M¨¢s negro que Tarantino
Chicago est¨¢ mucho m¨¢s cerca de las Tres Mil Viviendas que de la Giralda. La crudeza, violencia o simplemente la falta de humanidad de aqu¨ª no tiene nada que envidiar a la de ninguna parte del globo. Los malos, mal¨ªsimos tambi¨¦n pueden ser sevillanos. En noviembre un trio de hombres de negocios del mundo de la droga se trasladaron hasta la localidad portuguesa de Loul¨¦ con dos kilos de coca¨ªna en el zurr¨®n para intercambiarlos por 10 millones de pesetas. Junto al clan traficante de las Tres Mil Viviendas hab¨ªa dos intermediarios (una argentina y un portugu¨¦s) y un grupo de presuntos compradores de Lisboa. Pronto, los compradores dieron muestra de no tener intenci¨®n alguna de soltar un duro y se hicieron con el material a tiro limpio. Una vez repuestos del susto y sin droga ni billetes en las manos, los traficantes sevillanos vertieron su mala leche sobre los dos intermediarios, que estaban igual de sorprendidos y enga?ados que ellos. As¨ª la argentina M. I. S. y su compa?ero portugu¨¦s A. M. F. de S. comenzaron a recibir los primeros golpes de una odisea de garrotazos que no hac¨ªa m¨¢s que empezar. Los sevillanos tambi¨¦n se llevaron 995.000 escudos (unas 800.000 pesetas) y un todoterreno Opel Frontera de casa de los intermediarios que junto al BMW de su propiedad les sirvi¨® para llevarse a estas dos personas maniatadas y amordazadas zumbando hacia Sevilla. Una vez en la capital andaluza, los dos secuestrados fueron encerrados en un pub situado en el n¨²mero 10 de la calle Jos¨¦ Luis de Casso. A lo largo de tres d¨ªas, recibieron capones, toques y golpes de todo g¨¦nero y con el est¨®mago vac¨ªo. Entre los instrumentos usados para el tormento de la mujer argentina y el hombre portugu¨¦s se encuentra un bate de b¨¦isbol de aluminio, una navaja de las de Recuerdo de Albacete, tan grande que abierta pod¨ªa decorar una pared ella solita, y un rifle del calibre 22 con balas compradas en El Corte Ingl¨¦s. Como el negocio es el negocio y las palizas no dan m¨¢s beneficio que la descarga de adrenalina, los traficantes sevillanos decidieron liberar al mujer argentina para que volviera a Portugal y trajera los millones, la droga o la hija de su compa?ero, que sigui¨® secuestrado y a dieta de golpes. M. I. S. llevaba ocho meses residiendo en Guia (Portugal), pero previamente hab¨ªa vivido durante ocho a?os en Sevilla. Durante este tiempo, se movi¨® ¨¢gilmente en los bajos fondos y mantiene familiares pol¨ªticos en la ciudad. Las relaciones que le allanaron el camino para ganarse un dinerito con la intermediaci¨®n en el tr¨¢fico de coca¨ªna, se volvieron tan favorables a sus intereses como un garrote vil se parece a una corbata. Amenazas a los familiares y a ella misma la acompa?aron hasta Portugal en donde se qued¨® paralizada, pues los compradores que se llevaron la coca¨ªna a tiros tambi¨¦n se la hab¨ªan jugado a ella y su compa?ero. Tres d¨ªas despu¨¦s, ¨¦ste fue liberado. Ambos decidieron presentarse en la Polic¨ªa portuguesa, a sabiendas de que iban a ser incriminados por narcotr¨¢fico. La otra opci¨®n que les quedaba era aparecer en una cuneta. Las autoridades portuguesas y la Guardia Civil idearon entonces una trampa y los intermediarios se presentaron dos d¨ªas antes de Navidad en la cafeter¨ªa de la estaci¨®n de autobuses de la Plaza de Armas con el dinero "perdido". All¨ª llegaron Antonio F. R. y Josefa C. M., con cuatro guardaespaldas. Ninguno se percat¨® que la clientela consum¨ªa con desgana pues eran en realidad Guardias Civiles de paisano. Como resultado, todos arrestados. La Guardia Civil tambi¨¦n recuper¨® 70 gramos de coca¨ªna dispuestos ya para la venta. A¨²n queda por atrapar un integrante del clan sevillano y a otro portugu¨¦s, aunque en ese pa¨ªs se ha imputado a tres personas.
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