Rescatemos el esp¨ªritu metropolitano
Ni siquiera el largo recorrido pol¨ªtico, de trinchera y de gesti¨®n, que uno lleva en el cuerpo, me libera de la sorpresa de ver al presidente Ruiz-Gallard¨®n brindar a los madrile?os el proyecto del metrosur que unir¨¢ las ciudades principales del sur metropolitano, toda una guinda preelectoral con la que el presidente ha coronado el reciente debate sobre el estado de la regi¨®n.Contemplo el episodio recordando la andadura inicial de aquel Gobierno regional del PP, obsesionado -y acomplejado- con el famoso "cintur¨®n rojo" de Madrid. En aquel momento, los gestores municipales que no pertenecemos al partido que nos gobierna hicimos de tripas coraz¨®n y pusimos por delante de nuestro pesimismo la esperanza de los vecinos a los que representamos. El alcalde de Getafe y yo mismo impulsamos una estrategia de entendimiento con el presidente regional, cuando ¨¦ste se comprometi¨® p¨²blicamente a reequilibrar la regi¨®n, tratando de convencer a otros alcaldes m¨¢s recelosos que nosotros para que nos siguieran en la intenci¨®n. Siempre he cre¨ªdo que la buena pol¨ªtica no se hace sin buena voluntad, aunque no se haga s¨®lo con ella.
Pero he de reconocer que el resultado fue decepcionante. El Gobierno regional del Partido Popular no ha reequilibrado nada. M¨¢s bien al contrario. De hecho, las inversiones en el sur han descendido un 35%-36% en relaci¨®n con el Gobierno que presidi¨® Joaqu¨ªn Leguina. La ¨²nica inversi¨®n nueva que aporta su Gobierno es la de la Universidad, que ya era un compromiso adquirido por el Gobierno anterior y que, adem¨¢s, ven¨ªa recogido en los programas de las tres fuerzas pol¨ªticas principales: PSOE, IU y PP. Pero es que incluso el impulso a la construcci¨®n del hospital de Fuenlabrada, que el Gobierno regional se atribuye y que ha de anotarse al empuje asociativo local, hubiera recibido el castigo del retraso eterno de haber confiado en el nulo inter¨¦s personal que Alberto Ruiz-Gallard¨®n puso en el asunto.
Reequilibrar requiere, ante todo, voluntad pol¨ªtica, y sus resultados pueden medirse sin dificultad. Basta con invertir m¨¢s all¨¢ donde m¨¢s falta hace. Los n¨²meros cantan y denuncian. Pero reequilibrar es tambi¨¦n una cuesti¨®n de cultura pol¨ªtica; si me apuran, de modelo pol¨ªtico. Y en este punto de la historia quiero hacer una pregunta que podr¨ªa parecer un grito fuera de lugar si no fuera porque la he madurado a lo largo de 20 a?os de acci¨®n -como antes dec¨ªa- en la trinchera y en la gesti¨®n: ?qui¨¦nes son verdaderamente los ciudadanos que est¨¢n construyendo la realidad metropolitana de Madrid? ?Son esos reequilibradores oportunistas que se acuerdan del "cintur¨®n" s¨®lo cuando les aprieta y se sacan entonces de la manga el supermetro de Anto?ita la Fant¨¢stica?
Los ciudadanos del sur no queremos ser "como" los de la capital, no queremos emular las posiciones de otros, cualquiera que sea su barrio y su situaci¨®n social. Nosotros nos hemos asomado a la vida urbana, desde un principio, con visi¨®n metropolitana. Atravesamos el desierto de los t¨®picos denigrantes, pudimos superar nuestro destino de "dormitorio" y nuestra condici¨®n perif¨¦rica social de "cintur¨®n", proponiendo para todos la ciudad integradora, la ciudad de los ciudadanos. Si tomamos, por ejemplo, el caso de Fuenlabrada, veremos que, en 20 a?os, hemos pasado del poblado semiagrario de 15.000 habitantes a la gran ciudad de modernos equipamientos cercana a los 200.000. En el proceso de crecimiento, hemos modificado la definici¨®n de la regi¨®n de Madrid toda, hasta el punto de que nuestra dependencia centro-periferia es mutua. O, por decirlo de una manera humor¨ªstica: si somos el "cintur¨®n" y no apretamos, a Madrid entero se le caer¨¢n los pantalones. Algunos nos ven como una esponja de necesidades y no aprecian la aportaci¨®n transformadora que han hecho con su comportamiento los vecinos-ciudadanos del sur de Madrid a la cultura democr¨¢tica y que a m¨ª personalmente me parece m¨¢s avanzada que la que puedan exhibir los barrios de mayor poder adquisitivo de la capital, porque nosotros hemos desarrollado m¨¢s y mejor nuestros propios movimientos sociales. Los j¨®venes, las mujeres o los peque?os empresarios, por mencionar algunos ejemplos, son seguramente m¨¢s activos y participativos en Fuenlabrada que en la capital. Las iniciativas institucionales o asociativas se explican y discuten por barrios. Los niveles de autoestima son probablemente superiores a zonas de la regi¨®n que tienden a contemplarnos como su tercer mundo particular, a pesar de que en ocasiones nuestras calidades de vida -quiz¨¢ no de consumo- aguanten perfectamente la comparaci¨®n con las suyas. En realidad, el comportamiento espont¨¢neo de los vecinos de nuestras ciudades metropolitanas m¨¢s desvalorizadas exhibe las pautas que otros persiguen en sus pr¨¦dicas democr¨¢ticas de futuro y que tratan de impulsar mediante costos¨ªsimas campa?as. El verdadero esp¨ªritu metropolitano de Madrid ya estaba latente en las ciudades del sur antes de que llegaran estos "reequilibradores" que buscan una cosecha r¨¢pida de voto. Pero es que hemos desarrollado otro sistema de criterios para fijar las prioridades pol¨ªticas. Perm¨ªtanme que me refiera de nuevo a Fuenlabrada. F¨ªjense que no hemos hecho sonar los timbales cuando hemos abierto al p¨²blico estos d¨ªas el nuevo Ayuntamiento, que es un edificio singular de la moderna arquitectura civil espa?ola, cuya construcci¨®n se valora en 2.300 millones, pero que hemos podido levantar sin que al ciudadano le cueste un duro y sin hacer especulaciones de las que uno se haya de avergonzar. No es nuestra mascota, es un edificio para trabajar, funcional y sostenible, destinado a la atenci¨®n personal y exquisita al vecino. Tanto lo hemos pensado que hemos hecho en Fuenlabrada todo antes que el Ayuntamiento -la red educativa, la deportiva, el trazado urbano...-, justamente al rev¨¦s de lo que hubieran hecho otros, esos que venden el oso antes de cazarlo e incluso si no llegan a cazarlo jam¨¢s.
Si los vecinos del sur hemos desarrollado mejor el talante y eficacia de nuestros colectivos es porque nuestro crecimiento se hizo a contracorriente, pero ahora que hemos conquistado unas cotas m¨ªnimas de bienestar no las vamos a usar contra nadie, sino para hacer ciudad, hacer regi¨®n, con todo el peso de nuestras aportaciones, para rescatar el esp¨ªritu metropolitano que otros est¨¢n echando a perder. Si se nos quiere seguir teniendo la prevenci¨®n y el miedo de aquellos "bichos" que formaron el "cintur¨®n rojo", ¨¦se ser¨¢ un problema del atraso cultural de quien as¨ª nos contemple. Pero ser¨ªa de agradecer que, cuando se acerquen las elecciones, nadie venga a nosotros con espejitos ni talismanes, aunque sea en forma de grandes proyectos de infraestructuras, para comprarnos (como ya hicieron los caciques en otros tiempos) ese voto nuestro que dicen es tan decisivo. Nuestro voto no est¨¢ en venta.
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