Pero, ?de verdad nos importa tanto Brasil?
Una lecci¨®n de las crisis de los ¨²ltimos veinte a?os es que los mercados, pese a sus ocasionales exageraciones, son unos excelentes indicadores, y que cuando entran en crisis nos suelen dar ¨²tiles gu¨ªas para reflexionar sobre los desequilibrios que han conducido a esas situaciones, sus causas y posibles remedios. En el caso brasile?o, como en la mayor¨ªa de las crisis cambiarias registradas desde la del peso mexicano hace ahora cinco a?os, el diagn¨®stico es claro, si bien el tratamiento lo es menos: estos pa¨ªses -por la falta de credibilidad originada por su larga historia de gesti¨®n macroecon¨®mica poco rigurosa- se encuentran en la imposibilidad de conciliar tres objetivos fundamentales de pol¨ªtica cambiaria: confianza en la moneda, flexibilidad para ajustar el tipo de cambio en caso necesario y libertad de movimiento de capitales.Por esto, las crisis cambiarias son ahora tan importantes para el pa¨ªs afectado: cuando se est¨¢ avanzando en la ganancia de credibilidad de la moneda, las autoridades se ven a veces en la tesitura de aplicar pol¨ªticas macroecon¨®micas totalmente inadecuadas desde el punto de vista puramente interno: es obvio que en una situaci¨®n de crisis y p¨¦rdida de confianza de empresas y consumidores, el elevar los tipos de inter¨¦s a niveles penales y realizar un ajuste fiscal s¨®lo puede llevar a una grav¨ªsima recesi¨®n, como ha sido en 1998 el caso de Indonesia, Corea y Malaisia, y en 1999 ser¨¢ el de Brasil.
Lo que nos interesa es hacer evidente que con una fuerte contracci¨®n de la demanda, y si se produce la temida devaluaci¨®n incontrolada, Brasil, al igual que las otras econom¨ªas emergentes que han atravesado crisis similares, acabar¨¢ desplazando varios puntos de PIB desde la demanda interna hacia la exportaci¨®n neta. Trat¨¢ndose de una econom¨ªa bastante mayor que la espa?ola, y teniendo en cuenta el efecto contagio sobre otros pa¨ªses latinoamericanos, el resultado final puede ser relativamente importante en naciones con un comercio exterior sustancial con esta zona.
En Espa?a no parece que las consecuencias v¨ªa sector exterior sean muy graves: las exportaciones espa?olas al conjunto de Am¨¦rica Latina no alcanzan el 7% del total, frente a casi un 20% en EEUU, por ejemplo. En todo caso las previsiones de la mayor¨ªa de los expertos para Espa?a en 1999 ya inclu¨ªan un sustancial empeoramiento de la balanza exterior en previsi¨®n de las consecuencias de las crisis de 1998.
Pero esto deja sin explicaci¨®n la otra cuesti¨®n: el por qu¨¦ de ca¨ªdas burs¨¢tiles tan estrepitosas como las registradas el pasado mi¨¦rcoles al anunciarse la devaluaci¨®n del real. Aproximadamente el 10% del beneficio de las empresas del Ibex 35 proviene de Latinoam¨¦rica, cifra que se esperaba creciera hasta el 12%/14% en tres o cuatro a?os. Pero las valoraciones burs¨¢tiles se basan en expectativas cuyo valor actual depende del riesgo que percibamos de su materializaci¨®n efectiva, y que este riesgo percibido aumenta mucho en una situaci¨®n de crisis e incertidumbre, aunque sea algo lejana e indirecta.
Es probable que en pr¨®ximas semanas aparezcan malas noticias sobre Brasil u otras econom¨ªas latinoamericanas, e incluso que se produzcan m¨¢s devaluaciones. En tal caso, ver¨ªamos seguramente nuevos recortes burs¨¢tiles de entidad. Pero una vez clarificada la situaci¨®n se producir¨ªa una r¨¢pida recuperaci¨®n de las cotizaciones hasta los niveles de principios de a?o, que no parecen particularmente elevados, aun contando con las consecuencias de la crisis brasile?a, dadas las alternativas de inversi¨®n a largo plazo (tipos inferiores al 4%). Y hasta es posible que el FMI, el G-7 y los bancos centrales acaben encontrando la soluci¨®n a las recurrentes crisis emergentes y empiecen a construir lo que pomposamente se viene llamando la "nueva arquitectura financiera internacional". Crucemos los dedos.
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