- Medicina
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad
- Delitos contra salud p¨²blica
- Delitos
- Justicia