Las pesadillas de Moreno
Juan Moreno publicaba el 14 de diciembre un falaz art¨ªculo en EL PA?S en el que comienza afirmando que en 1982 (70 a?os despu¨¦s del hundimiento del Titanic) Francesc Frutos fue destituido como "capit¨¢n del PSUC" a ra¨ªz del hundimiento del PSUC en las elecciones generales y las catalanas. Pues no. Cuando se produjo el hundimiento electoral del PCE y el PSUC, en octubre de 1982, el secretario general del PSUC era Antonio Guti¨¦rrez D¨ªaz, que hab¨ªa sido elegido en su 6? Congreso, en marzo de 1982. De manera que Frutos ni fue destituido ni su sustituci¨®n pudo ser consecuencia del resultado de unas elecciones que a¨²n no se hab¨ªan celebrado.
Sobre esta falsedad construye Moreno su art¨ªculo, que contin¨²a con otras falacias, como que el Congreso del PCE habr¨ªa acordado "asaltar" Comisiones Obreras y el palacio de La Moncloa (sic). Naturalmente, a partir de tal c¨²mulo de afirmaciones falsas puede llegarse a cualquier conclusi¨®n: ex falso sequiotur, como dicen los l¨®gicos. El art¨ªculo, realmente, dice mucho m¨¢s sobre las obsesiones de su autor que sobre el objeto de sus pesadillas. Del mismo modo que si "no ha trascendido que en el Congreso del Partido Comunista hayan hablado de muchos temas sociales" ello informa, sobre todo, de la insuficiencia de las fuentes de informaci¨®n en las que bebe Moreno, que parece opinar que lo que no se publica en televisi¨®n o determinada prensa simplemente no existe.
Quiz¨¢ para Moreno la semana laboral de 35 horas no sea un tema social. O quiz¨¢ no le importe, salvo para intentar crear ciza?a con afirmaciones tan sorprendentes como que "en el programa electoral de 1993 no se especificaba que tuviera que ser mediante una ley". ?Y c¨®mo, si no, piensa Moreno que una fuerza pol¨ªtica pensaba aplicar el programa con el que se presentaba a unas elecciones legislativas? ?Negociando convenios?
Olvida Moreno que quien cre¨® pol¨¦mica sobre la ley para las 35 horas fue el dirigente sindical que, sorprendentemente, se pronunci¨® en contra de la misma pretendiendo que la ¨²nica v¨ªa fueran los convenios y haciendo pasar a su base por el bochorno de que el dirigente de otro sindicato mayoritario tuviera que explicarle que ambas v¨ªas, la ley y los convenios, eran necesarias y complementarias. Afortunadamente, las cosas ya est¨¢n m¨¢s claras: los sindicatos afrontan la tarea de introducir las 35 horas en los convenios con el apoyo de las fuerzas de izquierdas, y ¨¦stas tienen la misi¨®n de luchar por la correspondiente ley que permita su generalizaci¨®n con el apoyo de los sindicatos; mientras que acciones como la Iniciativa Legislativa Popular son un terreno en el que unos y otras pueden converger con el conjunto de la ciudadan¨ªa.
Moreno afirma sorprendentemente que "los jefes de IU redescubrieron las 35 horas cuando se anunci¨® su introducci¨®n en Francia" y que "IU no puede presumir de perseverancia ni de coherencia en este tema". Sin embargo, es f¨¢cil jugar con la desmemoria, pero no olvidar que IU plante¨® ya hace a?os el objetivo del reparto del trabajo, por el que fue denostada por ut¨®pica para despu¨¦s ver c¨®mo, afortunadamente, dicho objetivo ha sido asumido por amplios sectores sociales y pol¨ªticos europeos. La semana de 35 horas no fue sino una concreci¨®n de dicho objetivo. Y tampoco es cierto que se propusiera con reducci¨®n salarial: la propuesta era 35 horas sin reducci¨®n salarial con un ulterior paso a 30 horas con reducci¨®n salarial no proporcional de los salarios m¨¢s elevados, entendiendo que el reparto del tiempo de trabajo era un objetivo estrat¨¦gico que deb¨ªa acompa?arse de un reparto de la renta.
Resulta dif¨ªcil de creer que Moreno tuviera tan mala informaci¨®n sobre el debate sobre la cuesti¨®n sindical en el Congreso del PCE. Pues el problema radicaba fundamentalmente en que una parte de la base del PCE propugnaba abandonar CC OO y el Congreso aprob¨®, por el contrario, seguir trabajando en CC OO por la defensa de los intereses de los trabajadores, pronunciamiento especialmente importante en medio de unas elecciones sindicales. Y ¨¦ste era el mensaje de Frutos a los miembros del PCE: militar sindicalmente en CC OO, y quien no est¨¦ de acuerdo con su direcci¨®n, que no se vaya, sino que intente cambiarla democr¨¢ticamente. Resulta dif¨ªcil de comprender que un dirigente de una organizaci¨®n democr¨¢tica no suscriba dicha afirmaci¨®n y prefiera que los discrepantes se vayan a costa de debilitar la organizaci¨®n.
Aunque quiz¨¢ a Moreno, que confunde el normal relevo de los dirigentes en un Congreso con una "destituci¨®n", le cueste comprender lo que es el funcionamiento democr¨¢tico de una organizaci¨®n. Quiz¨¢ dentro de unos a?os, cuando las cosas est¨¦n menos frescas, escriba que Julio Anguita fue destituido como secretario general del PCE 86 a?os despu¨¦s del hundimiento del Titanic.
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