Juanma, coge a Jordan
Existe una relaci¨®n todav¨ªa no publicada de frases que nunca te gustar¨ªa escuchar en tu carrera deportiva, como "estamos muy contentos con la temporada que has realizado pero..." o "hay veces en que ser entrenador resulta muy desagradable...", ambas preludios inequ¨ªvocos de una cercana patada en el culo. Pero las hay peores. Te encuentras en el F¨®rum de Los ?ngeles, m¨ªtico santuario baloncest¨ªstico, cuna del baloncesto m¨¢s espectacular que jam¨¢s se ha conocido. Est¨¢s disputando los Juegos Ol¨ªmpicos, con una audiencia televisiva de cientos de millones. Te enfrentas a EEUU, y Pat Riley est¨¢ entre el p¨²blico buscando nuevos talentos para sus Lakers. El entrenador te llama. "Sal, Juanma". En vez de estar calladito, te escuchas preguntando. ?A qui¨¦n marco? Grave error. "Coge a Jordan". Eso me pasa por preguntar.Tuve la misma fortuna en mi cometido que los muchos que antes y despu¨¦s de aquel se?alado d¨ªa han escuchado un "coge a Jordan". Es decir, ninguna salvo mancharme la camiseta con su sudor las contadas ocasiones en las que pude acercarme a su majestad . Y es que a Jordan no hay quien le coja. No le atropell¨® el cami¨®n de la fama, pese a ser una figura deportiva nacional desde los 20 a?os. No pudo con ¨¦l la loter¨ªa del draft (elecci¨®n) que le envi¨® a un equipo perdedor como Chicago Bulls. Sobrevivi¨® a temporadas frustrantes donde s¨®lo le quedaba el consuelo de ser comparado con Dios, poca cosa equiparada con la humillaci¨®n anual que le deparaba la ¨¦poca dorada de sus odiados Pistons.
Curiosamente, fue el ¨¦xito el que estuvo a punto de lograr lo que no pudieron sus adversarios. Tres anillos consecutivos, una asfixiante popularidad, libros y art¨ªculos comprometedores y la muerte de su padre acabaron moment¨¢neamente con el ¨ªdolo. Fue un espejismo que dur¨® 17 meses. Su fracaso con el b¨¦isbol se convirti¨® en otro ¨¦xito. Su vuelta al baloncesto.
Ni siquiera la edad ha sido capaz de detener a Jordan. Al contrario. En las tres ¨²ltimas temporadas se ha ido superando a s¨ª mismo. Bati¨® el r¨¦cord de victorias en un a?o, coloc¨¢ndolo en un estratosf¨¦rico 72-10, alcanz¨® su quinto anillo gracias a una portentosa actuaci¨®n en Utah en medio de fiebre y v¨®mitos, y hace unos pocos meses dej¨® para la historia los 41 segundos m¨¢s alucinantes de su incre¨ªble carrera, los ¨²ltimos del partido final del curso 97-98: Los Jazz ganaban por 86-83, y Jordan, con una r¨¢pida penetraci¨®n, puso el 86-85, le rob¨® la pelota a Malone en la siguiente posesi¨®n y se llev¨® el bal¨®n. Luego, a falta de 20 segundos, Jordan pas¨® el medio campo, se escor¨® hacia la izquierda y encar¨® a Russell, su marcador; se dirigi¨® a toda velocidad hacia el centro de la zona y a la altura del tiro libre fren¨® en seco. Russell sali¨® disparado. Jordan, ligeramente desequilibrado por la potencia del frenazo, tuvo la fortaleza suficiente para elevarse derecho como una vela. Su tiro entr¨®, y con ¨¦l el t¨ªtulo para Chicago, el sexto anillo de Jordan.
Ahora que la NBA atraviesa un conflicto de dif¨ªcil soluci¨®n, cuando la sombra de la suspensi¨®n de la temporada es cada d¨ªa mayor, una cosa se echa en falta por encima de todo: que en alg¨²n campo, un entrenador cualquiera se dirija a uno de sus jugadores y le suelte las palabras fat¨ªdicas: "T¨² coges a Jordan". Aunque todo el mundo sepa que resultan in¨²tiles.
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