Una crisis sin gui¨®n y plagada de errores
El gui¨®n de Casablanca se escribi¨® a salto de mata, tanto que ni siquiera sus autores supieron hasta el ¨²ltimo momento cu¨¢l iba a ser el final de la pel¨ªcula, pero acab¨® siendo una obra maestra. El bastidor sobre el que se teji¨® la crisis del pacto del pollo ten¨ªa todos los elementos para que de all¨ª surgiera un tapiz pol¨ªtico de excelente calidad para Eduardo Zaplana. Las primeras puntadas sobre el cart¨®n auguraban, fuera por habilidad, astucia, fortuna o inteligencia, un gran ¨¦xito para el presidente de la Generalitat. De repente, en apenas unas horas, todo el trabajo se deshilach¨® y el encaje se convirti¨® en un informe mont¨®n de hiladuras sin sentido. ?Por qu¨¦? Durante toda la jornada de ayer en las redacciones de los peri¨®dicos, en los cen¨¢culos pol¨ªticos y econ¨®micos, la pregunta era la misma. ?Por qu¨¦?, ?qu¨¦ hab¨ªa pasado para que el h¨¢bil, astuto, afortunado e inteligente Zaplana se hubiera plegado a las exigencias de un inelegante H¨¦ctor Villalba, capaz de doblarle la mano al presidente armado unicamente con su tozudez? La respuesta a todos estos interrogantes es, como en cualquier proceso pol¨ªtico, m¨²ltiple; pero probablemente la que mejor se ajusta a la realidad es tambi¨¦n la m¨¢s simple: el equipo de guionistas de presidencia nunca tuvo previsto un final, ning¨²n final. De ah¨ª el coste, el alto coste institucional, que ha tenido que pagar Eduardo Zaplana. S¨®lo en la reuni¨®n del gabinete de crisis celebrada el martes por la noche en el Palau se perge?aron varias soluciones posibles para decantarse por la menos mala desde la ¨®ptica partidista, pero la peor para la instituci¨®n. El presidente ced¨ªa, sacrificaba una de sus competencias exclusivas (el nombramiento y cese de los miembros de su gobierno) a las exigencias partidistas y escasamente responsables de Uni¨®n Valenciana para no soportar un largo periodo de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica, que nada bueno le pod¨ªa reportar desde el punto de vista electoral. Y no tanto porque se pensara en una improbable moci¨®n de censura, como en la agitaci¨®n permanente que la oposici¨®n har¨ªa de esta amenaza. Existen dos hip¨®tesis sobre el origen de la defecci¨®n de Ram¨®n-Llin. La maquiav¨¦lica que contempla una operaci¨®n programa al mil¨ªmetro desde hace tiempo para dinamitar precisamente ahora a UV y otra, m¨¢s ingenua, que cree que fue la ex consejera la que precipit¨® unos acontecimientos previstos para el preciso instante en que se disolvieran las Cortes Valencianas. Tanto la una como la otra son perfectamente v¨¢lidas para el an¨¢lisis de los hechos ocurridos desde el lunes ac¨¢. Con independencia de qu¨¦ fue primero, si el huevo o la gallina (opci¨®n maquiav¨¦lica, opci¨®n ingenua), el resultado es una suma de errores del equipo presidencial. Un repaso somero a las declaraciones y acontecimientos desarrollados entre el anuncio de la baja de Ram¨®n-Llin en UV y su posterior dimisi¨®n, indican una euforia desmedida por parte del PP, un abuso de Canal 9 y unas precipitadas manifestaciones del presidente de la Generalitat. Ni t¨¢ctica ni estrategia, regate corto y bal¨®n a la banda en cuanto las cosas se pusieron un poco feas. Y en el centro de la pantalla, del escenario o del campo de f¨²tbol, como ustedes prefieran, la ex consejera. R¨¢pida a la hora de provocar la crisis y tarda en las explicaciones. Tard¨® en ponerle las peras a cuarto a su antiguo partido y a¨²n tard¨® m¨¢s en presentar la dimisi¨®n. Si lo hubiera hecho el mismo lunes todo habr¨ªan sido pl¨¢cemes y felicitaciones por su coherencia y dignidad, pero ayer, tensa y desafortunada (hasta le "rob¨®" al presidente el anuncio de su sustituto), m¨¢s parec¨ªa una agente electoral del PP y de Eduardo Zaplana que otra cosa. Tampoco se pueden decir muchas cosas buenas del manejo de la crisis por parte de Uni¨®n Valenciana, aunque haya que reconocerles el haberse alzado con el santo y la limosna. El estilo y las formas con que se han comportado han vuelto a poner de relieve hasta qu¨¦ punto les importan a estos valencianistas de pro las instituciones. Una vez m¨¢s han dado la imagen de chamarileros mercantilistas, m¨¢s preocupados por sus peque?as mezquindades que por defender alg¨²n compromiso pol¨ªtico e ideol¨®gico. De todas las cosas que se han dicho en estos d¨ªas pasados resulta muy dif¨ªcil encontrar una reflexi¨®n que tenga algo que ver con su ideario. Al contrario, la suya ha sido una reivindicaci¨®n de lo nostre en su vertiente m¨¢s materialista. De ah¨ª que, llevado por su propio ego¨ªsmo, Villalba no estuviera a la altura de las circunstancias en punto al tono y las formas requeridas ni en el planteamiento de su entrevista con el presidente de la Generalitat, ni en la filtraci¨®n del nombre del nuevo consejero. Posiblemente en la pr¨®xima ocasi¨®n est¨¦ m¨¢s afinado. Casablanca, pese a no tener un gui¨®n, acab¨® con una escena que se saben de memoria todos los aficionados al buen cine y una frase que se ha convertido en una muletilla, Villalba y Zaplana bien pueden remedar aquel final y afirmar que esto s¨®lo puede ser "el principio de una gran enemistad". Ellos mismos.
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