Un mill¨®n de personas huyen de la guerra en Angola
La reanudaci¨®n de los combates provoca desplazamientos masivos y un desastre humanitario
ENVIADO ESPECIALLos vuelos humanitarios se han restablecido a todas las ciudades bombardeadas por la guerrilla de la Uni¨®n para la Independencia Total de Angola (UNITA), a excepci¨®n de Malange. A¨²n se teme que los hombres del general Jonas Savimbi tengan sitiados los alrededores de esa capital y los aviones corran el riesgo de ser alcanzados por su artiller¨ªa.
La capital de la provincia de Malange, al norte de Angola, fue violentamente bombardeada a principios de enero. Desde esas fechas se encuentra cercada. All¨ª vive desde hace dos a?os el espa?ol Luis Mar¨ªa P¨¦rez de Onra¨ªta, obispo de Malange, considerado un optimista sin remedio. "Aqu¨ª cayeron algunos obuses", dice por tel¨¦fono, "pero ahora todo est¨¢ tranquilo. Estamos esperando la reanudaci¨®n de los vuelos, porque la situaci¨®n es bastante dura. En la plaza todav¨ªa quedan algunos alimentos, pero no hay dinero. Faltan muchas medicinas y, las que hay, se venden car¨ªsimas. Si escribe esto, transmita a nuestros familiares que estamos todos bien".
El obispo y otros 15 misioneros espa?oles comparten las labores de ayuda humanitaria con muchos otros colegas de diversas nacionalidades. Malange, la ¨²ltima ciudad cerrada, como el resto de las asediadas por UNITA (Huambo y Cuito, especialmente), ha sufrido un "dr¨¢stico agravamiento de su situaci¨®n" desde la reanudaci¨®n de la guerra, a mediados de diciembre, seg¨²n reconoce Fernando de Costa Freire, el portavoz de la UCAH, la organizaci¨®n de Naciones Unidas que coordina toda la ayuda humanitaria en Angola.
Los informes de la ONU indican que los recientes combates entre fuerzas del Ej¨¦rcito angole?o y la guerrilla de UNITA han provocado m¨¢s de 700.000 refugiados de guerra (huidos de sus hogares) que, unidos a los todav¨ªa acogidos por anteriores enfrentamientos, podr¨ªan alcanzar la cifra del mill¨®n de desplazados. El hambre y las enfermedades se multiplican por minutos. El paludismo afecta a cerca de tres millones de personas, un cuarto de la poblaci¨®n, y constituye la primera causa de mortalidad en el pa¨ªs.
El ¨²ltimo informe de la ONU explica que las hostilidades forzaron la huida de millares de personas "por segunda o tercera vez en los ¨²ltimos meses, y originaron el bloqueo de las actividades de desminaje, mientras se colocan nuevos artefactos". Actualmente, se estima que hay m¨¢s de siete millones de minas en el pa¨ªs y cerca de 100.000 mutilados por sus explosiones.
El granadino Ignacio Le¨®n, un veterano que lleva desde 1996 trabajando para Naciones Unidas, explica que "la situaci¨®n es de emergencia total. Hoy por hoy no se puede salir de las ciudades por razones de seguridad. Han sembrado nuevas minas, han volado puentes y los transportes por carretera tienen enormes riesgos". Naciones Unidas ha informado de que un reciente ataque ocurrido en la carretera de Luanda a Lobito provoc¨® 13 muertos y 12 heridos, y la explosi¨®n de una mina al paso de una caravana de camiones en Gongoinga, provincia de Huambo, dej¨® 17 muertos y 30 heridos.
"Afortunadamente, la reanudaci¨®n de los vuelos a Huambo y Cuito", dice Ignacio Le¨®n, "mejorar¨¢ la situaci¨®n en los pr¨®ximos d¨ªas, pero existen muchos problemas de alimentos, salud y reintegraci¨®n. Nosotros no s¨®lo repartimos ayuda, sino que pretendemos que la poblaci¨®n vuelva a ser autosuficiente, se pueda autoabastecer". Las organizaciones humanitarias est¨¢n enviando estos d¨ªas a Huambo y Cuito cerca de 50 toneladas diarias de alimentos y medicinas.
A pesar del restablecimiento de estos vuelos, la situaci¨®n sigue siendo extremadamente grave. La profesora de periodismo Raquel Betlehem, una angole?a de 35 a?os, acaba de regresar de Huambo donde dio un seminario sobre la pobreza en Angola. La ciudad sufri¨® cerca de 20 d¨ªas de violentos combates hasta que fue recuperada por el Ej¨¦rcito angole?o. Sin miedo en el cuerpo, se embarc¨® la semana pasada en un vuelo militar, antes de que se normalizase la situaci¨®n. Su relato es expresivo: "Las marcas de la guerra pueden verse en el rostro de la gente y en la ciudad. Huambo est¨¢ completamente arrasada. Hay una gran escasez de alimentos y lo que queda se vende a precios imposibles. No hay transporte por carretera y casi no hay comercio. Un kilo de az¨²car cuesta cinco d¨®lares y una barra de jab¨®n, 12. No hay pr¨¢cticamente medicamentos y la gente no se atreve a salir de la ciudad".
La ciudad de Cuito, la capital de la provincia de Bi¨¦, se encuentra en una situaci¨®n parecida. "La llaman la ciudad cementerio, porque no hay una casa que no tenga una sepultura al lado", dice Raquel Betlehem. Las ¨²ltimas ofensivas han convertido a estas ciudades en escombros. Los servicios sanitarios y sociales se encuentran saturados. Algunos de ellos han sido asaltados o destruidos completamente. El hambre y la necesidad no respetan.
Centenares de refugiados van llegando cada d¨ªa a los campos de asistencia de Luanda. Los centros de Caxito, Viana o Kiquchi ofrecen todo lo que pueden, aunque en muchos casos no alcancen m¨¢s que un m¨ªnimo sustento. Son lugares de miseria y desolaci¨®n, donde centenas de personas cohabitan en barracones. Algunos desplazados de los combates de 1992-1994 a¨²n se encuentran en los hogares de Gika, Anangola, Beirau (ancianos) y Kuzola (menores).
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