La solidaridad popular evita la repatriaci¨®n de un poliz¨®n a Sierra Leona
La movilizaci¨®n de sindicatos y otras organizaciones ha conseguido paralizar la orden de expulsi¨®n de un inmigrante ilegal de Sierra Leona, James Harrison, al que la Oficina de Asilo y Refugio (OAR), dependiente de Interior, hab¨ªa denegado el asilo pol¨ªtico aduciendo que la guerra civil de ese pa¨ªs no permit¨ªa particularizar su problema. El subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Alejandro Mill¨¢n Mon, ha dejado en suspenso la expulsi¨®n de Harrison "por razones humanitarias", permiti¨¦ndole ejercer los tr¨¢mites y recursos oportunos para continuar viviendo en Espa?a.James Harrison tiene 25 a?os y era pescador en Funquia, cerca de Freetown. La guerrilla atac¨® su aldea y, haci¨¦ndose el muerto entre cad¨¢veres tiroteados, logr¨® salvar su vida. "Despu¨¦s cog¨ª mi barca y hu¨ª a Guinea Conakry", relat¨®. Un barco lo trajo de poliz¨®n hasta Vigo, donde no logr¨® hacerse entender hasta toparse con otro africano, Walter Guah, que se ofreci¨® a ayudarle poni¨¦ndole en contacto con la Cruz Roja de Vilagarc¨ªa. Esta asamblea local ya hab¨ªa tramitado el asilo del propio Guah y de los hermanos James y Wilson Kpsowa, llegados, como Harrison, hace dos semanas, como polizones en un barco. Harrison pens¨® que tambi¨¦n merec¨ªa esa suerte.
La OAR, sin embargo, no admiti¨® a tr¨¢mite su solicitud de asilo aduciendo que la guerra civil de Sierra Leona, al ser generalizada, no permit¨ªa demostrar que el solicitante sufriera una persecuci¨®n personal, sino la com¨²n en la que se ven inmersos todos los ciudadanos de aquel pa¨ªs.
James Harrison dej¨® en Funquia a su madre y a dos hermanas de las que desconoce si estar¨¢n vivas ni, por el momento, tiene modo de comprobarlo. En Vilagarc¨ªa, adem¨¢s de los afectos de la Cruz Roja y de vecinos particulares, ha descubierto el turr¨®n, el colacao y las patatas fritas con la carne. "En mi pa¨ªs son muy caras", precisa de las patatas fritas.
Muerte segura
Pero no es por eso por lo que, al conocer la resoluci¨®n de la OAR, que le dio 15 d¨ªas para abandonar Espa?a, prometi¨® matarse, antes que aceptar su repatriaci¨®n. "Devolverme es condenarme a una muerte segura", se?al¨®. "Me matar¨¢n unos u otros: la guerrilla, por no haberme unido a ellos, o, en mi pueblo, por desertor, por abandonarles. As¨ª que antes me mato yo".Los sindicatos y algunas organizaciones humanitarias iniciaron una campa?a de movilizaciones reclamando para Harrison el estatus de refugiado de guerra. El subdelegado del Gobierno en Pontevedra ha tenido en cuenta ese movimiento de solidaridad y ha paralizado los tr¨¢mites de expulsi¨®n de Harrison para que ¨¦ste pueda acogerse a otras posibilidades que le permitan seguir viviendo en Vilagarc¨ªa, como su inclusi¨®n en el contingente de trabajadores inmigrantes, cuyo registro se abri¨® ayer mismo.
De los 30.000 permisos de trabajo a inmigrantes que ha autorizado el Gobierno para este a?o en toda Espa?a, a Galicia le corresponden 190, una cifra que los sindicatos y las organizaciones humanitarias consideran "a todas luces insuficiente". En la actualidad se estima que hay en Galicia m¨¢s de 5.000 inmigrantes que piden regularizar su situaci¨®n.
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