?Ah¨ª queda eso, Jovellanos!
Dicho sin el menor ¨¢nimo de desmerecimiento, el 13? Congreso del PP empez¨® ayer sus trabajos con el estilo tumultuario, desordenado e impuntual de una asamblea estudiantil o de una convenci¨®n de concesionarios: los compromisarios entraban, sal¨ªan y charlaban sin piedad para los primeros oradores. La constataci¨®n de ese aire ligeramente destartalado, que contrastaba con la luminotecnia y la decoraci¨®n del enorme hangar donde se celebran las sesiones plenarias, no significa, sin embargo, que se permitieran actitudes pol¨ªticamente incorrectas: todo el pescado estaba vendido antes de levantar el cierre. Las propuestas y los informes fueron aprobadas por unanimidad. El responsable de la comisi¨®n organizadora del Congreso abri¨® la sesi¨®n con los t¨®picos de rigor: exhortaci¨®n al debate de ideas, preocupaci¨®n por los problemas cotidianos de los ciudadanos, valor ante los retos. El catal¨¢n Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, presidente del Congreso, se marc¨® el gesto de citar a Espriu. ?lvarez del Manzano provoc¨® la verg¨¹enza ajena de los sufridos vecinos de la capital con una redicha, blandita y pringosa salutaci¨®n como alcalde de Madrid (s¨®lo le falt¨® decir aquello de "casi n¨¢") a los casi 3.000 compromisarios.Como personas respetuosas con sus mayores, los delegados dedicaron sus primeros aplausos a Manuel Fraga y a un compromisario madrile?o que acaba de cumplir cien a?os. Los buenos sentimientos tambi¨¦n jugaron posiblemente su papel en las tres ovaciones con que saludado el nombre de Esperanza Aguirre al ser citado. Gerardo Galeote, portavoz del grupo popular en el parlamento europeo, hizo los primeros ejercicios de calentamiento de la sala con sus referencias a la corrupci¨®n de los socialistas y al papel que le aguarda a Aznar como l¨ªder europeo; los portavoces del PP en el Congreso y el Senado imitaron su ejemplo con parecidas moralejas.
Tras un mini-reportaje publicitario proyectado sobre las pantallas del Congreso, los compromisarios que hac¨ªan novillos en los pasillos tomaron asiento y la sala guard¨® un decoroso silencio. Era el turno de Cascos, que presentaba el informe de gesti¨®n de los ¨®rganos directivos del PP en su papel de secretario general. Cascos comenz¨® su intervenci¨®n con un simil futbol¨ªstico sobre Aznar como responsable de las alineaciones, estrategias y t¨¢cticas que han llevado al equipo a la victoria y concluy¨® con la imagen ciclista de Espa?a levant¨¢ndose del sill¨ªn y demarrando por el liderazgo europeo: se confirma as¨ª el extendido rumor de que Cascos es el disc¨ªpulo preferido de Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa y su hombre de confianza para los trabajos sucios.
El f¨²tbol tambi¨¦n puede servir para dar cuenta de las sinceras, prolongadas y emotivas ovaciones dedicadas por los compromisarios al secretario general cuando sus latiguillos demag¨®gicos les daban entrada. Las hinchadas suelen tener debilidad por los jugadores entregados a sus colores y dispuestos a sudar la camiseta; como los seguidores del Sporting de Gij¨®n hac¨ªan con el fogoso lateral Secundino Su¨¢rez, Cundi, o los socios del Atl¨¦tico de Madrid con el le?ero central Panadero D¨ªaz, los militantes del PP perdonan a Cascos los goles en propia meta, los penaltys innecesarios y las agresiones a los contrarios.
Al estilo de lo que hac¨ªan los secretarios generales de los partidos comunistas en sus informes cuando ocupaban el poder, Cascos no s¨®lo present¨® los resultados de la gesti¨®n de los ¨®rganos de direcci¨®n del PP sino tambi¨¦n un balance de las realizaciones del Gobierno del que ha sido vicepresidente durante estos dos a?os y siete meses. En el ¨¢mbito estrictamente partidista, Cascos se remont¨® a 1976, quiz¨¢s para dejar constancia de su carn¨¦ de vieja guardia, y afirm¨® la l¨ªnea de continuidad entre el actual PP, que aspira a convertirse en heredero del centro reformista de UCD, y la Alianza Popular neofranquista de los siete magn¨ªficos fundada por Fraga para frustrar el proyecto de transici¨®n liderado por Adolfo Su¨¢rez. La ruptura del PP en Asturias y la rebeli¨®n del presidente del Principado, un antiguo amigo ¨ªntimo de Cascos, recibieron una explicaci¨®n en la l¨ªnea de los informes acusatorios de Vichinski durante los juicios de Mosc¨² contra los viejos bolcheviques: Sergio Marqu¨¦s habr¨ªa empezado a conspirar contra el Partido la noche misma en que gan¨® las elecciones auton¨®micas y a partir de ah¨ª se labr¨® la ruina. No es el primer caso de traici¨®n que Cascos desenmascara: tambi¨¦n descubri¨® las felon¨ªas de otros judas en Galicia, Cantabria, Arag¨®n, Canarias y Murcia. La exposici¨®n de m¨¦ritos de la obra del Gobierno realizada por Cascos intent¨® compatibilizar los elogios debidos a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como jefe del Ejecutivo y la manifestaci¨®n de su orgullo como vicepresidente que ha compartido las responsabilidades del poder en estos a?os. El auditorio, severamente castigado con estad¨ªsticas gubernamentales de toda ¨ªndole, obtuvo como premio de consolaci¨®n algunas tarascadas contra los socialistas y contra los medios de comunicaci¨®n que se resisten al apostolado de la buena prensa. Nada le fue ajeno al vicepresidente en su pormenorizado recorrido por la labor de gobierno en los mas diversos campos, desde la creaci¨®n de empleo hasta la inversi¨®n en catedrales, pasando por la depuraci¨®n de aguas residuales. Tal vez mientras el Congreso le aplaud¨ªa, Cascos dialogaba en silencio con su modelo de estadista asturiano para decirle: "!Ah¨ª queda eso, Jovellanos!".
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