Elogio de la incertidumbre
Frente a los unos que deciden que Andaluc¨ªa son s¨®lo graciosos, ferias, procesiones y romer¨ªas, est¨¢n los otros que dicen no que haya un exceso de ellas, o que no deber¨ªan tener una presencia tan abusiva en los medios, sino que deber¨ªan desaparecer del todo. Frente a los que dicen que las fiestas religiosas han de ser s¨®lo para los oficialmente religiosos (clericalizaciones o beater¨ªas de lo que siempre ha sido plural y abierto), est¨¢n los otros reconvirtiendo las fiestas religiosas en s¨®lo laicas, y adem¨¢s entendiendo lo laico no como lo distinto, sino como lo opuesto a lo religioso. Entre unos y otros, entre los radicalismos neocastizos o neoilustrados, muchos nos quedamos perplejos, y un poco dolidos, viendo como se refuerzan mutuamente. Se necesitan porque no podr¨ªan vivir el uno sin el otro. Est¨¢n ¨¢vidos de agravios que les permitan montar desagravios. La intransigencia no es un fuego que prenda solo, necesita otro para alimentarse. Si nos ponemos ilustrados, habr¨ªa que recordar la defensa kantiana de la autonom¨ªa moral frente a la heteronom¨ªa que todos los totalitarismos pretend¨ªan (y pretenden) imponer. Es heter¨®nomo el sujeto que acepta irreflexivamente un sistema moral, como exterioridad que le viene impuesta o a la que se adscribe irreflexivamente. Es aut¨®nomo el sujeto que es consciente de tener una libre voluntad y una raz¨®n, y las usa en la elecci¨®n de principios ¨¦ticos. Como ha escrito Puttnam, "en la perspectiva de Kant, lo que la Iglesia intent¨® producir en la Edad Media, lo que todas las iglesias de todos los tiempos han intentado producir y lo que los totalitarios modernos intentan producir, es gente heter¨®noma". La clave para nosotros m¨¢s importante de la postura kantiana es el valor dado al car¨¢cter de lo problem¨¢tico o indeterminado de las cuestiones que afectan a los principios, porque esa falta de fundamentaci¨®n ¨²ltima es la garant¨ªa contra el fanatismo, lo que obliga a aceptar el principio de error en nosotros y de verdad en los otros. "La comunidad ideal de Kant -escribe Puttnam- es una comunidad de seres que piensan por s¨ª mismos sin saber lo que es la esencia humana, sin saber lo que es la eudaemon¨ªa, y que se respetan unos a otros por hacer eso. ?ste es el reino de los fines de Kant". Hasta la raz¨®n puede ser enemiga de la igualdad y de la libertad si se la pretende legitimar desde un or¨ªgen que la sit¨²e m¨¢s all¨¢ de cr¨ªtica: "lo que hace de un fan¨¢tico un fan¨¢tico no es que sus creencias sean necesariamente equivocadas o que sus argumentos sean incorrectos; es posible tener creencias verdaderas apoyadas en argumentos correctos y ser lo que Kant llama un fan¨¢tico". Si tuvi¨¦ramos como ¨²nica certidumbre el principio de incertidumbre, tal vez acabar¨ªamos por no intentar modelar la totalidad a nuestra imagen, por no ser excluyentes, por no creernos en posesi¨®n de una verdad ¨²nica que en raz¨®n de su certeza ha de imponerse a todos, por no olvidar que no todos los despotismos fueron reaccionarios o cavern¨ªcolas, sino que tambi¨¦n los hubo ilustrados. Ser¨ªa lo deseable que ni unos ni otros se repitieran.
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