Buscando el centro desesperadamente

Y del centro ?qu¨¦ hay? Las respuestas al llamamiento de Pasqual Maragall para formar una alianza de centro izquierda no han servido para aclarar qui¨¦nes van a ser sus protagonistas. Lo que Maragall anunci¨® el d¨ªa 19 ante el consejo nacional del PSC fue aceptado en la misma reuni¨®n por su propio partido, y dos d¨ªas despu¨¦s por el presidente de Iniciativa-Verds, Rafael Rib¨®. Pero con dos partidos de izquierdas no se teje una alianza de centro izquierda, obviamente. Hace falta algo m¨¢s. El centro. En la reuni¨®n del secretariado del PSC del martes 22, Maragall no dijo con qu¨¦ otras fuerzas espera ampliar por el centro esa coalici¨®n que de momento es de izquierdas. El escenario catal¨¢n no da mucho para escoger. Hay un partido, Esquerra Republicana (ERC), que quiz¨¢ podr¨ªa aportar unos gramos de centrismo. ERC no deja de proclamarse de izquierdas, pero su pr¨¢ctica le ha situado m¨¢s bien en el centro. Pero ya ha dicho que no quiere entrar en esa coalici¨®n. Habr¨¢ que esperar a despu¨¦s de las elecciones para ver c¨®mo se decanta. Hay tambi¨¦n un min¨²sculo partido liberal, surgido de la explosi¨®n de la UCD de Adolfo Su¨¢rez. Lo dirige Juan Carlos Gim¨¦nez-Salinas. Se ha puesto ya a disposici¨®n de Maragall, pero es tambi¨¦n insuficiente. Algunos dirigentes de CiU han dicho que la pretensi¨®n de Maragall fracasar¨¢ porque el centro pol¨ªtico catal¨¢n lo ocupan ellos. Esa percepci¨®n de los pujolistas se basa en una realidad social y electoral incontestable, con independencia de que el Partido Popular (PP) lleve a?os realizando un largo viaje hacia el centrismo. Tambi¨¦n es cierto, sin embargo, que Maragall recib¨ªa en las elecciones municipales el apoyo de una considerable masa de votantes que en las legislativas y auton¨®micas se inclinan por CiU. Ante la inexistencia de partidos de centro susceptibles de acogerse a su llamamiento, la opci¨®n que le resta a Maragall es que sean el programa de gobierno y la figura del l¨ªder los que pongan el centrismo en su coalici¨®n. Y a eso es a lo que hasta ahora apunta la precampa?a electoral que el ex alcalde de Barcelona desarrolla desde el verano. Maragall se ha dedicado con ah¨ªnco a la tarea de darse a conocer directamente al m¨¢ximo n¨²mero posible de organizaciones sociales y econ¨®micas catalanas de fuera de Barcelona. En la capital es de sobra conocido. Fuera de ella se le conoce por su obra como alcalde, pero no en el t¨² a t¨². Se ha acercado al universo sociol¨®gicamente pr¨®ximo al pujolismo, en el que recibe una buena acogida. Pero lo que demuestra mejor la voluntad de convertirse en un candidato atractivo para estos sectores es el mensaje que Maragall dirige a los empresarios. Uno de los aspectos centrales de este mensaje consiste en hacerles ver que, bajo la direcci¨®n de Pujol, Catalu?a ha dejado pasar una tras otra todas las oportunidades de convertirse en vanguardia del desarrollo de Espa?a. Las ¨²ltimas oportunidades, recuerda Maragall, han sido las privatizaciones de las grandes compa?¨ªas de servicios. En el mercado de las telecomunicaciones, la telefon¨ªa m¨®vil, etc¨¦tera. El pujolismo est¨¢ agotado y no tiene un proyecto para que Catalu?a entre en el siglo XXI ejerciendo en Espa?a un papel equiparable al que ten¨ªa cuando entr¨® en este siglo. El discurso de Maragall para estos sectores contiene pasajes como ¨¦ste: "Pregunto si lo que falta es capital, y me dicen que lo hay. Pregunto si lo que falta es el management y me dicen que eso no es problema. Lo que no hay es un proyecto, una estrategia". Un proyecto para hacer con Catalu?a lo que ¨¦l hizo con Barcelona. Este lenguaje suena bien en los o¨ªdos a los que se dirige. Maragall distingue entre empresarios socialmente ¨²tiles, los que crean empleo y son capaces de beneficiar al entorno social en que act¨²an, y los otros. Sostiene que aquel tipo de empresarios y los autopatronos forman en Catalu?a una masa susceptible de ser perfectamente representada por una alianza de centro izquierda como la que impulsa. Con estas ideas trabaja Maragall para levantar su alternativa a CiU. Pero si con todo ello queda a medio camino y no alcanza a provocar en las elecciones el vuelco que persigue, cuenta tambi¨¦n con otras bazas. Cuenta con poder ampliar y completar la alianza despu¨¦s de las elecciones con alguna otra fracci¨®n del centrismo. No s¨®lo con una ERC que entonces puede estar interesada en compensar su decantamiento de 1980 hacia Pujol y la derecha. Tambi¨¦n con la posible ruptura de CiU, la cual los propios miembros de la coalici¨®n nacionalista piensan que es perfectamente posible. Bastar¨ªa para todo ello, en estos c¨¢lculos, con que CiU no quedara como la fuerza pol¨ªtica m¨¢s votada, aun en el supuesto de que las elecciones alumbraran un Parlamento con una mayor¨ªa CiU-PP. M¨¢s o menos como el actual, pero con la candidatura de Maragall como primera fuerza. Las pr¨®ximas elecciones catalanas van a tener un fuerte contenido presidencialista y bipolar. Habr¨¢ dos opciones a la presidencia y la que quede en primer lugar querr¨¢ tener la opci¨®n a gobernar. Por eso, ambas se van a presentar como centristas, aunque en realidad las dos estar¨¢n muy connotadas por sus alianzas respectivas. Pujol concurrir¨¢ como el socio fiel de la gran derecha espa?ola, aunque apele a su centrismo originario. Maragall se presentar¨¢ al frente de una alianza cuyo coraz¨®n es el partido socialista y en la que figurar¨¢ de una u otra forma el partido de Rib¨®. Pero con la cabeza pensando en el centro.
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