En memoria de Antonio Saura
El dolor dej¨® por fin salir la voz
(Virgilio)
Durante estos meses transcurridos desde la muerte de mi padre he cerrado el camino a las palabras.
Vivir el duelo, atravesarlo, me era necesario para equilibrar la zozobra de su ausencia, para recuperar su figura, para emprender la labor de reconstrucci¨®n personal, lenta y, por fuerza, ¨ªntima. No hay palabras en el di¨¢logo interior, en la reorganizaci¨®n tolerable de las im¨¢genes; porque uno queda siempre prisionero de las im¨¢genes.
As¨ª hab¨ªa de ser, al menos yo cre¨ªa tener derecho a hacerlo. Sin embargo este silencio m¨ªo se ha visto brutalmente roto por una algarab¨ªa de voces, de declaraciones y requerimientos que, con dudosas maneras, no han dejado de reclamar a gritos los despojos de mi padre.
Es preciso ahora que recupere las palabras y, con ellas, la paz del paisaje de mi infancia, Cuenca. Todo el que conoci¨® bien a mi padre le oy¨® expresar sus dudas y recelos -cuando no su rechazo- a la idea de poner en pie una fundaci¨®n que llevara su nombre. Amante y defensor de los museos bien concebidos, de testaba los reductos abocados al olvido que albergan las obras de un artista como cenotafio erigido para su propio ego.
El afecto admirativo tanto de su tierra natal, Arag¨®n, como de su tierra elegida, Cuenca, venci¨® su resistencia llev¨¢ndole a aceptar hacer una fundaci¨®n en Cuenca, con el prop¨®sito y la ilusi¨®n de convertir la idea en algo din¨¢mico, en un centro activo de cultura e intercambio que albergara sus proyectos creativos lejos de un hiperb¨®lico dep¨®sito de cuadros.
Me pidi¨® a m¨ª, su hija, que me ocupara de dirigirla, para que aplicara sus criterios al pie de la letra, sin interferencia de ideas muse¨ªsticas ajenas. Fueron sus palabras. Acept¨¦ con lo que ello implicaba de aplazamiento indefinido de mi trabajo teatral y cinematogr¨¢fico, movida por el respeto, la admiraci¨®n y el amor, sentimientos que se agudizan cuando una enfermedad grave aflige a la persona amada.
Pero en los ¨²ltimos meses mi padre se vio decepcionado y reafirmado en su primer impulso de rechazo por la incuria de las instituciones responsables de la propuesta, quienes, morosas de tiempo, dilataron los compromisos y la puesta en marcha efectiva de la idea, as¨ª como una inversi¨®n econ¨®mica digna que posibilitara el desarrollo de las actividades culturales que proyectaba y que ¨²nicamente dar¨ªan sentido, a sus ojos, al proyecto de fundaci¨®n. Ninguna de estas condiciones se cumpli¨® en vida de mi padre.
La correspondencia con los responsables de esas instituciones revela su des¨¢nimo y sus intenciones de retirarse del proyecto.
Su tiempo natural se vio cortado s¨²bitamente por la enfermedad y, la enfermedad y, en ese dram¨¢tico par¨¦ntesis, su proverbial agudeza y su buen sentido le llevaron a tomar una decisi¨®n dr¨¢stica y clara que expres¨® en sus ¨²ltimas instrucciones en forma de tajante mandato a sus herederas y a su albacea testamentario. Cito literalmente el punto n¨²mero 6 de sus instrucciones:
"La mayor parte de los compromisos suscritos en 1995, as¨ª como las promesas hechas ulteriormente, no han sido mantenidos hasta ese momento. Mis llamadas de febrero y junio han quedado sin respuesta. Los incumplimientos de las personas y de las administraciones concernidas no han permitido que este proyecto se realice. Su perennidad, tanto financiera como humana, no est¨¢ asegurada ni lo ser¨¢ ciertamente el d¨ªa en que yo no est¨¦. Te pido expresamente que interrumpas todos los tr¨¢mites en curso y que pongas fin a este proyecto mediante todos los medios cuyo empleo juzgues ¨²til. Ninguna fundaci¨®n o instituci¨®n an¨¢loga podr¨¢ crearse o llevar mi nombre sin el acuerdo previo y un¨¢nime de Mercedes, Marina y tuyo".
En cuanto a su legado art¨ªstico, nada deja a la fundaci¨®n, puesto que no logr¨® verla asentada, sino que, en precisos puntos de su testamento, nombra y enumera claramente los museos del mundo a los que desea ceder su obra. Nada pues para una fundaci¨®n que no logr¨® sacar a flote en vida -con la frustraci¨®n que ello supuso- y que, consecuentemente, no dese¨® dejar a la deriva tras su muerte.
Por razones que no acierto a dilucidar, algunos miembros de dicho patronato cerraron los ojos y los o¨ªdos a la evidencia del testamento ol¨®grafo y de las disposiciones post mortem que les fueron transmitidas y le¨ªdas por el albacea en reuni¨®n del 19 de septiembre de 1998.
L¨®gicamente, los tres ¨²nicos miembros del patronato pertenecientes al mundo art¨ªstico y cultural: Tom¨¢s Llorens, Juan Manuel Bonet y Valeriano Bozal en tendieron desde el principio la voluntad de mi padre y se retiraron del patronato con p¨²blico rechazo a una actitud de confrontaci¨®n y de inadecuados comunicados p¨²blicos.
Esta actitud endog¨¢mica, en cerrada en reuniones, ha secretado una serie de manifestaciones p¨²blicas, de declaraciones en prensa, de amistosos requerimientos notariales que han menoscabado y confundido el verdadero sentido de nuestro proceder (el m¨ªo y el de su viuda, Mercedes Beldarra¨ªn).
Cumplir y llevar a cabo la ¨²ltima e inequ¨ªvoca voluntad de mi padre nos ha costado y nos est¨¢ costando un pesar a?adido al de su p¨¦rdida y una especie de proceso p¨²blico de intenci¨®n en el que nuestro nombre y recto proceder se han puesto en entredicho.
Agravio, y no peque?o, ha sido el de presuponer que intento torcer, desvirtuar y traicionar la memoria de mi padre. Inaudita suposici¨®n s¨®lo justificada por la empecinada avidez de cosechar a destiempo un legado para una fundaci¨®n cuya existencia es ahora desgraciadamente imposible.
Las declaraciones p¨²blicas de los que permanecen encastillados como patronato nos implican ofensivamente ejerciendo una presi¨®n y un acoso social intolerables.
Algunas de las declaraciones personales son especialmente dolorosas, como la que nos atribuye, en un ejercicio de inadecua da adulaci¨®n localista, un su puesto desprecio a la provincia de Cuenca.
Cuenca es la ciudad donde naci¨® mi hermana Elena y donde est¨¢ enterrada, junto a mi hermana Ana, la ciudad que mi padre am¨® y nos ense?¨® a amar -sus cenizas miran a¨²n Los ojos de la mora, el paisaje que le acompa?¨® en su pintura durante tantos a?os-, la ciudad d¨®nde est¨¢ la ¨²nica casa familiar que he tenido, donde todos los miembros que la componen han pasado alg¨²n tiempo -abuelos, t¨ªos, madre y hermanas-, la ciudad en la que viv¨ª mis primeros amores, a la que cada verano de mi vida he acudido para sumergirme en las aguas sagradas del r¨ªo J¨²car, a la que ahora traigo a mi peque?o hijo para ense?arle sus misterios... Seguir¨¦ luchando, aqu¨ª, en Cuenca, para mantener la memoria de mi padre y para que su ¨²ltima voluntad sea respetada.
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