Democracia paritaria
La autora propone superar el sistema de cuotas e ir a la igual representaci¨®n
"Solicitamos a los Gobiernos del mundo que estimulen a todas las mujeres a participar de forma m¨¢s activa en los asuntos nacionales e internacionales, y a las mujeres que son conscientes de sus oportunidades a que se den a conocer y las compartan en un mundo de paz y reconstrucci¨®n". (De la "carta abierta a las mujeres del mundo entero" que ley¨® durante la primera sesi¨®n de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Londres en 1946, Eleanor Roosvelt, delegada de Estados Unidos).M¨¢s de cincuenta a?os despu¨¦s, la participaci¨®n de las mujeres, en los ¨¢mbitos en que se toman decisiones que afectan a la sociedad, sigue siendo muy minoritaria. En t¨¦rminos generales queda un escaso 10% de "presencia".
Equilibrar esta presencia, lograr una participaci¨®n proporcionada de hombres y mujeres en la vida p¨²blica, es a lo que viene denomin¨¢ndose "democracia paritaria". Hay quien opina que esta expresi¨®n no es del todo afortunada, pero, sin embargo, viene us¨¢ndose con ¨¦xito desde que en 1989 el Consejo de Europa la adoptara en la conferencia sobre el tema El principio democr¨¢tico de igual representaci¨®n. Sea la expresi¨®n m¨¢s o menos acertada, si se ha conseguido describir el concepto podemos considerarla no s¨®lo v¨¢lida, sino adecuada, susceptible de llenarse de contenido y diferenciadora de otros sistemas de participaci¨®n, como, por ejemplo, las cuotas. No se tratar¨ªa con este sistema de que se incorporen a los espacios de toma de decisiones determinados porcentajes de mujeres, el 25%, el 30%, el 35%, sino de que ninguno de los sexos que conforman la humanidad est¨¦ sobrerrepresentado -tambi¨¦n cabe formularlo en negativo-.
Democracia paritaria significa tambi¨¦n que tendr¨¢ que existir una aut¨¦ntica distribuci¨®n de las responsabilidades familiares entre mujeres y hombres. Va m¨¢s all¨¢ de la distinci¨®n tradicional entre vida p¨²blica y privada: reconoce que la vida privada es pol¨ªtica. Desde hace unos a?os, fundamentalmente desde la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre las Mujeres celebrada en Pek¨ªn en 1995, en que se aprobaron contundentes resoluciones al respecto, han venido sucedi¨¦ndose declaraciones internacionales en el mismo sentido y con el consiguiente compromiso para los Estados y partidos pol¨ªticos firmantes: IV Plan para la Igualdad de Oportunidades aprobado por el Consejo de Europa en 1995; recomendaci¨®n relativa a la participaci¨®n equilibrada de las mujeres y de los hombres en los procesos de toma de decisiones, aprobada por el Consejo de la UE de 2 de diciembre de 1996; Conferencia de Nueva Delhi de la Uni¨®n Interparlamentaria de 1997; IV Conferencia Ministerial Europea para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, celebrada en 1997 en Estambul. ?Por qu¨¦ no se ha sido capaz de poner en pr¨¢ctica, cuando se trata de la mujer, el principio universal y generalmente reconocido que reclama la igualdad de derechos para todo ser humano, establecido en todos los instrumentos internacionales? ?Es posible continuar proclamando estos grandes principios ¨¦ticos y jur¨ªdicos y hacer lo contrario?
Es algo tan l¨®gico, por lo menos as¨ª lo vemos, que no se entiende del todo el "revuelo" que se arma cuando se habla en serio del tema, cuando de las palabras pretende pasarse a los hechos. Decimos "del todo", porque algo s¨ª entendemos. S¨ª entendemos que se intranquilicen aquellos que han hecho de la pol¨ªtica una profesi¨®n vitalicia; aquellos que, no modificando nada, pretenden perpetuarse ellos mismos y sus modos de hacer pol¨ªtica y de conducir a la sociedad; aquellos que firmando compromisos internacionales, que posiblemente no haya que cumplir, o en el peor de los casos dentro de 50 a?os, se han considerado liberados de dar m¨¢s pasos hacia adelante; aquellos que han "rebajado" la pol¨ªtica hasta l¨ªmites intolerables porque piensan que as¨ª son todos iguales; aquellos que se han permitido alejarse de la sociedad porque las "listas" las hacen ellos o sus amigos y a alguien hay que votar; aquellos que se permiten usar la "solidaridad" como reclamo de campa?a porque despu¨¦s no hay masa cr¨ªtica, nadie va a pedir cuentas; aquellos que quieren "redimensionar" el Estado del bienestar.
Entendemos estas "intranquilidades", y que se quieran vestir de dificultades jur¨ªdicas o de otro tipo, porque si se consiguiera introducir, si las mujeres consigui¨¦ramos introducir en nuestro sistema electoral el mecanismo adecuado que garantizara la democracia paritaria, s¨®lo para las pr¨®ximas elecciones municipales, de 40.000 a 60.000 hombres de este pa¨ªs tendr¨ªan que dejar paso a 40.000 o 60.000 mujeres de este pa¨ªs.
Claro que la medida es pol¨¦mica, como todo lo que viene a trastocar lo existente, pero defendible desde todos los puntos de vista, constitucional, internacional, jur¨ªdico, social, pol¨ªtico (y lo haremos en cada uno de los foros), pero sobre todo debe ser entendida como un mecanismo corrector de una desigualdad estructural existente, esto es, con la provisionalidad necesaria para la recomposici¨®n de la situaci¨®n.
Realmente hace falta dar con la f¨®rmula adecuada, que no haga resentirse nuestro esquema jur¨ªdico-constitucional, pero lo que de verdad hace falta es voluntad pol¨ªtica decidida, valent¨ªa para apostar por una sociedad aut¨¦nticamente democr¨¢tica, sin d¨¦ficit y consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas. Jospin, cuando lleg¨® al Gobierno, se declar¨® convencido de la necesidad de profundizar en la democracia y se?al¨® su voluntad de proponer las reformas necesarias para incluir la paridad en la Constituci¨®n francesa. Hoy ya es un hecho, y apoyado por todos los partidos pol¨ªticos.
Por esto, consideramos que el partido socialista, que ha anunciado una iniciativa legislativa para reformar la ley electoral y promover la democracia paritaria, no debe dar ni un paso atr¨¢s, continuando decididamente con la iniciativa y asumiendo los riesgos de una propuesta pol¨¦mica, pero valiente, con base real y justa, justa porque no es una pretensi¨®n para que "algunas" mujeres "lleguen arriba", es una propuesta para que mujeres y hombres compartan decisiones sobre c¨®mo organizar la sociedad , es ver la igualdad en t¨¦rminos de solidaridad. Entendemos que el resto de las fuerzas pol¨ªticas deben trabajar, desde la lealtad y el reforzamiento de los consensos, ya que en la medida en que las mujeres est¨¦n infrarrepresentadas en los procesos de adopci¨®n de decisiones, la democracia estar¨¢ inacabada y los problemas de nuestras sociedades no estar¨¢n plenamente resueltos.
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