La pena
La sentencia se sigue aplicando inexorablemente. Me acaba de llegar un oficio del Ayuntamiento de Madrid comunic¨¢ndome "la p¨¦rdida definitiva de la condici¨®n de funcionario de la Administraci¨®n local". Tengo que expresar algunos sentimientos que me embargan, que me producen una ola de agobio, que se agiganta desde la impotencia por la falta de libertad. No s¨¦ si podr¨¦ transmitir, con la suficiente claridad, todos los pensamientos y recuerdos que me asaltan a medida que se va consumando esta brutal injusticia.He vuelto a repasar, buscando con la mayor precisi¨®n, todos y cada uno de los acontecimientos vividos en aquellos a?os. He procurado recordar la actitud mantenida, desde mi responsabilidad, hacia personas e instituciones. He revisado, con extrema exigencia, mi lealtad a las leyes y a nuestra Constituci¨®n. He hecho balance de mi escasa vida privada, durante mi paso por Interior. He preguntado, acerca de mi comportamiento en general, a los m¨¢s pr¨®ximos. Sigo rebuscando en mi interior, sin descanso; intentando actualizar conversaciones, decisiones, ¨®rdenes, opiniones, nombramientos, propuestas, acuerdos, ideas o cualquier otra iniciativa que pudiese haber tomado en el desarrollo de mis funciones. No puedo pedir m¨¢s a mi memoria, que, una y otra vez en los largos paseos por el patio, dibuja, con la niebla del tiempo transcurrido, todos y cada uno de los d¨ªas que he dedicado, con intensidad, a la defensa de nuestra democracia. He podido detectar, como no pod¨ªa ser de otra manera, algunos errores, por acci¨®n u omisi¨®n, en mi comportamiento, pero ninguno de ellos por s¨ª solo o sumado con el resto, pueden desembocar en esta espantosa situaci¨®n.
No puedo entender la actitud pol¨ªtica de algunos, la forma de aplicar las leyes de otros, el trato inhumano de unos pocos, la maldad en sus comentarios y declaraciones, y el castigo cruel e injusto hasta llegar al ensa?amiento. No quiero creer que la vida p¨²blica, de vez en cuando, conduce a persecuciones y linchamientos propios de la Inquisici¨®n. Me niego a aceptar que esto forme parte del papel que un partido, bien en el Gobierno o en la oposici¨®n, desempe?a, sin atender al rigor que, desde la verdad y la justicia, se debe exigir. Me produce tristeza, creo que nada m¨¢s, el comportamiento de Interior, en donde se conoce, con bastante precisi¨®n, la verdad de lo acontecido y el trabajo llevado a cabo en aquellos a?os. ?Qu¨¦ lejos est¨¢n de nuestra actitud, en 1982, hacia la situaci¨®n heredada! Tengo que decir, en honor a la verdad, que en el ¨²ltimo Gobierno socialista tampoco hubo, desde ese Ministerio, un an¨¢lisis valiente y objetivo de la dificil¨ªsima transici¨®n que llevamos a cabo. Hoy todo se ve desde la distancia del tiempo transcurrido y desde la comodidad, pol¨ªtica y social, de un pa¨ªs democr¨¢tico en pleno funcionamiento. Los que podemos profundizar en los hechos acaecidos entonces y en las enormes dificultades superadas, nos encontramos comprometidos, hoy por hoy, con nuestra lealtad al cargo desempe?ado y al honor y a la dignidad personal y, en definitiva, al propio Estado. Quiz¨¢s este ¨²ltimo concepto est¨¦ superado para algunos, y su sola menci¨®n puede resultarles abusiva y hasta cursi. En mi caso, no renunciar¨¦ nunca a respetar estos principios, que me he esforzado en defender, hasta el punto de verme abocado a esta situaci¨®n.
Pocas cosas, por no decir ninguna, he le¨ªdo u o¨ªdo que se ajusten a la verdad de los hechos. Hay columnistas que escriben sobre m¨ª y la gesti¨®n llevada a cabo en la Seguridad del Estado durante aquellos a?os, en unos casos sin ni siquiera conocerme, y en otros sin haber hablado antes conmigo. Es evidente que el resultado de sus an¨¢lisis, al margen de lo discutible en el fondo, deja mucho que desear.
Las conclusiones son sencillas: 1. El Estado democr¨¢tico se ha asentado. 2. La actividad terrorista est¨¢ en franca regresi¨®n. 3. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se modernizaron y se han hecho m¨¢s eficaces. 4. Hay una colaboraci¨®n internacional en materia de lucha contra la criminalidad, envidiable. 5. Se disminuyeron los niveles de delincuencia. 6. Se mejoraron y coordinaron los servicios de informaci¨®n. En definitiva, se protegen mejor las libertades p¨²blicas. Reivindico, con contundencia y ante cualquier audiencia, la parte que me corresponde en la construcci¨®n de los cimientos de esta ingente obra. S¨®lo quiero recordar los once a?os de mi paso por Interior, e invocar de la misma manera mi relaci¨®n de absoluta lealtad con los Gobiernos de entonces, con toda la oposici¨®n y con los dem¨¢s poderes del Estado.
Ahora, desde aqu¨ª, con la enorme impotencia que me produce la libertad perdida, algunos quieren que me arrepienta de todo ello; quiz¨¢ para volver al pasado. Un pasado que les llama, desde la nostalgia por la intolerancia y desde el autoritarismo sectario. No pueden hacerme c¨®mplice de algo en lo que mi actuaci¨®n s¨®lo contribuy¨® a erradicar. Mientras, los linchadores no se dan por satisfechos, y contin¨²an echando le?a a la pira encendida, en la b¨²squeda de la liquidaci¨®n pol¨ªtica y social.
Esta otra pena es la derivada de un sentimiento interior grande que, como yo en prisi¨®n, est¨¢ encerrado dentro de m¨ª desde 1994.
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