No puedo m¨¢s
Ya no puedo m¨¢s. Demasiadas cartas al director dejando casi a la altura de bet¨²n a Bill Clinton y al lamentable ataque militar perpetrado por tropas norteamericanas e inglesas en Irak.Estoy de acuerdo en que un ataque militar es de por s¨ª deplorable, y a nadie nos gusta, o mejor dicho gustar¨ªa, o¨ªr la palabra guerra. Pero, por favor, no olvidemos qui¨¦n es el malo en esta pel¨ªcula. Su nombre es Sadam Husein. Ese salvaje es quien ha colmado la paciencia del mundo entero violando sistem¨¢ticamente cualquier derecho humano que su pueblo se merece; tomando el pelo a la ONU, prohibiendo cada dos por tres la entrada de inspectores para revisar su m¨¢s que obvio armamento qu¨ªmico militar, que en alg¨²n lugar tiene bien escondidito. Actuando como cualquier l¨ªder de secta destructiva, tiene a su pueblo hundido en la m¨¢s pura miseria, haci¨¦ndoles creer que Occidente entero es una especie de Dios asesino, y que deben defenderse de cualquier tipo de agresi¨®n, cuando no tienen casi ni para comer por culpa de un embargo que ¨¦l mismo se ha buscado por tomarse siempre a la bartola los avisos de la comunidad internacional. Es pura y llanamente un dictador que ve c¨®mo su pueblo se mueve al comp¨¢s que ¨¦l marca, y encima se mueren de hambre. Pero todo esto ahora da igual. Los malos ahora resulta que son Clinton y Blair por atacarle.
La paciencia y la diplomacia tienen un l¨ªmite, y en este caso es evidente que ese l¨ªmite Sadam lo ha sobrepasado ya en repetidas ocasiones. Ante la inoperancia de la ONU, Comunidad Europea y dem¨¢s organismos internacionales, que lo ¨²nico que saben hacer es enriquecer el significado de la palabra "burocracia" y "diplomacia", Clinton y Blair volvieron a usar las armas.
Sadam es puro veneno por las razones aqu¨ª expuestas y seguro que por muchas otras. Clinton y Blair no creo yo que sean como Sadam, por una sencilla raz¨®n: sus respectivas naciones tienen libertad, algo que en Irak est¨¢ todav¨ªa por inventar. Espero y deseo que esta carta sirva para que periodistas y pol¨ªticos dejen de especular sobre si Clinton lo hizo por culpa de la dichosa becaria, y otras historietas que se encargan de meterte en radios, televisiones y prensa, y se centren en la cruda realidad: c¨®mo acabar con un dictador.-
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