Catal¨¢n-catal¨¢nXAVIER BRU DE SALA
Seg¨²n certera sabidur¨ªa popular, catal¨¢n es quien vive y trabaja en Catalu?a y se siente catal¨¢n, pero de modo distinto al catal¨¢n-catal¨¢n. El catal¨¢n-catal¨¢n es otra cosa. Es quien, adem¨¢s, podr¨ªamos a?adir, vive primordialmente en un sistema aut¨®ctono de referencias, casi para nada hist¨®ricas -a ver cu¨¢ndo aprenderemos que la historia ha sido excluida, por desgracia, de la moderna cultura de masas-, no tanto siquiera ling¨¹¨ªsticas -terminada una proyecci¨®n entre semana de una pel¨ªcula catalana, casi todo el p¨²blico, m¨¢s bien escaso, la comentaba en castellano con la misma naturalidad con la que la hab¨ªa visto en catal¨¢n- como pertenecientes al ¨¢mbito de la comunicaci¨®n y, todav¨ªa m¨¢s importante, socialmente integrado en el bloque que proyecta el futuro con una perspectiva m¨¢s o menos halag¨¹e?a. Ah¨ª est¨¢ el quid de la cuesti¨®n. Antes que a los polit¨®logos, deber¨ªamos escuchar a los dem¨®grafos y a los soci¨®logos, no a los que elaboran sondeos, sino a los que primero estudian y luego, cuando conocen el contexto mejor que los encuestados, preguntan. Como la sociolog¨ªa acad¨¦mica, la seria, tiene poco morbo, los periodistas y sus adl¨¢teres los ide¨®logos prefieren la politolog¨ªa (una muy respetable ciencia social en inevitable b¨²squeda de un lugar en el sol de la especulaci¨®n). As¨ª se explica el silencio sobre el libraco Sociolog¨ªa de Catalu?a, tremendo, m¨¢s de 1.100 p¨¢ginas como medias s¨¢banas, important¨ªsimo, dirigido por Salvador Giner, y el significativo rifirrafe armado por la publicaci¨®n de la monograf¨ªa L"abstenci¨® a les eleccions al Parlament de Catalunya. Por si fuera poco, en vez de utilizar el material sensible del que trata para entender mejor las cosas, se ha exhibido por todo el mundo -Francesc de Carreras sin enterarse de lo que pone- como confirmaci¨®n a sus tesis de c¨®mo deben situarse los socialistas catalanes ante la idea y las consecuencias de la idea de Catalu?a como naci¨®n, es decir, ante las pr¨®ximas elecciones. La habilidad de Joan Font y el resto de autores del estudio citado consiste en satisfacer la demanda de morbo sin apearse de la solvencia en el estudio de esta dichosa, y desdichada, abstenci¨®n. Como se?alaba Font el pasado martes en estas p¨¢ginas, lo que s¨ª confirma el estudio es la miop¨ªa frentista de algunos estrategas babelianos, encaminada a convencer a los socialistas de su error y empujarles a un terreno de juego distinto -l¨¦ase opuesto- al que han configurado un siglo de catalanismo y dos d¨¦cadas de pujolismo: con las proyecciones de que se dispone, no bastar¨ªa ni mucho menos igualar la abstenci¨®n diferencial de las auton¨®micas a la media espa?ola o europea para desalojar a Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) de la Generalitat. So?ar en dejarla atr¨¢s y pasar del farolillo de cola a la cabeza es algo que hoy por hoy pertenece al g¨¦nero fant¨¢stico. Como Font recordaba, la abstenci¨®n diferencial de las auton¨®micas catalanas s¨®lo supera en un 2% a la de la comunidad de Madrid. Seg¨²n las proyecciones del estudio, movilizando a todos los abstencionistas movilizables, todos, unos 300.000, lo m¨¢ximo que podr¨ªan los socialistas es disminuir en 70.000 votos la distancia que les separa de Pujol. Con eso, no tienen ni para empezar. Contin¨²a siendo evidente que la cosa no va por aqu¨ª. En la calle de Nicaragua lo sabe todo el mundo, pero en sus aleda?os abundan los que no quieren enterarse. Pasando del morbo pol¨ªtico, esperemos que definitivamente enterrado despu¨¦s de la actual minipol¨¦mica, a las cuestiones de mayor calado, el estudio inicia una minuciosa exploraci¨®n que deber¨ªa continuar por los dem¨¢s segmentos pormenorizados del electorado catal¨¢n. Conseguir¨ªamos as¨ª un retrato subjetivo completo, sujeto a interpretaciones pero no por ello menos real. En el grupo ahora estudiado, el menos inclinado a compartir espacios de catalanidad, se detecta desilusi¨®n, m¨¢s desorientaci¨®n que desconocimiento, incluso disgusto, que se traduce en lo que podr¨ªamos llamar un no conformismo pasivo. Les gusta Catalu?a -la Catalu?a en la que viven ha mejorado ostensiblemente en t¨¦rminos urban¨ªsticos y econ¨®micos, al contrario que los suburbios franceses-, pero les disgusta esa Catalu?a emergente con la que no contaban y que, a su entender, tampoco cuenta con ellos. Los a?os del paro y el estancamiento han coincidido con los de las campa?as anticatalanistas de la capital y la ruptura del consenso b¨¢sico a cargo del PP. Cuando empez¨¢bamos a estar mejor en ambos sentidos, la nueva estrategia de CDC -grandes avances verbales en el frente simb¨®lico y ling¨¹¨ªstico sin apenas traducci¨®n en la realidad- se ha encargado de mantener abiertas las grietas de la distancia. Para no ser acusado de repetirme recordar¨¦ s¨®lo que me parece una aut¨¦ntica temeridad, adem¨¢s de un error monumental, que el nacionalismo reinante, y cada vez m¨¢s rampante, se permita dise?ar una Catalu?a que no d¨¦ prioridad a la mejora de estas actitudes con la excusa de su muy escasa trascendencia electoral. Primero, un sol poble, con todas sus variantes. Luego, todo lo dem¨¢s. Nunca antes el electoralismo. Aunque hoy por hoy los votos sean poco relevantes, las estrategias y las irresponsabilidades encaminadas a mantener y ahondar la distinci¨®n entre un catal¨¢n y un catal¨¢n-catal¨¢n son las peores para el futuro de Catalu?a. Tiene raz¨®n asimismo Joan Font al se?alar que el debate ideol¨®gico-identitario queda en un alejado segundo t¨¦rmino. Muy por delante est¨¢ esa pu?etera realidad por la que todos decimos porfiar pero luego convertimos en concepto y abstracci¨®n. Si la finalidad es coser gente que vive en distintos territorios, ?qu¨¦ tal si empez¨¢ramos prometiendo apoyar a quien proponga, con credibilidad presupuestaria, m¨¢s kil¨®metros de metro, el cintur¨®n ferroviario que unir¨ªa Badalona con Gav¨¤ pasando por detr¨¢s del Tibidabo y una red normalizada de autov¨ªas? Esto tambi¨¦n interesa a los abstencionistas. Esto s¨ª que interesa.
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