?Qui¨¦n avala?
Algunas personas con criterio han llamado la atenci¨®n sobre el hecho de que gran parte de la prensa europea, y entre ella EL PA?S, en sus editoriales o comentarios firmados han criticado un d¨ªa que EE UU haya atacado a Irak sin raz¨®n suficiente y sin aval del Consejo de Seguridad de la ONU, y que al d¨ªa siguiente pedido una intervenci¨®n en Kosovo de la OTAN, aunque sea sin tal aval. Evidentemente, esta cuesti¨®n plantea un problema, ya tratado en otras ocasiones. La propia OTAN lo est¨¢ viviendo en la elaboraci¨®n de su Nuevo Concepto Estrat¨¦gico que debe estar listo para la gran Cumbre de abril en Washington de su 50? aniversario.La Carta de las Naciones Unidas, esa especie de Constituci¨®n mundial pese a sus manifiestas carencias, contempla la legitimidad del uso de la fuerza en dos supuestos b¨¢sicos: autodefensa, individual o colectiva, frente a un ataque, o acciones con aval expreso de una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad. Durante gran parte de la Guerra Fr¨ªa -salvo en la guerra de Corea, en que EE UU aprovech¨® una ausencia del representante ruso (lo que no volvi¨® a ocurrir despu¨¦s) para aprobar la intervenci¨®n estadounidense disfrazada de internacional-, el Consejo de Seguridad vivi¨®, en gran parte, paralizado en estos asuntos. Con el fin de ese enfrentamiento, se recuper¨® y vivi¨® su punto ¨¢lgido con la guerra del Golfo en 1991, legitimando la operaci¨®n militar de la coalici¨®n internacional liderada por EE UU para liberar Kuwait, o, posteriormente, la operaci¨®n en Bosnia. La ONU, sin embargo, ha ido perdiendo capacidad para dirigir operaciones militares, ya sean de pacificaci¨®n o de mantenimiento de la paz. El esc¨¢ndalo del uso para fines de espionaje de la comisi¨®n de control de armamentos sobre Irak, la Unscom, puede contribuir aque el Consejo de Seguridad, y la propia ONU pese al coraje de Kofi Annan, pierdan influencia y capacidad.
El Consejo de Seguridad no es un ejemplo de democracia, pues, entre otras cosas, sus cinco miembros permanentes tienen derecho de veto, y la reforma de esta instituci¨®n es harto dif¨ªcil. Sin embargo, no disponemos de otra cosa, aunque es cada vez m¨¢s claro que Estados Unidos no quiere que sus decisiones se vean sometidas a un veto ruso -Mosc¨² se est¨¢ alejando de nuevo de Occidente-, chino o franc¨¦s. Washington pretende utilizar el Consejo de Seguridad cuando le viene bien, y cuando no, ignorarlo. Incluso as¨ª, la posici¨®n de EE UU ganar¨ªa mucho si actuara en marcos multilaterales, en vez de unilaterales (condici¨®n que no modifica el ap¨¦ndice brit¨¢nico en el ataque a Irak). En esta materia hay un enfrentamiento serio entre EE UU y Europa, al menos en lo que a Francia y al nuevo Gobierno alem¨¢n se refiere. Mas a la vez se est¨¢ abriendo camino ese derecho o deber de intervenci¨®n por razones humanitarias en lo que crecientemente son, no ya conflictos entre Estados sino en el seno de los Estados. En tales condiciones, y ante la violaci¨®n de los m¨¢s b¨¢sicos derechos humanos, la intervenci¨®n no va a poder depender de un veto.
Al cabo, habr¨¢ que juzgar y decidir caso por caso. Ning¨²n responsable pol¨ªtico quiere apoyar una doctrina sin conocer antes la pr¨¢ctica. El caso de Irak es diferente del de Kosovo, donde la violencia vuelve a aumentar. Con autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad, se est¨¢n desplegando en Kosovo 2.000 observadores de la OSCE, desarmados, para controlar lo acordado entre las diversas partes. En las proximidades, en Macedonia, la OTAN, est¨¢ poniendo en pie, bajo mando franc¨¦s, lo que llama una "fuerza de extracci¨®n" compuesta por 1.700 hombres y mujeres, y la posibilidad de 3.000 m¨¢s de apoyo, que intervendr¨ªa, en situaciones de emergencia, para proteger o sacar a los observadores en caso de problemas menores (como accidentes o enfermedades);casos situaciones m¨¢s dif¨ªciles (como una toma de rehenes); o violencia abierta contra ellos, lo cual podr¨ªa equivaler a una intervenci¨®n en toda la regla en el interior de otro Estado. Se entender¨ªa.
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