?xito de Goerne y Brendel en Canarias, con obras de Schubert

El tiempo inclemente que ha azotado en los ¨²ltimos d¨ªas el archipi¨¦lago ha jugado al pim pam pum con la programaci¨®n del 15? festival de Canarias. As¨ª, cayeron del cartel el concierto de la Sinf¨®nica de Tenerife en Las Palmas, as¨ª como los recitales de Maria Joao Pires en Tenerife y Las Palmas. Ambos ser¨¢n repescados y al fin, salvo nuevas incidencias, el p¨²blico que llena cada noche el auditorio Alfredo Kraus o el teatro Guimer¨¢ escuchar¨¢ todo lo anunciado. De momento, el pasado s¨¢bado asistimos a un acontecimiento art¨ªstico absolutamente cimero: el Schubert de Matthias Goerne y Alfred Brendel. Es dif¨ªcil conseguir tal repertorio de bellezas puesto al servicio del genio schubertiano con hondura y fidelidad. Los 31 a?os de la vida creadora del gran austr¨ªaco fueron suficientes para que legara a la cultura occidental muchos tesoros sin los cuales quedar¨ªa mutilado eso que suele denominarse "esp¨ªritu europeo".

El lied no nace con Schubert, por supuesto, pero en ¨¦l toma forma y expresi¨®n. A partir de las tradiciones po¨¦ticas y musicales, cultas y populares, Schubert traza sus lieder como quien sintetiza todo un drama y lo hace con dones tan singulares como su temprano magisterio. Todo texto queda transfigurado de este modo en m¨²sica sin descuidar ni por un momento la ra¨ªz y la compa?¨ªa de la palabra po¨¦tica en sus valores sem¨¢nticos, sonoros, expresivos y estructurales. Total: una maravilla, una sucesi¨®n de maravillas.

D¨²o fuera de serie

Es preciso, sin embargo, que los int¨¦rpretes sean capaces de asumir, intimizar y comunicar con veracidad un ciclo como El canto del cisne, sobre Rellstab y Heine, o un grupo como el basado en Johan Gabriel Seidl. El d¨²o, verdaderamente fuera de serie, que hemos escuchado ahora en Las Palmas de Gran Canaria, es dif¨ªcilmente superable. Ya dice mucho en favor del bar¨ªtono Matthias Goerne su colaboraci¨®n con grandes pianistas como Ashkenazy o Brendel.Es as¨ª, de poder a poder, como resplandece con m¨¢xima intensidad un g¨¦nero que es alma del romanticismo alem¨¢n en Schubert y sus grandes sucesores. No se puede hacer m¨²sica con mayor elevaci¨®n ni m¨¢s depurada emotividad; ni es f¨¢cil admirar una fusi¨®n de pensamiento y estilo como la de estos dos artistas egregios, demostrada a lo largo de una noche m¨¢gica, de un arte imaginativo y racional, human¨ªsimo en su vehemencia y su serenidad.

En cualquier caso, un recital semejante merece, desde luego, la entusiasta acogida de los filarm¨®nicos canarios, pero merece tambi¨¦n gratitud, como toda delectaci¨®n est¨¦tica con fuerza para grabarse en nuestra memoria y movilizar sus mecanismos.