?Fuma?, pues trabaje m¨¢s horas
Un municipio brit¨¢nico plantea que los fumadores repongan el tiempo de recreo que dedican a echar un cigarro
Fumar sol¨ªa ser un placer para algunos de los 4.000 bur¨®cratas del tranquilo municipio de Thurrock, en Essex. Ahora, un pitillo es un lujo que casi bordea en el delito. Una decisi¨®n de la municipalidad dominada por las fuerzas del neolaborismo de Tony Blair estremece a los fumadores y a quienes huelen en la ¨²ltima batalla contra la nicotina una intolerable inclinaci¨®n dictatorial y un ejemplo m¨¢s de la americanizaci¨®n del Reino Unido.Hace tiempo que fumar en las oficinas est¨¢ prohibido. Pero en Thurrock se est¨¢ aplicando una medida m¨¢s draconiana: si un empleado sale a la calle a fumarse un pitillo entre tr¨¢mite y tr¨¢mite, tendr¨¢ que reponer el tiempo de recreo (promedio de 30 minutos al d¨ªa) haciendo horas extras en el escritorio.
El furor ha obligado a las autoridades municipales a aclarar a los cuatro vientos que todo esto es voluntario y no, como sosten¨ªa el columnista conservador Simon Heffer, "la m¨¢s reciente manifestaci¨®n del fascismo contra los fumadores". Andy Lever, el director del Gazzete de Thurrock, el peri¨®dico que levant¨® la perdiz exponiendo la extraordinaria pol¨ªtica antifumadores, se re¨ªa ayer de la soluci¨®n semisalom¨®nica que el Ayuntamiento ha adoptado en vista del espectacular impacto de la noticia. Aparentemente, desde hace d¨ªas, en el municipio no se hace sino hablar de pitillos. ?Cu¨¢l es la direferencia entre un empleado que se toma unos minutos para estirar las piernas y respirar en el patio y otro que elige el mismo n¨²mero de minutos para aspirar, por elecci¨®n propia y democr¨¢tica, un marlboro?
Las aclaraciones y la suavizaci¨®n de la pol¨ªtica, explicada con vehemencia por el nervioso portavoz de Thurrock, Martin Mallin (un funcionario que se irrita toda vez que se interrumpe su furioso discurso para pedirle un poco m¨¢s de explicaciones y a quien cuesta arrancarle el dato de que hasta hace poco fumaba tabaco light), marcaron el jueves un hito. Preocupado por la airada reacci¨®n hacia su r¨ªgida pol¨ªtica contra los fumadores, el gobierno municipal de Thurrock dio discretamente un paso atr¨¢s. Los que quieran fumar pueden hacerlo y no tienen que firmar ning¨²n documento que les obligue a trabajar dos horas y media extras por semana.
La noticia fue celebrada en el ¨¢mbito de los aproximadamente 13 millones de brit¨¢nicos adictos al tabaco. John R., un corredor de la Bolsa, se llenaba los pulmones de humo a la hora del almuerzo en el bar Under The Clock, en el coraz¨®n de la City. "Es rid¨ªculo", dijo estrujando un paquete vac¨ªo de tabaco y apur¨¢ndose a buscar uno de repuesto. "Si alg¨²n d¨ªa se aplicara la misma regla a mi compa?¨ªa, ser¨ªa el primero en denunciar a colegas que se pasan media ma?ana encerrados en el v¨¢ter y leyendo peri¨®dicos. Uno fuma porque le da la gana. Si a m¨ª me multan por fumar, pues que tambi¨¦n se les descuente el tiempo a los que se pasan el d¨ªa yendo al lavabo".
El debate va camino de amainar porque lo ¨²ltimo que quiere el Gobierno de Blair es darle una dimensi¨®n autoritaria al plan que, con respaldo de 60 millones de libras esterlinas anuales, quiere reducir radicalmente el consumo de tabaco hacia el a?o 2002. Cr¨ªticos de su pol¨ªtica de salud p¨²blica sostienen que ese dinero m¨¢s bien podr¨ªa ayudar a apuntalar el calamitoso estado de los servicios hospitalarios en el "Estado de bienestar".
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