32 meses salpicados de conflictos
Esperanza Aguirre ha llorado dos veces en p¨²blico en sus 32 agitados meses como ministra. De rabia, al ver c¨®mo el Congreso rechazaba su plan de humanidades, en diciembre de 1997, e inflig¨ªa al Gobierno una estrepitosa derrota parlamentaria, y de emoci¨®n, en su despedida del ministerio el pasado mi¨¦rcoles.Pero no le ha flaqueado el ¨¢nimo por las pol¨¦micas que d¨ªa s¨ª d¨ªa no estallaban a su paso, ni por los proyectos descarrilados, o evaporados antes de pasar de las musas al papel, ni por el desencuentro perpetuo con los rectores espa?oles.
M¨¢s pendiente de jalear los problemas que de acordar su soluci¨®n, Aguirre ha metabolizado las cr¨ªticas a su gesti¨®n, casi un¨¢nimes en la comunidad educativa, con la misma alegr¨ªa con la que se puso nota a s¨ª misma: un 6,5.
Se estren¨® con pol¨¦mica en mayo de 1996. En su primera comparecencia como ministra defendi¨® un recorte de la financiaci¨®n a los centros p¨²blicos menos demandados para trasvasarla a los privados concertados m¨¢s solicitados. El mensaje, de puro aroma liberal, se tom¨® como una proclama privatizadora.
Con un revuelo intermedio a costa de las subvenciones a colegios del Opus que impart¨ªan educaci¨®n segregada por sexos, Aguirre articul¨® su demoledora doctrina educativa en mayo de 1997, en una conferencia en el Club Siglo XXI de Madrid en la que acus¨® a los socialistas de condenar a la ignorancia a una generaci¨®n de espa?oles y cuestion¨® de ra¨ªz los fundamentos de la LOGSE.
Como m¨¢xima responsable educativa, no ha tenido reparos en fustigar a sus clientes diciendo que cualquier profesor universitario pod¨ªa conseguir una c¨¢tedra "sin saberse ni una sola lecci¨®n" o que los estudiantes protestaban contra su pol¨ªtica porque "es m¨¢s divertida la huelga que la clase de matem¨¢ticas". Sus declaraciones a este diario ("a m¨ª no me aterra la palabra privatizar", o "el deporte nacional es pedir dinero al contribuyente") no le impidieron que, con el tiempo, fuera atenuando su ropaje privatizador, hasta el punto de que, con ocasi¨®n de una manifestaci¨®n que reuni¨® en Madrid a 50.000 personas, se coloc¨® un pin a favor de la escuela p¨²blica.
La ex ministra considera uno de sus m¨¦ritos haber reducido el n¨²mero de asignaturas de los universitarios y haber promovido la libertad de elecci¨®n de colegio e instituto. Su otro motivo de orgullo es en verdad meritorio: haber provocado 700 art¨ªculos de opini¨®n sobre la ense?anza de las humanidades en apenas tres meses.
Esta turbulenta pol¨¦mica, cuyas consecuencias se notaron en cualquier parte menos en las aulas, tuvo un comienzo muy revelador sobre su protagonista. La menci¨®n al "car¨¢cter unitario de la trayectoria hist¨®rica de Espa?a" en el proyecto del Gobierno fue desde el primer momento la espoleta del conflicto. Pues bien, unos d¨ªas despu¨¦s, cuando la tormenta nacionalista a¨²n segu¨ªa en todo su esplendor, Aguirre confes¨® en privado que ella ni siquiera hab¨ªa le¨ªdo el punto en el que se inclu¨ªa la expresi¨®n de la discordia. Otras controversias desencadenadas por la ex ministra fueron la de la jornada continuada (desactivada posteriormente); la de los centros integrados, concebidos para impartir secundaria en colegios de primaria (tambi¨¦n en el limbo), la de la selecci¨®n de alumnos por el expediente (anulada en un par de d¨ªas), la de las presiones a la Iglesia para bloquear el manifiesto a favor de la reforma promovido por la Fundaci¨®n Encuentro y la llamativa confesi¨®n de su deseo de que en Catalu?a hubiera un "liceo espa?ol".
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