As¨ª est¨¢n las cosas
Uno de los misterios m¨¢s notables de este siglo que acaba, es el de c¨®mo puede haber gente que sea del Atleti. Es una pregunta que me hago siempre en las v¨ªsperas de un nuevo derby. Y eso que a lo largo de mi vida, calculo que habr¨¦ asistido a cerca de un centenar.Es desde luego, lo que los preceptivos denominaban como una pregunta ret¨®rica, la que se hace uno sabiendo la respuesta, pero lo cierto es que acompa?a y distrae mucho en esas largu¨ªsimas horas previas al partido.
En la memoria de mi infancia no consta la primera vez que fui a un partido de f¨²tbol, y mi carn¨¦ de socio del Real Madrid es el 1.240, de modo que ese primer partido debi¨® ser cuando era casi un beb¨¦. Mis padres son unos estupendos aficionados y el plan del domingo era invariablemente ir al f¨²tbol. Un domingo el Real y el otro el Atleti. Es decir, que mi pregunta ret¨®rica est¨¢ asentada sobre una muy s¨®lida experiencia.
Porque desde siempre, en el Bernab¨¦u, de soltero Chamart¨ªn, los que me rodeaban estaban felices porque les gustaba el f¨²tbol mientras que (inicialmente en el Metropolitano y despu¨¦s en el Calder¨®n), mis compa?eros de asiento eran gentes exageradas y pesimistas, que iban al estadio a quejarse de todo: ganasen o perdiesen terminaban tirando las amohadillas al campo y lo ¨²nico que parec¨ªa alegrarles la vida era ver en el marcador simult¨¢neo que el Madrid, ocasionalmente, perd¨ªa en otro campo. Porque el alimento exclusivo del "atl¨¦tico" es el odio ancestral al Real Madrid.
Siempre me ha parecido que ser del Atleti no es una afirmaci¨®n futbol¨ªstica sino un estado de ¨¢nimo melanc¨®lico e incurable, un fen¨®meno sociol¨®gico propio de una ciudad ca¨®tica como Madrid en la que la gente se ve empujada a tomar decisiones disparatadas.
El cambio de estadio a la ribera del Manzanares no hizo sino empeorar las cosas, porque en ese inveros¨ªmil armatoste por cuyas tripas corre una carretera, se vio enseguida que era imposible un buen rollo: una gigantesca ruina de hormig¨®n barato surcada por horribles rayas rojas y blancas hasta el delirio, no puede ser un buen lugar para el espect¨¢culo.
As¨ª est¨¢n las cosas. Esta tarde, de nuevo los merengues saldr¨¢n a jugar un partido y los colchoneros a librar una batalla por su identidad. Es un fastidio que nuestros eternos rivales jueguen tal mal y que eso les traiga al pairo con tal de ganarnos.
Un buen enemigo es el que te obliga a sacar lo mejor de ti mismo, ?y con este Atleti es imposible! As¨ª que los madridistas simularemos vivir el derby de esta tarde con elegante desapego, eso s¨ª, bien entendido que si les metemos una goleada eso nos har¨¢ m¨¢s felices.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.