Apareci¨® el disidente
Alguien se atreve a votar en contra y salta la duda de ser centro o derecha
?Qui¨¦n dijo que todo estaba controlado? Y mira que Rodrigo Rato hab¨ªa advertido que no se debe confundir foll¨®n con democracia. La democracia -est¨¢ claro- es orden y silencio. Pues, nada. Ayer, cuando se votaba precisamente su ponencia, Espa?a en un mundo global, aparec¨ªa el disidente buscando foll¨®n: alguien alz¨® el temido cart¨®n del no. Con un par. Y la ponencia tuvo que ser aprobada con el bald¨®n de un voto en contra.Y es que hay un cierto desconcierto -mejor cierta desaz¨®n- entre los delegados. No se sabe, como dec¨ªa Ca¨ªn en La Raz¨®n, si es que se ha pasado al extremo centro. Lo dec¨ªa uno de los ya escasos compromisarios de edad: "Pero, vamos a ver, ?nosotros no hemos sido siempre de derechas? ?Qu¨¦ es eso del giro al centro?". Se ve que el hombre ya no tiene ganas de dar vueltas a nada.
Pero eso, ¨¦l. Porque la gente, menos a las salas de ponencia o a la de plenos, da vueltas por todos los sitios. Abarrota la cafeter¨ªa, sube y baja escaleras, arrastra con desgana la cartera con los documentos del congreso... Con desgana, pero con estilo. Todos parecen reci¨¦n salidos de la ducha. En perfecto estado de revista. Ellos, repeinados, el cutis terso y moreno, el pelo con rizos en el cogote. Traje oscuro. M¨®vil en el bolsillo, nunca en el cintur¨®n. Ellas, elegantes y rubias, sonrientes, el pa?uelo negligentemente echado sobre los hombros. Mucho traje chaqueta. Mucha presencia.
As¨ª que Javier Arenas hablaba en el pleno, y lo hac¨ªa para cuatro y una periodista. Bien es verdad que cuando, con el orgullo en el coraz¨®n, menciona "sin complejos" a Espa?a, no falta una voz valiente que truena desde lo alto: "?Muy bien!" y hace saltar un aplauso de fervor patrio que compensa la escasa pero entregada asistencia.
Es verdad que hay cosas que no funcionan. La radio que han dado a los periodistas. O un m¨ªnimo debate. Pero, ?qu¨¦ es eso frente al ¨¦xito de una cita social en la que, a poco que te esfuerces, tienes garantizado cada d¨ªa el apret¨®n de manos o, por lo menos, la sonrisa-de-arrugas-en-los-ojos del presidente Aznar? O la de su se?ora que da lo que alguien llama el beso de oreja y que consiste en echar la cara tan a un lado que s¨®lo se produce eso, un roce orejil en la mejilla.
Una cita, adem¨¢s, culta. Si ?lvarez Cascos se despidi¨® citando una canci¨®n de Silvio Rodr¨ªguez -giro a la izquierda-, Carlos Iturgaiz recit¨® ayer los bellos versos de Gabriel Aresti: "Defender¨¦ la casa de mi padre". Pero para versos apropiados los de Campoamor, creo: "Un a?o m¨¢s en la virtud pasado, / un paso es m¨¢s que te aproxima al cielo". El cielo ya se ha tocado. Se trata ahora de sujetarlo bien por el centro. O por la mitad, que no es lo mismo.
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