Bernstein y Mahler, tan cerca, tan lejos
En el panorama sinf¨®nico de Norteam¨¦rica, la Orquesta de San Francisco, fundada en 1911, se distingue por su espectacular brillantez -sus metales suenan incluso con un punto de acritud a los o¨ªdos europeos-, su eclecticismo estil¨ªstico y su virtuosismo individual y colectivo. Tambi¨¦n por ser representante del "esp¨ªritu americano" a diferencia de las agrupaciones m¨¢s europe¨ªstas de Boston, Chicago o Filadelfia.La dirige desde 1995 Michael Tilson Thomas, nombre art¨ªstico de Michael Tomashevsky, nacido en Hollywood en 1944. Maestro bien preparado, acusa una influencia de Leonard Bernstein incluso en su amor a Mahler y a su modo de enfocarlo.
En el desfile de orquestas de Iberm¨²sica, nos propuso Tilson Thomas la suite de una ¨®pera de Bernstein, A quiet place, estrenada en Tejas en septiembre de 1991.
Orquestas del Mundo (Iberm¨²sica)
Sinf¨®nica de San Francisco. Director: M-Tilson Thomas. Obras de Bernstein y Mahler. Auditorio Nacional. Madrid, 23 de enero.
Sus distintos fragmentos nos traen el "sonido Bernstein" como autor, esto es, la m¨¢s pulida y exteriorizada muestra del "musical americano", lo que, se quiera o no, introduce en un concierto sinf¨®nico alguna dosis de ambig¨¹edad. No hay que decir que la versi¨®n de director y conjunto fue una fiesta de fuegos artificiales.
Superficial
Despu¨¦s, la Quinta sinfon¨ªa de Mahler (s¨ª, la del Adagietto viscontiano asociado a la memoria de la pel¨ªcula Muerte en Venecia), tan halagador como superficial y en algo ambiguo. Ya se lo dec¨ªa Strauss a Mahler cuando le elogia con entusiasmo la obra y salva de su loa el Adagietto que, como antes y ahora, es lo que m¨¢s satisface a la audiencia."Se lo tiene usted bien merecido", subraya el autor de Electra en una de sus cartas al obsesivo Mahler. Escribo "obsesivo" pensando en su m¨²sica ya que es una larga insistencia en un tipo de ideas que luego, el excelente profesional que fue Mahler, es capaz de diversificarlas y conducirlas por los cauces que quiere. Salvo algunos detalles de exceso expresivista, el directo Tilson Thomas hizo una interpretaci¨®n limpia de gangas psicoanal¨ªticas y hojarasca literaria, lo que siempre es de agradecer en estos casos. En el piano din¨¢mico se mueve en una gama ampl¨ªsima que va desde el susurro al estallido.
En los resultados, no hay que decirlo, jug¨® su papel la magnificencia de la Orquesta de San Francisco con su suntuosa potencia y sus luces cegadoras. La sesi¨®n agrad¨® sobremanera a los asiduos de este abono, lujo de la vida musical madrile?a.
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