Jordan se convierte en nostalgia
El m¨ªtico jugador de baloncesto justific¨® ayer su retirada en que ya no encuentra "retos mentales"
Termin¨® el espect¨¢culo. Michael Jordan ha corrido en persona el tel¨®n sobre la m¨¢s brillante carrera de un baloncestista profesional de todos los tiempos. "El juego del baloncesto es m¨¢s grande que Michael Jordan", se disculp¨® ayer la estrella de los Chicago Bulls en un intento de consolar a los millones de personas que en Estados Unidos y todo el mundo van a a?orar su ausencia de las canchas. Habr¨¢, sin duda, nuevas estrellas en nuevas funciones de la Liga de la NBA y de las competiciones de otros pa¨ªses, pero no ser¨¢ igual que con Jordan. ?l consigui¨® que, aficionados o no a este deporte, ni?os y adultos de todo el planeta abrieran la boca de pasmo al verle volar hacia la canasta.Estados Unidos es un pa¨ªs profundamente dividido -dos tercios a favor de Bill Clinton, un tercio en contra- en estos d¨ªas del comienzo del juicio del caso Lewinsky. Pero ayer, con esa extraordinaria habilidad suya para conectar con los sentimientos populares, Clinton lo reconcili¨® en torno a sus palabras. "En toda mi vida", dijo, "no he visto un artista tan completo en cuerpo, coraz¨®n y mente como Michael Jordan".
Clinton habl¨® desde la Casa Blanca minutos despu¨¦s de que Jordan protagonizara en la cancha de los Chicago Bulls la conferencia de prensa m¨¢s multitudinaria de la historia del baloncesto y quiz¨¢ de cualquier tipo de deporte. Todas y cada una de las cadenas de radio y televisi¨®n de EE UU conectaron en directo con Chicago, igual que muchas otras en el resto del planeta. Y Jordan, que lleg¨® acompa?ado de su esposa, Juanita, y con un cuarto de hora de retraso, confirm¨® lo que hab¨ªan adelantado el d¨ªa anterior algunos de sus amigos: se va. No jugar¨¢ este a?o ni nunca m¨¢s con los Bulls ni con ning¨²n otro equipo.
Alto, elegante y sonriente, como siempre; vestido con traje gris, camisa blanca y corbata dorada, Jordan dijo: "Ha sido una decisi¨®n dif¨ªcil porque abandono algo que amo de veras, muy de veras". Pero la justific¨® por el hecho de que ya no encuentra "retos mentales" que afrontar en este deporte.
Es comprensible: Jordan, que se retira a punto de cumplir 36 a?os y en el cenit de su carrera, ha conseguido seis campeonatos de la NBA para los Chicago Bulls y ha sido en diez ocasiones el m¨¢ximo encestador de la gran Liga norteamericana. Su media de ¨¦xitos ante la canasta ha sido de 31,5 puntos por partido, el r¨¦cord absoluto de la NBA.
Jordan declar¨® que ser "un buen padre" es el principal reto que tiene ahora planteado. Fue un mensaje que entendi¨® de inmediato la opini¨®n p¨²blica norteamericana. Padre de tres hijos, Michael Jordan ha sido tambi¨¦n en la d¨¦cada de los noventa un modelo de comportamiento social, un afroamericano que no s¨®lo ha ascendido al estrellato en el mundo del deporte, ha amasado una gran fortuna y ha hecho que otros la amasen usando su nombre, sino que ha formado una familia unida.
"Michael Jordan ha sido siempre alguien que ha conseguido hacer todo aquello que ha intentado hacer", dijo ayer Clinton. Ese mensaje ten¨ªa un sentido particular en el marco en que fue emitido: un acto en la Casa Blanca sobre nuevas iniciativas gubernamentales a favor de los discapacitados f¨ªsicos y ps¨ªquicos. Era toda una reafirmaci¨®n del principio fundacional norteamericano de que no hay que rendirse nunca, de que la voluntad puede conseguirlo todo. Un principio que el pasado a?o fue reafirmado por el regreso al espacio del septuagenario John Glenn.
Jordan quiere ahora consagrarse a su familia, jugar al golf -un deporte que le encanta- y administrar sus negocios. Jordan tambi¨¦n es el rostro que anuncia multitud de cosas en la superpotencia, desde los servicios de compa?¨ªas telef¨®nicas a los de cadenas de hamburgueser¨ªas. Su impacto en la econom¨ªa norteamericana ha sido calculado por la revista Fortune en 10.000 millones de d¨®lares, algo as¨ª como 1,5 billones de pesetas.
A diferencia de la primera vez en que anunci¨® su retirada, en 1993, despu¨¦s de que su padre hubiera sido asesinado, Jordan no comunic¨® ayer que piensa intentar comenzar una nueva carrera como jugador de b¨¦isbol. "Voy a disfrutar de la vida", dijo. As¨ª que la despedida son¨® mucho m¨¢s convincente.
"No voy a echar de menos a Jordan", dijo ayer en tono de broma Dan Majerle, el excelente jugador blanco del equipo de Miami Heat. "As¨ª los dem¨¢s vamos a tener una oportunidad de ganar". Con Jordan, desde luego, no hab¨ªa manera. La pasada temporada, ¨¦l solo le arrebat¨® al Utah Jazz de Karl Malone el t¨ªtulo con el que so?aba. Fue su sexta victoria en la NBA, y un maravilloso punto final a una carrera.
En las afueras del United Center, en Chicago, se levanta una estatua de unos cuatro metros de altura en la que un Jordan de bronce vuela hacia la canasta. En la s¨®lida base de granito de la estatua hay una inscripci¨®n dedicada al hombre que cambi¨® el baloncesto y se convirti¨® en el atleta m¨¢s admirado por un pa¨ªs que adora a los atletas. "Fue el mejor", dice. "Y siempre ser¨¢ el mejor".
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